RUSIA: Aún muy lejos de Occidente

Rusia participará por primera vez este martes en un organismo conjunto con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), y la semana pasada acordó con Estados Unidos reducir arsenales nucleares, pero aún está lejos de la integración a Occidente.

El Consejo OTAN-Rusia, cuya sesión inaugural se prevé realizar en una base militar cerca de Roma, es la respuesta al apoyo brindado por Putin a la campaña internacional antiterrorista lanzada por Estados Unidos tras los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington.

La presencia de Rusia en ese organismo le permitirá participar en la discusión e implementación de acciones antiterroristas, intervenciones en terceros países y negociaciones sobre control de armas, casi en pie de igualdad con los 19 Estados miembros de la OTAN.

Eso resulta una paradoja, porque la OTAN fue creada en 1949 por Washington y sus aliados, contra Moscú y sus aliados, en los comienzos de la llamada Guerra Fría.

El acuerdo con la OTAN es la contribución de Moscú a ”la construcción de una nueva arquitectura de seguridad mundial”, afirmó el presidente ruso, Vladimir Putin.

Tras la desintegración de la Unión Soviética en 1991 y el fin del ”bloque socialista”, hubo intentos de acercamiento entre la OTAN y Moscú, pero Rusia percibió como una amenaza la integración a esa alianza de países de Europa Oriental.

Las relaciones empeoraron mucho cuando la OTAN bombardeó en 1999 Yugoslavia, cuyo gobernante en aquel momento, Slobodan Milosevic, era aliado de Rusia.

Moscú aún piensa que la llamada ”expansión hacia el este” de la OTAN es un error que no aumentará la seguridad de ningún Estado, afirmó el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores ruso, Alexander Yakovenko.

De todos modos, esa expansión no será peligrosa para Rusia, si no se emplazan armas estratégicas en el territorio de los nuevos Estados miembros, opinó el subjefe del Estado Mayor ruso, general Yuri Baluyevsky.

La OTAN se propone aprobar este año el ingreso de siete ex integrantes del ”bloque socialista”, desde Estonia al norte hasta Bulgaria en el sudeste, y es posible que la creación del nuevo Consejo sea un intento de aplacar los temores de Moscú.

Los analistas de política internacional coinciden en asumir que el significado de ese Consejo fue acordado la semana pasada en Moscú por Putin y su par estadounidense, George W. Bush, en la reunión en que firmaron el nuevo acuerdo de reducción de armas estratégicas.

Ese acuerdo implica la disminución del número de cabezas nucleares para misiles de que disponen Rusia y Estados Unidos, y Putin dijo el lunes en una reunión con sus ministros que se trata de un ”sustancial avance hacia el fortalecimiento de la seguridad internacional”.

Sin embargo, críticos rusos, en especial del opositor Partido Comunista, destacaron que el nuevo tratado carece de sustancia porque contiene muchas definiciones ambiguas, y afirmaron que en realidad favorece a Washington, sin que Bush haya realizado concesiones a los intereses de Moscú.

Esa afirmación se basa en que Putin aceptó la demanda estadounidense de que se permita el almacenamiento de cabezas nucleares por encima de la cantidad máxima acordada.

Rusia se opone al proyectado sistema estadounidense de defensa contra misiles, el proteccionismo de Washington en el comercio de acero, y la penetración militar de Estados Unidos en el Cáucaso y Asia Central, pero ninguno de esos asuntos fue negociado a cambio de aceptar el almacenamiento de cabezas nucleares, sostuvieron.

Eso se debe a que Rusia ya no pretende ser un igual de Estados Unidos, y admite que las relaciones bilaterales son las que pueden existir entre la única superpotencia del mundo y una potencia regional, arguyen.

De todos modos, otros analistas destacan que Bush no deseaba firmar ningún tratado de reducción de armas con Putin, y que el acuerdo es, por lo tanto, un triunfo táctico de Moscú.

”Tenemos derecho a considerar que la visita (de Bush) tuvo resultados por completo exitosos”, afirmó el presidente ruso el domingo, tras la partida de su par estadounidense.

Ambos mandatarios optaron por no discutir cuestiones en las cuales mantienen importantes discrepancias, entre ellas la cooperación de Rusia con Irán en el terreno de la tecnología nuclear, y los planes estadounidenses para atacar Iraq.

Bush elogió en varias ocasiones a Putin, y no dijo una palabra en público sobre la represión de Moscú a los separatistas de la sudoccidental república rusa de Chechenia.

Eso causó quejas en cartas a la OTAN y a la Unión Europea (UE) de activistas por los derechos humanos.

”Las acciones militares rusas en Chechenia van contra los principales valores y metas estratégicas” de la OTAN y la UE, afirmó la organización no gubernamental humanitaria Human Rights Watch, que pidió a ambos bloques declaraciones sobre la cuestión chechena en las reuniones que mantendrán esta semana con Rusia.

Los activistas perciben con preocupación que las potencias occidentales toleran violaciones de los derechos humanos en Chechenia para facilitar la recomposición de sus relaciones con Rusia, en los escenarios del nuevo Consejo, de la Organización Mundial del Comercio y del Grupo de los Ocho (G-8).

El G-8 se formó en 1994, cuando el Grupo de los Siete países más industrializados, formado en 1975 por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia y Japón, comenzó a invitar a Rusia a sus reuniones.

En los últimos tiempos, y en especial tras los atentados de septiembre en Estados Unidos, las principales potencias mundiales han discutido la posibilidad de incluir a Rusia en una Alianza del Hemisferio Norte, con objetivos de lucha mundial contra el terrorismo. (FIN/IPS/tra-eng/sb/sm/mp/ip/02

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