La XV Feria del Libro de Bogotá sirvió de vidriera a una nueva generación de narradores colombianos difíciles de encasillar, pero unidos por su alejamiento del realismo mágico cultivado por el premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez.
La narrativa renace como género en este país, según los críticos, pero es muy prematuro calificar el fenómeno de nuevo boom de la literatura colombiana o latinoamericana, como el que sirvió de marco al auge editorial de García Márquez en todo el mundo en los años 60 y 70.
Lo claro es que ha surgido una corriente de nuevos escritores, unos muy jóvenes y otros de edad mediana, con mucho éxito en Colombia y que cada vez concitan más interés fuera del país, sobre todo en España, dijo a IPS Gabriel Iriarte, de la Editorial Planeta.
Esta firma española vendió en la XV Feria, que concluyó el día 6, muchos más libros de literatura que de periodismo y actualidad, cuyo auge, en los últimos años, había opacado a la narrativa.
Jorge Franco, Santiago Gamboa, Efraín Medina, Mario Mendoza, Gabriel Pabón, Rodrigo Parra, Fernando Quiroz, Alvaro Robledo, Enrique Serrano, Cristian Valencia, Juan Vásquez y Antonio Ungar se destacan entre los nuevos narradores. Lo interesante es la diversidad estilística y temática que presentan, dijo Iriarte.
Se trata de un rasgo que señalan todos los críticos: cada uno escribe de temas distintos, con técnicas y formulaciones diferentes. No hay una sola corriente, sino una atomización temática y estilística a la que se califica de sana.
Mi generación escribe lo que quiere. Hay algunos que hacen literatura documental, otros que solo aspiran a ser buenos narradores y otros más que divierten y parodian, dijo Ricardo Silva, autor de la novela Relato de Navidad en la Gran Vía.
Por su parte, Jorge Franco, autor de la novela Rosario Tijeras, prefiere no hablar de boom, sino de una renovación que responde al transcurrir del tiempo, no a una voluntad de ruptura o por instinto parricida con la generación anterior. Boom es una palabra complicada, dijo a IPS.
Franco se definió como parte de una generación que está en otro escenario, en otra circunstancia, con influencia fuerte de medios audiovisuales.
La poeta, profesora universitaria y crítica literaria Luz Giraldo comparte esta visión: a los más jóvenes les interesa mucho lo inmediato, el presente, explicó a IPS.
Hay un sentimiento de escepticismo frente a la existencia, un interés especial por la cuestiones truculentas que se expresan a través de lo policiaco, de cierto realismo crudo, pero también de cierta relación juguetona con folletines y literatura rosa, dijo Giraldo.
Los nuevos narradores reflejan en sus obras una visión de desamparo y de incertidumbre hacia el futuro, agregó. Expresan sus pesadillas reales con una gramática y un vocabulario del campo de la muerte, la violencia, la agresión, la incertidumbre, el canibalismo y el dolor, sostuvo.
Giraldo seleccionó las narraciones de la antología Cuentos caníbales, presentada en la Feria. En el prólogo, aseguró: En todos (estos escritores) la ciudad vive en sus múltiples rincones, no propiamente como un escenario que atrae, repele o absorbe, sino como un lugar que imprime unas condiciones y una manera de ser.
Para Franco —quien figura en la antología—, la catadura urbana de sus narraciones es natural. Somos escritores que nacimos y vivimos en ciudad y contamos lo que pasa en la ciudad. El escritor cuenta lo que tiene a su alrededor, dijo.
Estas nuevas plumas llaman la atención fuera del país, especialmente en España. Este interés creciente obedece, en parte, a que el negocio editorial de América Latina está dominado por las empresas españolas, dicen críticos.
Más de 80 por ciento de estos nuevos narradores han sido editados por las filiales colombianas de Alfaguara y Planeta, grandes editoriales españolas.
Los premios también han sido decisivos en este renacer de la literatura nacional. Franco ganó, con Rosario Tijeras, el premio Hammett de novela negra en Gijón. Robledo y Parra fueron finalista del premio Herralde de novela.
Pabón es el sexto colombiano en ser reconocido en el premio de cuento Juan Rulfo y Mendoza obtuvo por primera vez para Colombia el premio Biblioteca Breve Seix Garral con su novela Satanás, que figura entre las más vendidas.
Giraldo también atribuye el especial interés en la narrativa colombiana al cansancio de los lectores con realismo mágico, el estilo que cultiva García Márquez y con el cual los europeos identificaron el boom latinonoamericano.
La antóloga se refiere a un largo adiós a Macondo, el poblado ficticio que sirve de escenario a buena parte de la narrativa del premio Nobel.
El autor de Rosario Tijeras, novela que cuenta las andanzas y amores de una bella sicaria, aseguró que la realidad se ha encargado de que no queden rezagos del realismo mágico.
La realidad es tan absurda y exagerada, que no hay que tergiversarla para contarla. Contarla como es suena mágica y absurda. Se regresa a un principio fundamental de la literatura: contar historias, y eso implica contar la violencia, el amor la historia de una cosa o una casa, dijo.
Este nuevo interés de los lectores colombianos en la narrativa colombiana se explica, en parte, por el apoyo de la prensa, que incluso dedicó sus portadas al asunto, dijo a IPS la editora de Alfaguara Pilar Reyes.
El propósito de Alfaguara es seguir editando a los jóvenes y a los otros, agregó Reyes. Ser joven no es un valor: es una condición. Se ha dado un fenómeno mediático, pero es importante, para tomar decisiones editoriales, que ese fenómeno se decante en literatura, dijo.
Los escritores piensan lo mismo. Debemos responder a las expectativas escribiendo bien y escribiendo más, dijo Antonio García, otro de los nuevos narradores colombianos. (FIN/IPS/yf/mj/cr/02