El respaldo dado la semana pasada por Estados Unidos al gobierno de Sudán fue un revés para las esperanzas del movimiento independentista del sur de ese país, que busca la creación de un Estado autónomo.
El informe sobre Sudán del enviado especial estadounidense a Sudán, John Danforth, que debe ser aprobado por el presidente George W. Bush, descartó la autodeterminación del sur, sobre la cual se apoya la iniciativa de paz Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD, por sus siglas en inglés).
IGAD, integrada por vecinos orientales de Sudán, propuso la partición de ese país como base de negociación para poner fin a una guerra civil en la cual murieron más de dos millones de personas desde 1983.
La Declaración de Principios de IGAD, firmada en 1994 por Jartum y el Ejército Popular para la Liberación de Sudán (SPLA, por sus siglas en inglés) con el respaldo de Washington, promueve la separación de la religión y el Estado en Sudán, y la realización de un referendo de autodeterminación en el sur.
La mayoría de la población del sur es negra y practica la religión católica o cultos animistas africanos, mientras Jartum representa intereses de los musulmanes del norte.
Danforth, ex senador republicano, sostuvo en su informe que es más viable y preferible que Sudán se mantenga como un solo país, y que los sudaneses del sur tengan un gobierno central que respete su religión y cultura.
El portavoz del SPLA, Samson Kwaje, criticó las conclusiones de Danforth. No ha subrayado el derecho a la autodeterminación, uno de las cuestiones básicas de la guerra. La gente quiere decidir si será o no parte de Sudán, afirmó.
Muchas iglesias sudanesas, actores clave en la sociedad civil, creen que la unidad no puede lograrse a costa de la justicia, señaló el grupo internacional de ayuda humanitaria Servicios de Asistencia Católicos (CRS, por sus siglas en inglés).
Esas iglesias sostienes que el ejercicio total del derecho a autodeterminación es el único medio verdadero de facilitar una paz duradera, agregó.
La organización no gubernamental humanitaria estadounidense Human Rights Watch (HRW) condenó el informe de Danforth por jerarquizar la libertad religios en perjuicio de otros derechos básicos.
Ese enfoque olvida la naturaleza amplia de las violaciones de los derechos humanos que están en la causa de la guerra civil de 19 años, afirmó HRW, que destacó el uso de la tortura, las ejecuciones sumarias, y la falta de libertad de expresión como factores que contribuyeron a ese conflicto.
Mohamed Dirdeiry, de la embajada de Sudán en Nairobi, afirmó que los sudaneses del sur no tienen derecho a decidir por sí mismos la secesión, y que la única alternativa aceptada por la mayoría de los países africanos después de la independencia es la autonomía.
La autonomía es parte de la autodeterminación, bajo la cual se puede incluir cualquier forma de gobierno que no equivalga a la existencia soberana, como estados federales o un Estado y dos sistemas, aseveró.
El SPLA reaccionó con firmeza ante las declaraciones de Dirdeiry, y afirmó que ese diplomático altera el noble significado del concepto de autodeterminación para satisfacer los intereses de su gobierno.
El movimiento independentista describió a Dirdeiry como fundamentalista musulmán, y dijo que sus declaraciones son un intento de los ideólogos del Frente Islámico Nacional (gobernante en Jartum) de justificar su dominación racista, religiosa y colonial del pueblo no árabe y no islámico de Sudán.
El SPLA sostiene que desde 1956 el Estado de Sudán ha ocupado territorios africanos por la fuerza, perseguido, discriminado y cometido genocidio contra personas no árabes y no musulmanas, y dominado en materia cultural y lingüística a los sureños, aquienes excluye de la vida política, económica y social.
En Washington, especialistas criticaron el informe de Danforth por sus propuestas sobre el petróleo extraído en yacimientos del Alto Nilo, en Sudán meridional, convertidos en el principal campo de batalla de la guerra civil.
Según Danforth, compartir las ganancias del petróleo, principal fuente de financiación del creciente arsenal del gobierno, resultaría en un cese del actual enfrentamiento por los yacimientos petroleros antes de alcanzar un acuerdo de paz final.
Pero la propuesta parece poco realista. Los ataques del SPLA a la infraestructura petrolera sudanesa son la principal forma que tienen los rebeldes de presionar al gobierno.
Es cierto que las ganancias del petróleo serán un elemento central en cualquier acuerdo final, pero hay asuntos fundamentales por los cuales se libra la guerra que van más allá del tema del petróleo, dijo el analista del no gubernamental Grupo de Crisis Internacional (ICG) John Prendergast.
Prendergast, ex asesor para Africa del presidente Bill Clinton (1993-2001), añadió que el SPLA nunca aceptará un cese del fuego en los campos petroleros antes de un amplio acuerdo de paz basado en la Declaración de Principios de IGAD.
Sin embargo, la recomendación de Danforth podría motivar a Washington a promover un cese del fuego en etapas, en especial tras el éxito de la tregua auspiciada por el diplomático en las central cadena montañosa sudanesa de Nubia.
La tregua de Nubia, firmada en enero, fue una de cuatro medidas que Danforth propuso para asegurar el compromiso de las partes enfrentadas con un acuerdo de paz.
Algunos países de Europa, sede de la mayoría de las compañías petroleras que operan en Sudán, quieren un urgente cese del fuego en los campos petroleros, y presionan a Washington para que lo apoye. (FIN/IPS/tra-en/ks/mn/jl/aa/lp-mp/ip/02