Elías Badawi, de 72 años, es un respetado artesano libanés dedicado a la confección de imágenes religiosas. Su talento permaneció oculto hasta que a los 55 años un quebranto de salud lo obligó a abandonar su oficio de conductor de taxi.
Badawi es ya una celebridad en Líbano, donde muchas familias cristianas cuelgan sus iconos dorados, que reproducen imágenes de Jesús, la virgen María y los santos.
No sé cómo lo hago. He intentado explicárselo a mi familia, pero no puedo. Sólo lo hago, dijo el artista. Al principio sus familiares no salían del asombro que les provocó su transformación, pues nunca antes había dado muestras de semejantes intereses.
Cuando está creando, Badawi entra en una suerte de trance, explicó su esposa. No escucha a nadie. Se va a otro mundo, afirmó.
Todo comenzó en 1985, cuando un ataque cardíaco lo sorprendió mientras conducía su taxi. Luego de una cirujía, los médicos le dijeron que ya no podría conducir. Debía buscar una nueva fuente de ingresos y, pese a que nunca fue devoto, comenzó a rezar.
Entonces recordó un viaje a Rusia en 1955, cuando integraba un equipo de fútbol de su país. Revivió el momento en que visitó una iglesia y quedó impactado ante una imagen. Era la más hermosa que había visto, de un estilo único de Rusia, recordó Badawi.
El taximetrista se decidió a intentar reproducir dos imágenes parecidas, con el fin de obsequiarlas a los médicos que lo habían operado.
Apareció entonces en su casa con madera, hilos dorados, cristales de colores y otros materiales, y trabajó durante horas en una pequeña mesa de la cocina de su pequeño apartamento.
No sabía cómo hacerlo hasta que lo hice. No podía detenerme. Un muro se erigió a mi alrededor durante esos días. No escuché ni sentí nada. Sólo sabía que tenía que seguir trabajando, relató.
Badawi se obsesionó durante varias semanas. En ocasiones se daba cuenta de que había estado despierto toda la noche cuando su esposa entraba a la cocina para preparar el desayuno.
Al fin, concluyó las dos imágenes y decidió mostrarlas a su hermano, el sacerdote católico Nicolás Badawi, antes de entregarlas a los cirujanos.
Nicolás quedó impactado a tal punto que decidió quedarse con las imágenes y le pidió que hiciera más. Meses después, Badawi contaba con 25 obras con las que su hermano llevó a cabo una exhibición en su iglesia.
El éxito fue rotundo. Decenas de personas querían comprar las imágenes, lo que dejó perplejo al nuevo artista, pues nunca había pensado venderlas. De hecho, fueron sus amigos quienes le ayudaron a ponerle precio.
Me puse muy nervioso. Temblaba de ansiedad por saber qué diría la gente. Pero así fue cómo ocurrió. De pronto esto se convirtió en mi profesión, dijo Badawi.
Con los años fue ganando reputación, personajes importantes del país y del exterior acudían a sus exposiciones, siempre estimuladas por su hermano Nicolás.
Pero en 1990 una tragedia sacudió a la familia. El sacerdote murió, herido por una bala perdida en la calle. El artista se sumió aún más en su trabajo.
Aunque parezca increíble, Badawi sigue desde hace 17 años trabajando en la misma mesa de su cocina. Guarda sus herramientas en una caja de galletas y los hilos dorados y vidrios de colores en la despensa. Es todo lo que necesito, afirmó.
Badawi pasa día tras día en su mundo de imágenes, hasta que su esposa le golpea el hombro y le recuerda que debe alimentarse. El médico le aconsejó que redujera sus jornadas, pero fue inútil. No puedo parar. Está en mí, aseguró.
Hace algunos años Badawi procuró transmitir su técnica a los dos hijos, pero cuando se presentó la primera clase no pudo abrir la boca. No pude hacerlo. Yo mismo no sé qué voy a hacer hasta que me siento y lo hago, dijo.
Badawi se apena por no poder transmitir su don, pero lo consuela saber que sus obras quedarán para la posteridad. (FIN/IPS/tra-eng/rh/ss/rp/dcl/cr/02
