PAKISTAN: Un sangriento desafío contra el gobierno

El ataque suicida con un coche bomba que mató este miércoles a 15 personas en la meridional ciudad portuaria de Karachi, Pakistán, puso en jaque la política contra el extremismo emprendida por el gobierno militar de Parvez Musharraf.

Doce ciudadanos franceses y tres pakistaníes murieron cuando el autobús en que viajaban, estacionado frente al hotel Sheraton, fue embestido por un automóvil cargado de explosivos. Otras 22 personas resultaron heridas.

Los franceses se encontraban en Pakistán para participar de un proyecto de construcción de submarinos para la marina de guerra.

El ataque se produjo pocos días después de la celebración de un referendo destinado a legitimar la permanencia en el poder, por cinco años más, del presidente Musharraf, quien gobierna desde el golpe de Estado de 1999.

”Creemos que este acto del terrorismo internacional debe ser enfrentado con absoluta fuerza”, dijo Musharraf este miércoles en un mensaje emitido por la televisión nacional.

”El presidente considera que esto es una conspiración contra el país y contra la nación, y para crear una fractura entre Pakistán y Francia”, sostuvo un comunicado oficial divulgado luego de una reunión entre Musharraf y altos oficiales de seguridad.

El presidente de Francia, Jacques Chirac, calificó el atentado como ”un acto despreciable, que nada puede justificar”.

En abril, dos ciudadanos estadounidenses murieron en un ataque con granadas contra una iglesia de Islamabad. En febrero fue asesinado brutalmente el periodista Daniel Pearl, del diario estadounidense The Wall Street Journal.

Aunque ninguna organización se atribuyó el ataque de este miércoles, fuentes francesas lo vincularon a la red Al Qaeda, de Osama bin Laden —acusado por Estados Unidos de los atentados del 11 de septiembre en su territorio—, mientras un funcionario pakistaní sugirió la participación de India, histórico rival de Pakistán en Asia meridional.

En las últimas semanas varios informes de prensa, desmentidos por Islamabad, describieron operaciones conjuntas de fuerzas de seguridad pakistaníes y estadounidenses contra presuntos integrantes de la red Al Qaeda que habrían ingresado a territorio pakistaní huyendo de la guerra en Afganistán.

Veinte supuestos miembros de Al Qaeda y 40 colaboradores pakistaníes fueron arrestados el 28 de marzo en un operativo en la oriental ciudad de Faisalabad, llevado a cabo por funcionarios pakistaníes y de la estadounidense Oficina Federal de Investigaciones (FBI).

Entre los capturados se encuentra Abu Zubayah, un importante lugarteniente de Bin Laden.

La explosión de este miércoles parece perpetrada por un suicida, que detonó entre tres y cinco kilogramos de explosivos en un automóvil Toyota Corolla de 1974, ubicado junto al ómnibus, sostuvo el jefe de policía de la meridional provincia de Sindh, Syed Kamal Shah.

Algunos testigos aseguraron que el automóvil embistió al ómnibus.

”Estamos examinando todos los aspectos de la investigación y no descartamos la posibilidad de que una mano extranjera haya estado involucrada”, dijo Shah.

Los franceses, ingenieros y técnicos civiles, se dirigían desde el hotel frente al cual se produjo la explosión, hacia el distrito de West Wharf, en la misma ciudad de Karachi.

”El automóvil se detuvo cerca de donde se había estacionado el autobús, y tratamos de confirmar informes preliminares de que el conductor del automóvil estaba al volante. Si esos informes se confirman, fue un ataque suicida”, indicó el jefe de policía de Sindh.

El jefe del Estado Mayor del Ejército francés, general Jean- Pierre Kelche, advirtió que aún no es posible presentar conclusiones sobre el atentado, pero opinó que hay una ”significativa probabilidad” de que haya sido obra de Al Qaeda.

Karachi, considerada la capital comercial del país, tiene una larga historia de hostilidad entre grupos religiosos y étnicos, en la cual han sido frecuentes los atentados con bombas.

Los extranjeros que visitan Pakistán, y en especial los occidentales, suelen ser aconsejados para que se cuiden de ataques de grupos extremistas islámicos.

Musharraf lanzó en enero una campaña contra esos grupos, irritados por el apoyo pakistaní a la campaña lanzada por Estados Unidos en Afganistán, y por el consiguiente aumento de la presencia militar estadounidense en el país.

El presidente prometió erradicar el extremismo islámico, varias organizaciones fueron ilegalizadas, y las autoridades lanzaron una campaña de arresto de cientos de activistas, muchos de los cuales permanecen en prisión sin haber sido juzgados.

El atentado del miércoles muestra por lo menos que esa campaña no ha logrado sus objetivos, pero Musharraf cuenta a su favor que los partidos musulmanes radicales no lograron apoyo mayoritario a sus protestas contra el alineamiento con Washington.

Esos partidos nunca han tenido respaldo electoral importante, pese a su capacidad de movilización y su influencia sobre el gobierno, pero había una posibilidad de que lograran mayor convocatoria en el marco del actual régimen militar y del deterioro de las relaciones entre Washington y el mundo islámico.

El apoyo del presidente a Estados Unidos le ha permitido cosechar apoyo económico, militar y diplomático, tras un periodo de aislamiento, fuertes presiones por la restauración de la democracia y sanciones económicas, impuestas por los ensayos de armas nucleares realizados en mayo de 1998.

Desde los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington, la comunidad internacional aprecia el islamismo moderado y tolerante del presidente, y éste tiene interés en destacarlo.

Durante décadas, ningún gobernante del país había hablado contra los partidos musulmanes como lo ha hecho Musharraf has done.

De todos modos, los adversarios políticos del presidente destacaron su fracaso en la lucha contra el extremismo y la violencia.

”Bajo el régimen del general Musharraf, una espiral de violencia ha envuelto a Pakistán. El liberó a militantes condenados por atroces crímenes, y el resultado es un mortal ciclo de terror que crece día”, sostuvo la ex primera ministra Benazir Bhutto (1988-1990 y 1993-1996).

El atentado del miércoles mostró que los extremistas han ”adquirido fuerza y capacidad para lanzar en forma impune ataques terroristas de alto nivel, mientras el régimen se concentraba en su propia agenda política para perpetuarse en el poder”, añadió. (FIN/IPS/tra-eng/ni-js/dcl-mp/ip/02

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe

Lo más leído