La Asamblea Mundial de la Salud comenzó este lunes con el mismo recuento que cada año describe los éxitos alcanzados, esta vez en campos como la poliomielitis, y los enormes desafíos aún pendientes respecto de las enfermedades olvidadas.
El cuadro fue trazado por la directora general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Gro Harlem Brundtland, quien puso en la columna del haber en primer lugar los adelantos en la erradicación de la poliomielitis.
En el lado positivo del resumen ofrecido a los ministros de salud de los 191 estados miembros de la OMS también figuran las estrategias concertadas para hacer frente al síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida), la tuberculosis y el paludismo.
Brundtland resaltó que millones de niños están siendo vacunados contra males comunes de la infancia, mientras que la enfermedad mental se considera ahora como una de las grandes causas de sufrimiento y discapacidad.
Un asunto sensible para la directora de la OMS, como es la lucha contra la comercialización del tabaco y la reducción del tabaquismo, ocupó parte de su informe a los ministros, que sesionarán toda esta semana en Ginebra, sede de esta agencia de la Organización de las Naciones Unidas.
El próximo campeonato mundial de fútbol, a realizarse a partir del 31 de este mes en Japón y Corea del Sur, será sin tabaco y muchos países han prohibido la publicidad de los cigarrillos, señaló con entusiasmo Brundtland. Sin embargo, lamentó que otros países no han hecho avances en ese terreno.
Aunque la directora de la OMS mencionó algunas de las frustraciones que perduran en la salud mundial, de las obligaciones pendientes se ocuparon mejor las organizaciones no gubernamentales.
Médicos sin Fronteras (MSF), con sede en París, se encargó en la misma jornada de resaltar la distribución injusta en el mundo de los beneficios del progreso alcanzado en la medicina en los últimos 30 años.
El director de la campaña de MSF por el acceso a los medicamentos esenciales, Bernard Pécoul, reclamó que esos avances se concreten en acción en los países en desarrollo, para que los fármacos lleguen a quienes más los necesitan.
Los países en desarrollo cuentan con 80 por ciento de la población mundial, pero sólo consumen 20 por ciento de los medicamentos.
La investigación y el desarrollo, proceso que realizan los laboratorios farmacéuticos para descubrir y someter a prueba las nuevas drogas medicinales, no existe prácticamente para las enfermedades de los pobres, apuntó MSF.
En consecuencia, no existen fármacos para las enfermedades infecciosas, observó Pécoul, quien además demandó a la OMS que reconozca la real dimensión de la crisis en investigación y desarrollo y adopte medidas para superarla.
Los pacientes de la tripañosomiasis africana (enfermedad del sueño) debían someterse hasta hace muy poco tiempo a un tratamiento muy doloroso a base de arsénico, porque no existía alternativa alguna.
La enfermedad del sueño afecta a 500.000 personas y amenaza a 60 millones más en Africa.
Otra de las enfermedades olvidadas por la investigación y desarrollo de los laboratorios es el llamado Mal de Chagas, extendido por América Latina. Ninguno de los dos medicamentos utilizados en la actualidad para tratar esa enfermedad en su fase temprana tiene eficacia total.
Los expertos de MSF calculan que el problema del desequilibrio en la distribución de los medicamentos y en la investigación y desarrollo constituye una cuestión de responsabilidad de los gobiernos, incluidos los de países en desarrollo.
La pasividad de las autoridades ante las enfermedades olvidadas agrava la crisis, sostuvo Ellen Hoen, coordinadora de la campana de MSF por el acceso a los medicamentos esenciales.
De manera lamentable, la investigación que realizan los organismos públicos ha seguido concentrándose en las enfermedades que afectan a los países ricos.
MSF denunció que existe una presión creciente para que la investigación estatal persiga aplicaciones comerciales, lo cual aumenta el interés por las enfermedades rentables, observó.
Los recursos destinados por gobiernos, asociaciones caritativas y fundaciones a la financiación de investigación y desarrollo sobre tuberculosis, paludismo, enfermedad del sueño y leishmaniasis apenas superan los 100 millones de dólares por año.
En contraste, el gasto público en investigación médica en todo el mundo se calcula en 30.000 millones de dólares. De esa suma, 3.100 millones corresponden únicamente a la investigación sobre el cáncer en Estados Unidos.
Por desgracia, debido a que los políticos suelen satisfacer las necesidades de su propio electorado y la riqueza se concentra en los países industriales, los fondos para investigación acaban dedicándose a las enfermedades de las regiones más ricas, apuntó MSF. (FIN/IPS/pc/dm/he/02