Casi la mitad de los delitos graves cometidos el año pasado en Rusia permanecen impunes debido a la corrupción de la policía y a su ineficacia para afrontar una alarmante ola de criminalidad.
En un total de más de tres millones de delitos perpetrados en 2001, casi dos millones fueron graves, y de ellos 884.000 no se han aclarado, sostuvo el fiscal general Vladimir Ustinov.
Ustinov dispuso medidas enérgicas para investigar y perseguir a responsables de asesinatos, delitos callejeros y corrupción.
Asesinatos, secuestros, asaltos y robos se están volviendo cosa de todos los días, dijo el presidente Vladimir Putin en una conferencia sobre seguridad interna.
En 1986 fueron asesinadas 14.848 personas en todo el territorio de la entonces Unión Soviética, mientras en 1990 sólo en Rusia se registraron 16.122 asesinatos.
En 2001, 34.000 personas fueron asesinadas en Rusia y otras 30.000 desaparecieron, sostuvo Ustinov.
La cantidad de muertes violentas fue muy alta en Moscú el año pasado —1.700, 21 por ciento más que en 2000— aunque inferior a la registrada en 1994, cuando 2.863 personas fueron asesinadas en el marco de una radical reforma económica y la redistribución de propiedades.
Entre los años 60 y fines de los 80, entre 200 y 300 personas eran muertas cada año en Moscú, entonces capital de la Unión Soviética.
Los asesinatos relacionados con la actividad empresarial representan casi 20 por ciento del total, mientras en la era soviética constituían menos de uno por ciento, según la policía moscovita.
Aunque la situación económica es la causa de muchos delitos, el aumento de la criminalidad guarda directa relación con la ineficacia policial, y en particular con el colapso del sistema de la policía de distrito, según las autoridades.
En el periodo soviético, debían reportarse ante este cuerpo quienes eran liberados de prisión bajo diferentes circunstancias. Pero la falta de fondos condujo a la ausencia de controles y, en los hechos, a que el sistema dejara de funcionar.
Los delitos también son crecientes dentro de la policía. Casi 16.000 oficiales fueron castigados el año pasado, 200 con penas de prisión, sostuvo Ustinov.
La corrupción es generalizada en las reparticiones oficiales. Casi 25.000 funcionarios públicos fueron procesados por delitos comunes en 2001, 1.326 de ellos enviados a prisión.
Sin embargo, Ustinov no consideró necesaria una campaña general para sanear las instituciones del Estado, pues la justicia está investigando a un creciente número de funcionarios por practicar sobornos.
Pero el país está muy lejos de terminar con la corrupción. De momento, la república separatista de Chechenia —intervenida militarmente por Moscú en 1994— es el principal agujero negro de fondos públicos.
En 2001 fueron ilegalmente desviados 24 millones de dólares, es decir seis por ciento del presupuesto destinado por el Kremlin a la reconstrucción de Chechenia, donde aún actúan rebeldes separatistas.
Según el ministro del Interior, Borys Gryzlov, otros 19 millones de dólares fueron hurtados en 1.147 episodios de robo.
Para eludir el manejo corrupto de los fondos, Moscú transferirá dinero sólo para determinados proyectos, anunció el viceministro de Desarrollo Económico y Comercio, Mohammed Tsikanov.
La práctica de sobornos es común entre los funcionarios policiales y judiciales, que apelan a este delito para complementar sus magros salarios de 100 dólares mensuales en promedio.
El primer ministro Mijaíl Kasyanov dispuso un aumento de 160 por ciento para los salarios de investigadores y fiscales, una medida considerada insuficiente para poner freno al flagelo de la corrupción. (FIN/IPS/tra-eng/sb/ss/dcl/ip/02