La Copa Mundial de Fútbol Corea del Sur-Japón 2002 es vista en América Latina por dos tipos de teleaudiencias, muy diferenciadas social y económicamente.
La primera —una amplia mayoría— está constituida por quienes verán los partidos que transmiten los canales de televisión abierta, mientras que la segunda es la minoría de los que podrán disfrutar el mundial completo y con grandes lujos tecnológicos.
La brecha entre una y otra audiencia se debe a la forma en que se comercializaron los derechos de transmisión por televisión de los partidos, a cargo de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), organización rectora de este deporte.
Con más de 200 millones de jugadores en activo, el fútbol se ha convertido en una de las más flamantes industrias del ocio, abriendo nuevos mercados en el mundo, destaca la FIFA en su página oficial en la red informática mundial Internet.
En esa línea, la FIFA asignó por 800 millones de dólares los derechos de transmisión de la Copa Mundial a la empresa alemana Kirch Media, que a principios de año se declaró en insolvencia y vendió sus derechos en América Latina a la compañía de televisión satelital DirecTV y a algunas cadenas nacionales.
En Brasil, Costa Rica y Perú, los derechos de transmisión exclusiva fueron comprados por emisoras nacionales que podrán emitir todos los partidos por televisión abierta.
Tal es el caso de la cadena brasileña Rede Globo, el costarricense Canal 6 Repretel y el peruano Canal 9 Andina de Televisión (ATV).
Sin embargo, en países como Argentina, Colombia, Chile, México, Uruguay y Venezuela, las compañías nacionales de televisión abierta ofrecen un paquete con parte de los partidos del torneo, para lo que debieron negociar con DirecTV o con quienes le compraron los derechos de transmisión a esa empresa.
En Venezuela, las televisoras nacionales podrán transmitir 32 partidos por señal abierta, y las de Chile y Colombia, 40. En México, las dos grandes cadenas de televisión abierta, Televisa y Televisión Azteca, adquirieron sendos paquetes de 18 partidos cada una, y ambos incluyen el partido inaugural, aquellos en que participe la selección nacional, las semifinales y la final.
La FIFA obliga a que en todo el mundo se transmitan en señal abierta la ceremonia de inauguración y el primer partido, las semifinales, el partido por el tercer lugar y la final, además, de tres partidos de la selección nacional del país que se trate.
Sin embargo, quienes deseen ver los partidos que no se emitan por televisión abierta deberán ingresar en el sistema de televisión para abonados.
Por otra parte, la propia FIFA ofrece por primera vez a los cibernautas, a través de su página web oficial, la transmisión electrónica de las mejores imágenes de la Copa Mundial, previo pago de 19,95 dólares.
América Latina es el contenido y el fútbol es el continente. En esta región el fútbol lo devora todo… Es monopólico, excluyente, hegemónico y tiránico, dijo a IPS el escritor mexicano Carlos Monsiváis.
La comercialización de los derechos para transmitir los partidos de fútbol por televisión es, para Monsiváis, una maniobra clasista e intolerable, y pretender sacar hasta el último centavo al fútbol es, afirmó, como exigir un pago para entrar al paraíso.
El fútbol debe seguir siempre a la vista de todos. Ese es su destino lógico. Un paraíso cerrado contradice la esencia del juego, agregó.
Sin embargo, la tendencia parece indicar que en el paraíso futbolero los intereses económicos están cobrando cada vez mayor importancia y que la brecha entre los que pueden y los que no pueden pagar se sigue profundizando.
Los que no pueden pagar pueden recibir una señal convencional. Los que sí pueden, reciben varios beneficios, entre ellos cinco canales satelitales para ver un mismo partido desde distintos ángulos.
En un canal se ve la imagen convencional, en otro, el campo completo. En el tercer canal, las cámaras están pendientes de los entrenadores y del banco de suplentes. El cuarto repite las jugadas decisivas, y el quinto es un mosaico interactivo de tres pantallas donde se puede obtener estadísticas y participar en encuestas.
En América Latina, el fútbol es el opio del pueblo y cuanto más precaria es la situación social de la gente más pasión se vierte en este deporte, dijo a IPS el sociólogo Jorge Hidalgo, profesor de la Universidad de Costa Rica.
Sin embargo, muchos aficionados quedan excluidos. El ejemplo más claro es Argentina, uno de los países con mayor tradición futbolística del mundo, que hoy pasa por una severa crisis económica y social.
Sólo 44.000 abonados de Argentina compraron a DirecTV el paquete que les permitirá ver todos los partidos de la Copa Mundial número 17 de la historia. A un promedio de cuatro telespectadores por abonado, sólo 176.000 personas, uno cada 200 habitantes, disfrutarán del torneo completo.
La comercialización de las emisiones de los partidos de fútbol es, en realidad, una tendencia que siguen todas las actividades humanas, dijo a IPS el editor de la sección deportiva del diario chileno La Tercera, Eduardo Sepúlveda.
En Chile, el mercado libre es intocable, a pesar de que no siempre toma en cuenta los aspectos sociales, dijo Sepúlveda.
Estamos expuestos a los mandamientos del mercado, independientemente de la cantidad de gente que pueda o no ver los partidos. En Chile se puede matar gente, pero la libertad de mercado no se transa, indicó.
La situación que viven los aficionados latinoamericanos no es una novedad de esta Copa Mundial. Por ejemplo, en algunos países latinoamericanos la televisión por abonados es la única vía de acceso a los partidos de los campeonatos nacionales, la Copa Libertadores de América e incluso la Copa América de selecciones.
La tendencia todavía no ha derivado en la elitización del fútbol. Si este deporte se convirtiera en un artículo de lujo, perdería todo su público, dijo Monsiváis.
La emoción de lo gratuito le es esencial a la edificación del mito futbolero. Debe ser gratis para que los espectadores sientan que lo han pagado todo, afirmó. (FIN/IPS/nms/mj/ic cr/02