Cuarenta y seis personas murieron y cientos de miles fueron evacuadas en Kenia por las graves inundaciones y deslizamientos de lodo que se prolongan desde hace dos semanas.
Mientras se prevé la continuación de las lluvias por varias semanas, trabajadores de salud y socorristas reclaman al gobierno que declare el estado de emergencia nacional.
Quince personas perdieron la vida sepultadas en sus viviendas por avalanchas de piedras y lodo, y 31 murieron al ser arrastradas por la corriente junto con sus casas o automóviles.
Cinco de las ocho provincias del país, en el oeste de Kenia, son las más dañadas por las lluvias. Son las provincias más pobladas, que centralizan además la actividad económica, explicó Donald Epaalat, presidente de la Asociación Nacional de Enfermería (NNA),
El presidente Daniel arap Moi visitó el martes a las víctimas de la central Provincia Oriental, donde unas 150.000 personas fueron evacuadas.
El gobierno está asistiendo a miles de personas que han perdido todas sus pertenencias, albergadas en locales escolares e iglesias de todo el país.
Pero los socorristas advierten que la ayuda es insuficiente. Demasiada gente está sufriendo y las familias han sido desplazadas. Creo que la declaración de desastre nacional es la mejor forma de afrontar esta calamidad, sostuvo Epaalat.
Necesitamos ayudar a la población ahora, pues esperamos más lluvias en las próximas semanas. Requerimos que organizaciones benéficas se movilicen para asegurar que la situación no quede fuera de control, dijo Epaalat.
Queremos suministros de alimentos y medicinas de emergencia. El gobierno debe asegurar el bienestar a estas personas. y También queremos un entorno adecuado para que el personal de salud asista a los afectados, agregó.
Los centros de salud y hospitales de la región occidental están atestados de pacientes. Los enfermos llegan a raudales. Hay brotes de diarrea y neumonia, que afecta particularmente a niños y niñas expuestas al frío, pero también hay riesgo de brotes de otras enfermedades, dijo Epaalat.
En las áreas más altas se multiplican los casos de malaria, pues las lluvias propician la proliferación del mosquito que la propaga.
La Cruz Roja nacional teme un brote de cólera entre la población albergada en refugios improvisados, que carecen de agua potable y saneamiento.
Las viviendas han sido cubiertas completamente por las aguas, por lo que los daños posteriores serán enormes, apuntó el secretario general de la Cruz Roja, Abbas Gullet, luego de haber recorrido en avión las zonas occidentales afectadas.
Incluso (la occidental ciudad de) Kisumu (la tercera del país), está inundada y el surgimiento de aguas servidas constituye un grave riesgo sanitario para la población de esa zona, advirtió Epaalat.
En las próximas semanas, las lluvias seguirán cayendo sobre el oeste del país, según los pronósticos del Centro Meteorológico Nacional.
En las zonas más bajas, los ríos se desbordaron, inundando campos y destruyendo caminos y carreteras, de acuerdo a la Cruz Roja.
El gobierno instó a las familias que habitan áreas bajas que abandonen sus viviendas y se desplacen a zonas más altas.
Se trata del peor desastre climático que padece el país desde 1998, cuando el exceso de lluvias provocado por el fenómeno climático de El Niño causó la muerte a más de 80 personas en sólo 24 horas.
El Niño, que retornó este año, es una periódica corriente cálida que corre de sur a norte por el océano Pacífico, y provoca a su paso modificaciones climáticas locales, como sequías, exceso de lluvias e inundaciones.
La NNA reclamó a las autoridades la adopción de un programa ambiental de 10 años, que permita prevenir el peligro recurrente de las inundaciones, apelando a tecnologías de países industrializados, como Dinamarca, que debieron lidiar con la frecuente invasión de las aguas.
Debemos echar mano a técnicas para controlar las inundaciones, como la construcción de muros de contención, desagües y canales que se alimenten de los ríos principales para controlar las crecidas, sugirió Epaalat.
Lo mismo piden las organizaciones ambientalistas, que denuncian también la continua destrucción de los bosques del país. Menos de dos por ciento del territorio de Kenia está forestado, muy lejos de la recomendación internacional de 10 por ciento.
El gobierno se apresta a deforestar 65.000 hectáreas de degradados bosques públicos, para distribuir parcelas a campesinos sin tierras. Sin embargo, críticos aseguran que esos terrenos irán a manos de seguidores del partido de gobierno.
Varias organizaciones ambientalistas intentaron bloquear la medida litigando al gobierno, pero los casos fueron desestimados por los tribunales, fundándose en debilidades técnicas.
La deforestación y la ocupación ilegal de tierras del Estado conducirá a más desertificación, hambrunas y destrucción de la flora y la fauna de la cual depende el turismo, advirtieron ambientalistas. (FIN/IPS/tra-eng/ks/mn/dcl/en/dv/02