El respetado y prolífico artista plástico Martin Loh decidió explorar en sus pinturas el erotismo de la anatomía masculina, pese a la amenaza de la censura en la conservadora sociedad de Singapur.
Esto es lo que soy. Creo que el arte debe ser auténtico, (…) debo celebrar la forma masculina, dijo Loh.
Su obra se difundió notablemente en la última década, en especial por las compras de coleccionistas locales e internacionales.
Para inspirarse, Loh apelaba a su legado peranakan (descendiente de chinos y malayos), pero este año sintió necesidad de explorar nuevos horizontes. Ahora que tengo 50 años, me estoy desembarazando de la culpa, explicó.
Sus atrevidos retratos de hombres desnudos llenan los lienzos de energía erótica.
Los personajes de Loh no sólo están representados en toda su gloriosa desnudez, sino que el artista enfatiza ciertas zonas anatómicas mediante descaradas ampliaciones, sostuvo un crítico de una revista de Singapur.
La compleja herencia y particular experiencia de Loh se reflejan en sus telas, llenas de rojos, amarillos y azules netos, así como en su estilo, calificado por los críticos de naif, o ingenuo, quizás a falta de una descripción más adecuada.
Cuando las galerías comenzaron a interesarse por mí, necesitaban una forma de describir mi obra, y establecieron la palabra naif porque soy autodidacto. No me importó, podía vivir con eso, rió Loh.
Pero en ocasiones resultó limitante, porque no podía moverme hacia otras cosas, otros estilos, sostuvo.
Delgado, de sonrisa contagiosa y mirada expresiva, Loh es también corredor de bolsa y dialogó con IPS en el café del edificio del banco United Overseas Bank (UOB), que cuenta con una panorámica vista del río Singapur.
En la ribera más distante brillan los modernos rascacielos, y fuera del edificio una enorme estatua del artista español Salvador Dalí monta guardia.
Me horroriza la idea de que la gente circunscriba su gusto. En este sistema uno debe saber ponerse límites, pero estas cuestiones políticas no son mi principal preocupación. La política no se ha metido en mi obra aunque soy una persona política. Lo que más me preocupa es sobrevivir como artista, dijo.
Los temas preferidos de Loh fueron la vida de los peranakan, herederos de los inmigrantes chinos que llegaron al estrecho de Malacca en los siglos XV y XVI y se unieron a las mujeres de la etnia malaya.
Aunque sus descendientes adoptaron la lengua y costumbres locales, mantuvieron muchas tradiciones chinas, conformando una identidad cultural propia.
Hijo de padre cantonés y madre peranakan, Loh creció en esa tradición. Sus primeras pinturas describían las viviendas peranakan, con la figura de la madre en un papel central.
Buena parte de sus trabajos retratan las relaciones madre-hijo en un entorno doméstico. No fue deliberado. Vino del corazón. Pero parece haber logrado cierta resonancia no sólo en Singapur, sino en otros lugares, explicó.
Una de las compradoras de su obra, la empresaria Vivian Wong, asegura que sus pinturas son muy propias de Asia sudoriental.
Su arte es local, pero tiene sentido internacional porque es único, agregó.
La vocación artística se despertó tarde en Loh. Estudió historia en la Universidad Nacional y con una beca se marchó a Estados Unidos. En la Universidad de Washington obtuvo una maestría y un doctorado en historia. Luego de cinco años retornó a su país.
Con sus títulos obtuvo un muy sencillo empleo en el Ministerio de Defensa, donde como asesor de política se dedicó a la investigación sobre varios países de la región.
Pero cuando sus jefes descubrieron su homosexualidad, no le renovaron el contrato. Se volcó entonces al periodismo, escribiendo artículos editoriales en el diario The Straits Times.
Como el nuevo empleo dejaba libres sus mañanas, comenzó a pintar. El periodismo sostuvo al arte, pero luego de dos años le costó decidir por uno u otro, entonces decidió convertirse en corredor de bolsa.
Necesitaba algo que me diera independencia y en definitiva, sea lo que sea y piense lo que piense, este trabajo me la da, aseveró. Loh continúa trabajando como agente de un grupo de clientes de la firma Kay Hian, subsidiaria del grupo UOB.
En 1992 contaba con suficientes pinturas para montar su primera exposición, que se llamó Imágenes naif de días pasados. Todas las obras se vendieron.
Me sorprendió ese éxito. ¿Por qué ningún artista había elegido retratar a las mujeres peranakan? ¿Quizás por la formación que recibieron en la escuela de arte? Entonces me dije que tenía su lado bueno no haber recibido una educación artística formal, sostuvo.
Desde entonces, Loh reiteró sus exhibiciones casi todos los años en Singapur y Tailandia. Algunos de sus trabajos se encuentran colgados en restaurantes, centros deportivos y lugares públicos de esta ciudad estado.
El Museo de Arte Moderno de Singapur también adquirió varios trabajos para su acervo.
Con el éxito, el valor de sus telas comenzó a aumentar. Las más pequeñas (30 x 20 centímetros) se cotizan a 1.100 dólares, mientras las mayores llegan a 2.800.
La próxima exhibición, prevista para fines de este año o comienzos de 2003, será una prueba de la aprobación o el rechazo del público a sus nuevos rumbos.
Loh ni siquiera está seguro que se le permita realizar una muestra pública. Sus hombres desnudos se han exhibido hasta ahora en exposiciones privadas a las que se accede por invitación.
A medida que envejezco me vuelvo más diferente al resto y ese es mi dolor y puede ser mi ruina en esta sociedad. Pero la vida no se puede tomar tan seriamente, concluyó. (FIN/IPS/tra- eng/am/js/dcl/cr/02