El Congreso legislativo de Ecuador se declaró en receso para que los diputados pudieran presenciar la primera Copa Mundial de fútbol en que participa la selección nacional.
Aunque los partidos se realizan en la madrugada ecuatoriana, hora en que los legisladores no trabajan, éstos prefirieron tomar precauciones, pues algunos manifestaron su intención de concurrir al torneo en Corea del Sur y Japón.
El presidente del Congreso, José Cordero, argumentó que no se trata de un nuevo receso sino un adelanto del habitual. El primer partido de Ecuador en la Copa Mundial será el 3 de junio, ante Italia.
La política y el fútbol tienen una estrecha vinculación en Ecuador, que tiene 12 millones de habitantes. Destacados dirigentes políticos y empresarios han sido presidentes de los clubes más importantes del país.
El ministro de Relaciones Exteriores, Heinz Moeller, fue presidente de Barcelona de Guayaquil, único equipo ecuatoriano que llegó dos veces a la final de la Copa Libertadores de América, el principal torneo de clubes del continente.
Moeller no es el único integrante del derechista Partido Social Cristiano que preside el Barcelona. El empresario y ex diputado Isidro Romero Carbo fue el primer presidente que llevó a ese equipo, en 1991, a la final de la Copa Libertadores, para la que contrató a destacados jugadores argentinos y brasileños.
Romero es el mayor accionista de la filial ecuatoriana de la compañía Coca Cola, y, como Moeller, algunas veces fue mencionado como posible candidato presidencial.
También de Barcelona y socialcristiano es Galo Rogiero, ex presidente de la Federación Ecuatoriana de Fútbol entre 1994 y 1998, cargo por el que compitió con otro diputado socialcristiano, Luis Chiriboga, ex presidente del club Deportivo Quito.
El Partido Social Cristiano apoyó a Roggiero en la disputa, que incluyó acusaciones recíprocas de corrupción. Sin embargo, Chiriboga ganó las elecciones del Barcelona, y luego se vinculó con el populista Partido Roldosista Ecuatoriano del ex presidente Abdalá Bucaram.
A pesar de la estrecha vinculación entre fútbol y política, este deporte ha logrado unir un país fraccionado por diferencias regionales, mientras la política fomenta esas diferencias, sostuvo el director del Area de Comunicación Social de la Universidad Andina Simón Bolívar de Quito, José Laso.
La clasificación de la selección ecuatoriana de fútbol a la fase final de la Copa Mundial Corea del Sur-Japón 2002 hizo renacer el espíritu de nación y rescató su identidad, golpeada por rivalidades regionales, sostuvo Laso.
Se habla de la politización del fútbol, y yo creo que es urgente futbolizar la política, afirmó el experto. Los postmodernos hablan de la disolución de los Estados nacionales y el fútbol muestra lo contrario: construye de modo menos sangrante y fascista las siempre frágiles identidades, agregó.
La realidad política y económica de Ecuador ha llevado a un enfrentamiento constante entre las regiones de la Costa y la Sierra y, sobre todo, entre las ciudades de Quito y Guayaquil.
La rivalidad entre regiones es uno de los motivos por los cuales los entrenadores ecuatorianos no han tenido éxito al frente de la selección nacional, según expertos. En los últimos años se ha preferido a extranjeros como el yugoslavo Dusan Draskovich y los colombianos Francisco Maturana y Hernán Darío Gómez.
Cuando un ecuatoriano dirige la selección enfrenta presiones muy fuertes de la prensa deportiva, la dirigencia y los hinchas, que insisten en que sean convocados los jugadores de equipos de su ciudad, según sean de Quito o Guayaquil, señaló Maturana.
Maturana recomendó a Gómez que para hacer un buen trabajo debía romper con la rivalidad entre costeños y serranos que se había enraizado en el fútbol de Ecuador.
Hoy, el país está unido en torno a un objetivo, como solo lo había estado en 1995 durante el conflicto fronterizo con Perú.
La selección de Ecuador se clasificó segunda en la fase eliminatoria del grupo sudamericano para la Copa Mundial, detrás de Argentina, y superando a Brasil, Paraguay y Uruguay. (FIN/IPS/kl/mj/cr ip/02