El desempleo afecta en Sudáfrica a 40 por ciento de la población económicamente activa, si se cuenta a quienes abandonaron la búsqueda de trabajo por desaliento, y a casi 33 por ciento sin contar a esas personas.
Las autoridades prefieren emplear el segundo criterio de medición, pero el hecho es que el país perdió un millón de puestos de trabajo de septiembre de 2000 a septiembre de 2001, según los últimos datos oficiales disponibles, y afecta con especial gravedad a los jóvenes.
En 1996, el desempleo medido con el criterio gubernamental era 5,1 por ciento.
El desempleo y la pobreza que causa son los mayores desafíos que afronta nuestro país, en especial por la ausencia de un sistema de seguridad social que ampare a los afectados, sostuvo el Congreso de Sindicatos Sudafricanos (COSATU, por su acrónimo en inglés).
Casi la mitad de los jóvenes en edad laboral carecen de empleo, según una investigación de la Agencia Comunitaria de Encuestas Sociales (CASE, por sus siglas en inglés), realizada con una muestra de 2.500 jóvenes considerados representativos.
No es difícil percibir ese fenómeno en las calles de Johannesburgo, a menudo llenas de jóvenes que vagan, en su mayoría varones.
Los centros urbanos del país se asemejan cada vez más, en ese aspecto, a los del resto de Africa subsahariana, donde los jóvenes ociosos en las calles, llamados bayaye, son un símbolo del fracaso del sistema social.
El escritor polaco Ryszard Kapuscinski describió así las calles de Monrovia: Por todas partes, sentados con la espalda apoyada en paredes, hay grupos de 'bayaye', jóvenes ociosos y hambrientos, sin esperanza alguna, sin oportunidades.
Lo mismo empieza a verse en las ciudades sudafricanas, y la investigación de la CASE sugiere que la educación secundaria ya no basta para mejorar las posibilidades de conseguir empleo.
Setenta por ciento de los estudiantes de secundaria encuestados que deseaban trabajar no encontraban empleo, y lo mismo ocurría con 41 por ciento de los jóvenes entrevistados con un título posterior al ingreso a secundaria.
Todos los días busco trabajo, pero me exigen experiencia previa, dijo a IPS Edward Rasiwela, de 28 años de edad y graduado en leyes en la Universidad de Venda.
Me ofrecí para trabajar como traductor honorario en un tribunal, pero no me aceptaron. Muchos de mis amigos, también graduados, trabajan como guardias privados, añadió.
Parte del problema es que las opciones de los jóvenes en el sistema educativo no se adecuan a la demanda de fuerza de trabajo. Hay exceso de abogados y faltan ingenieros, contadores, administradores de proyectos.
El mercado laboral del país muestra tendencias comunes en el mundo contemporáneo, con creciente demanda de trabajo calificado y cada vez menos pedidos de mano de obra no calificada, explicó a IPS el economista Haroon Bhorat, especialista en el asunto.
El y otros expertos piensan que por lo menos una generación más pasará por el sistema educativo sin que haya armonía entre oferta y demanda de trabajo, lo cual tendrá graves consecuencias sociales y políticas.
Casi la mitad de la población tiene menos de 30 años de edad, y las estadísticas indican que los nuevos jóvenes desempleados tienden a permanecer en esa condición con el paso de los años.
El COSATU afirma que la pobreza afecta en la actualidad a unos 22 millones de habitantes del país, casi la mitad del total.
Las iniciativas gubernamentales para afrontar el problema incluyen un programa de capacitación laboral para jóvenes llamado Fondo Umsobomvu, orientado en función de la demanda laboral y con un presupuesto de casi 98 millones de dólares, pero su implementación es muy lenta.
Las autoridades afirman que no disponen de fondos para satisfacer pedidos de un subsidio mensual de unos 9,8 dólares a los jóvenes desempleados, y un seguro de salud para paliar los peores impactos de la pobreza. (FIN/IPS/tra-eng/fk/mn/mp/lb/02