Un juicio en Australia contra la firma estadounidense Dow Jones por difamación mediante Internet, plantea por primera vez cuestiones básicas para el futuro de la libertad de expresión y las jurisdicciones nacionales.
Dow Jones, especializada en informes y análisis económicos, fue condenada por difamar al empresario australiano Joseph Gutnick, y apeló a este martes ante la Corte Suprema de Australia con apoyo de otras 17 grandes firmas que difunden datos en Internet, la red mundial de computadoras.
Entre esas compañías están las editoras de los periódicos estadounidenses The Washington Post y The New York Times, y del británico The Guardian, la agencia de noticias Reuters y los proveedores de servicios en Internet Amazon y Yahoo.
El problema jurídico es definir si los datos disponibles en Internet deben considerarse publicados en el país desde el cual subieron a la red (donde se realizó la operación técnica que los hace accesibles), o en las naciones a las cuales bajaron (donde usuarios los transfirieron a sus computadoras).
En este caso, el primer criterio implica que la demanda de Gutnick sólo podría presentarse en el oriental estado estadounidense de Nueva Jersey, y tal fue la tesis de Dow Jones.
El segundo criterio, sostenido por el tribunal que actuó en primera instancia y ratificado por el de apelaciones en agosto de 2001, justifica el juicio en Australia.
El asunto es semejante a otros nuevos problemas de jurisdicción creados por el uso de Internet, por ejemplo en los reclamos por derechos de propiedad intelectual, pero en este caso no hay normas internacionales, y las leyes sobre difamación son muy distintas en cada país.
Los abogados de Dow Jones, encabezados por Geoffrey Robertson, alegan que el fallo condenatorio establece un precedente que paralizará la actividad de quienes brindan servicios informativos mediante Internet, por temor a demandas en cualquiera de los 191 países que tienen acceso a esa red.
La necesidad de realizar consultas legales en cinco o 10 países ya es un requisito excesivo, si se quiere apoyar la libertad de expresión, e implica de hecho que la información no sea publicada a través de Internet, sino sólo mediante impresos, planteó Robertson a la Corte Suprema.
La revista Barron's, propiedad de Dow Jones, publicó el 30 de octubre de 2000 un artículo de 7.000 palabras titulado Ganancias impías, dedicado en parte a actividades de Gutnick en Estados Unidos.
El empresario demandó a Dow Jones con el argumento de que ese artículo dañó su reputación, en especial entre los inversores del sudoriental estado de Victoria, donde unas 300 personas bajaron el artículo a sus computadoras, pese a que llegaron al país muchos menos ejemplares de esa edición de la revista.
El total de australianos que accedieron a ese artículo mediante Internet fue unos 1.700, por suscripción directa a la edición electrónica de Barron's o por acceso al sitio en la red del diario estadounidense The Wall Street Journal, también propiedad de Dow Jones, que reprodujo el texto.
El juez John Hedigan decidió en primera instancia que el artículo debe considerarse publicado al ser transferido a computadoras personales.
Esa ha sido la ley durante siglos en relación con otras formas de comunicación, y no encuentro razones convincentes para que no se aplique a las publicaciones mediante Internet, sostuvo.
Los abogados de Gutnick, encabezados por Jeff Sher, rechazaron ante la Corte Suprema la tesis de que el fallo favorable a su cliente afectará la libertad de expresión y paralizará la difusión de datos en Internet.
Aceptar el argumento de que la publicación ocurre donde la información es subida a Internet implica un gran cambio legal, que los demandados desean para todos los casos relacionados con Internet, incluyendo los de derechos de propiedad intelectual, sostuvo Sher.
La mayoría de los siete jueces de la Corte Suprema trató con gran frialdad a los abogados de Dow Jones.
La base de la ley de difamación es proteger a las reputaciones, no a los editores. En cierto sentido, esa ley es hostil a la libertad de expresión, dijo a Robertson el juez Michael McHugh.
El abogado de Dow Jones insistió en que la Corte Suprema debe sentar un precedente para los regular las demandas por difamación mediante Internet, y el juez Michael Kirby, considerado el más progresista del organismo, admitió que se siente inseguro en la materia.
Se nos pide crear jurisprudencia sin pleno conocimiento, y eso me causa ansiedad, respondió a Robertson.
Un fallo favorable a Gutnick perjudicará a pequeños grupos sin fines de lucro, casi carentes de recursos, pero capaces de poner datos en Internet y competir en el mercado de las ideas, que son los menos capaces de afrontar juicios, arguyó el abogado Brett Walker, representante de las firmas que respaldan la apelación .
El especialista en leyes sobre comunicación Andrew Kenyon, de la australiana Universidad de Melbourne, consideró probable que la Corte Suprema respalde los fallos anteriores en el caso, y admitió que eso puede tener cierto efecto paralizante, en especial sobre editores sin fines de lucro.
De todos modos, es probable que el veredicto no tenga gran peso como antecedente fuera de la Comunidad Británica de Naciones, integrada por Gran Bretaña y la mayoría de sus ex colonias, opinó.
Creo que influirá muy poco sobre el sistema judicial de Estados Unidos, añadió. (FIN/IPS/tra-eng/bb/ral/mp/ic hd/02