CHILE: Inmigrantes sudamericanos ponen tolerancia a prueba

La llegada de inmigrantes argentinos es un nuevo desafío para Chile, en cuya población se vio aflorar en los últimos años expresiones de xenofobia ante la masiva afluencia de peruanos, ecuatorianos y bolivianos.

El gobierno de Ricardo Lagos está trabajando en un proyecto de ley para acentuar los controles sobre los inmigrantes e impedir que ejerzan una competencia desleal con los trabajadores chilenos.

El viceministro del Interior, Jorge Correa, descartó que la iniciativa pueda implicar un ”cierre de fronteras”, aunque tendrá el objetivo de proteger a pequeños productores y sectores laborales que pueden sufrir ”graves daños” por la competencia de extranjeros.

En los últimos siete años se radicaron en este país de 15 millones de habitantes unos 200.000 sudamericanos, atraídos por la posibilidad de un buen empleo en el país con la economía más sólida y estable de América del Sur, según organismos internacionales.

Los argentinos constituyen el último eslabón de una cadena que comenzó con la masiva afluencia de peruanos, empujados fuera de su país a mediados de la década del 90 por la crisis económica y la violencia política.

Los problemas económicos y sociales fueron también detonantes de un creciente desplazamiento hacia Chile de ciudadanos de Ecuador y de Bolivia.

De acuerdo con las estadísticas de concesión de visas temporales de trabajo y estudio, en los últimos siete años la mayor inmigración procede de Ecuador, con 100.100 personas, seguida por la de Perú, con 64.000, la de Argentina, con 13.700, y por último la de Bolivia, con 8.800 bolivianos.

Quienes tienen mayor visibilidad en Santiago son los peruanos, con una presencia notoria en los empleos domésticos, por su tendencia a reunirse en la céntrica Plaza de Armas y a concentrar su residencia en determinados barrios.

En las calles y en medios de transporte público es frecuente escuchar comentarios que vinculan el flujo de inmigrantes argentinos y peruanos con el desempleo, calculado en marzo en 8,8 por ciento de la fuerza de trabajo, equivalente a 519.200 personas.

El desempleo ascendía en 1997 a 6,1 por ciento (344.100 personas) y llegó a su máximo en 1999, con 9,8 por ciento.

”Primero fueron los peruanos, y ahora parece que nos caen los argentinos”, se quejó, mientras pedía dinero a los pasajeros de un autobús, Martín Becerra, quien perdió su trabajo como camarero y ahora se gana la vida cantando y tocando su charango (instrumento de cuerdas tradicional) en la vía pública.

La segunda ”Encuesta sobre Intolerancia y Discriminación”, difundida en abril y realizada por la independiente Fundación Ideas y el Instituto de Sociología de la Universidad de Chile con patrocinio del gobierno, mostró un alto grado de xenofobia e intolerancia hacia los extranjeros entre los chilenos.

Los inmigrantes peruanos y bolivianos no deben tener derechos políticos, según 67 por ciento de los 1.100 encuestados.

Una decena de chilenos atacó el 8 de este mes en un barrio del centro de Santiago, con palos y perros, a dos peruanos y un argentino que fabricaban artículos para fiestas de cumpleaños porque no se dejaron arrebatar una piñata.

Uno de los peruanos, José Paredes, resultó con heridas graves y hundimiento del cráneo, y debió someterse a una operación de urgencia en el Hospital de Neurocirugía.

En un foro virtual, Angélica, habitante del puerto de Arica, fronterizo con Perú, sostuvo que no es xenófoba, luego de afirmar que los peruanos ”son sucios, no respetan las reglas de higiene, tiran basura, la dejan donde comen en la calle, son ruidosos y no respetan las normas de convivencia del país”.

En el municipio de Independencia, en el sector centro-norte de Santiago, se produjeron a comienzos de este año riñas de vecinos con grupos de peruanos avecindados allí, a los cuales acusaron también de ensuciar las calles y organizar ruidosas fiestas nocturnas.

Las manifestaciones de desconfianza y rechazo hacia los extranjeros están teñidas de inconfesadas tendencias racistas, ya que son más manifiestas hacia inmigrantes con rasgos ”indígenas, 'cholos' (mezcla de indígenas y negros) y mestizos”, advirtió la periodista y escritora Mili Rodríguez.

En cambio, los negros y mulatos (mezcla de negros y blancos), que corresponden sobre todo a una pequeña inmigración cubana, son mejor acogidos por los chilenos, agregó Rodríguez.

Los inmigrantes argentinos introducen una nueva dimensión al problema, pues físicamente ”tienen un tipo más 'europeo' que los chilenos”, comentó a IPS la estudiante de Antropología Mónica Cevallos, quien asiste a una universidad privada.

Mientras los inmigrantes procedentes de países andinos trabajan en el servicio doméstico y como obreros de la construcción, la minería y otras actividades de baja calificación, los argentinos buscan empleo en la publicidad y las comunicaciones y como promotores comerciales de productos caros.

”La xenofobia e intolerancia de los chilenos estará a prueba con los argentinos, que son más extravertidos, 'cancheros' (simpáticos) y tienen un buen nivel de instrucción educacional”, señaló el investigador del Departamento de Sociología de la Universidad de Chile Ramón Silva.

El misionero brasileño Leonir Chiarello consideró correcto el propósito del gobierno chileno de proteger el empleo para sus nacionales y regular la presencia de extranjeros, sin restringirla.

”Lo que sí me preocuparía es que el gobierno cediera a presiones políticas y le atribuyera a los extranjeros problemas como la cesantía laboral”, pues diversos estudios científicos demuestran que la inmigración casi no influye en el empleo, dijo Chiarello al diario El Mercurio.

El viceministro Correa aclaró que el gobierno desea controlar la inmigración ilegal, calculada entre 15.000 y 18.000 personas, que constituye una competencia laboral desleal al posibilitar trabajos sin contrato, con bajos salarios e incumplimiento de las leyes.

La inmigración suele tener un efecto positivo sobre los países y ”muy rara vez deteriora las condiciones laborales y los servicios sociales”, afirmó la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en un informe presentado en su última conferencia bienal, celebrada este mes en Brasilia.

La Cepal indicó en su estudio que la globalización se ha caracterizado por la circulación intensiva de comercio y de capitales y el reducido movimiento de personas.

”La inmigración afecta sobre todo el bienestar de los propios inmigrantes”, concluyó la Cepal, agencia regional de la Organización de las Naciones Unidas con sede en Santiago.

La situación de Chile como receptor de inmigrantes es inédita para este país, que con el golpe de Estado de 1973 se convirtió, más bien, en fuente de un masivo éxodo hacia el resto del mundo.

En la actualidad hay todavía un millón de chilenos que residen en otros países, de los cuales 350.000 están en Argentina. Mientras, los argentinos que se han radicado en Chile son alrededor de 50.000. (FIN/IPS/ggr/mj/pr/02

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