COMERCIO-BRASIL: Pesca ingresa a club de exportadores

Brasil está lejos aún de alcanzar el grado de gran exportador de pescado, pero logrará esa meta en pocos años más si mantiene el ritmo de expansión del último trienio, cuando duplicó los ingresos.

Las exportaciones brasileñas de pescado pasaron de 120,4 millones de dólares en 1998 a 283,5 millones el año pasado, mientras las importaciones, desfavorecidas por la devaluación de la moneda local frente al dólar de enero de 1999, cayeron de 453,4 millones de dólares a 260,9 millones en el mismo periodo.

Brasil obtuvo así en 2001 un pequeño superávit de 22,6 millones de dólares, invirtiendo una balanza que permaneció negativa por más de una década.

Pero su participación es aún muy limitada en un mercado internacional que se calcula en 60.000 millones de dólares anuales, según el Departamento de Pesca y Acuicultura (DPA) del Ministerio de Agricultura.

La meta es alcanzar 1.000 millones de dólares en exportaciones en 2005, lo cual requiere casi duplicar las ventas cada dos años. La posibilidad de ese crecimiento acentuado se basa en la acuicultura, en especial de camarones, y en la pesca de atún.

Brasil consiguió que la Comisión Internacional para Conservación del Atún del Atlántico ampliara el año pasado de 40.000 a 100.000 toneladas anuales su cuota de pesca de esa especie y afines en el sur del océano Atlántico.

Para concretar ese incremento, este país, que no tiene tradición de pesca en alta mar, tendrá que aumentar la cantidad de embarcaciones oceánicas de las 84 actuales a por lo menos 250. La mitad de la flota hoy es alquilada, a un costo equivalente a un tercio de la producción, lo cual reduce los ingresos netos.

Sin embargo, es la acuicultura la que permite a Brasil constituirse en un productor cada día más importante en el abastecimiento mundial de pescado.

La abundancia de agua dulce, sumado a extensas costas marítimas, le da condiciones casi ilimitadas para la cría, mientras la extracción agota los mares y océanos y sufre crecientes restricciones ambientales.

Brasil dispone de 5,3 millones de hectáreas de superficie acuática, 90 por ciento de ellas son recurso público. El desarrollo de la acuicultura en sólo uno por ciento de esa área permitiría la producción de 12 millones de toneladas anuales de pescado, calculó el director del DPA, Gabriel Calzavara.

Esa cantidad llevaría al país a constituirse en el segundo productor mundial, solo superado por China, que hoy produce 27 millones de toneladas al año, comentó.

Hasta ahora es el camarón el que domina esa actividad, con una participación de 45,5 por ciento en las ventas brasileñas de pescado el año pasado, que significaron 129 millones de dólares de ingresos, dijo a IPS Antonio Elias, responsable de datos del DPA. Esa suma superó cinco veces la obtenida en 1998.

La Asociación Brasileña de Criadores de Camarones espera elevar los ingresos por exportaciones a 200 millones de dólares este año.

Así, la producción acuícola crece casi 30 por ciento al año, apuntó Elias. La producción de camarones en Brasil fue estimulada en los últimos años por el aumento de los precios debido a la merma de la oferta de importantes exportadores del océano Pacífico afectados por una plaga, como Ecuador e Indonesia.

Condiciones favorables, como clima y recursos naturales, permitieron también a Brasil alcanzar la mayor productividad en carcinicultura, con un promedio de cuatro toneladas por hectárea y casos de hasta siete toneladas, según el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social, que financia el sector.

Tailandia, el mayor productor mundial de camarones, registra un promedio de 1,25 toneladas por hectárea.

Además del camarón, también tilapia, un pez de agua dulce originario de Egipto, es considerado un prometedor producto pesquero brasileño, por su gusto, productividad y resistencia.

”Tenemos potencial para producir 10 millones de toneladas anuales”, explicó Elias, quien advirtió que eso exigiría crear un mercado externo, porque en el país no logra competir con la carne de pollo, mucho más barata como fuente de proteína en la alimentación nacional.

Además, la tilapia se trata de un pescado aún desconocido, que compite con especies que ya conquistaron sus consumidores. Habrá que desarrollar un mercado propio y asegurar ventas regulares hasta que la producción en escala permita un reducción del costo.

Pero ya hay proyectos en marcha en el nordeste de Brasil para la producción de tilapias destinadas a la exportación, observó Elias.

El desarrollo de la pesca y la acuicultura en Brasil ganó fuerza también por una medida administrativa. La conducción de la política sectorial fue transferida en 1998 del Ministerio de Medio Ambiente para el DPA, en la órbita de la cartera de Agricultura.

Son funciones distintas y contradictorias, ya que la autoridad ambiental tiene que preocuparse por la protección de la naturaleza más que de la producción y comercio de pescados, observó Calzavara.

El DPA, para impulsar el desarrollo de la acuicultura, identificó la baja disponibilidad de crédito, el alto costo de alimentación y las insuficiencias en investigación, transporte e industrialización como principales obstáculos al pleno desarrollo de la acuicultura brasileña. (FIN/IPS/mo/dm/if/02

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