Las protestas por la política ballenera de Japón persiguieron al primer ministro Junichiro Koizumi en toda su gira por Nueva Zelanda y Australia, finalizada este viernes.
Aunque Koizumi pretendía concentrarse en oportunidades comerciales mutuas, adondequiera que fue se encontró con protestas contra la iniciativa de Tokio ante la Comisión Ballenera Internacional para reanudar la captura comercial de ballenas.
Koizumi, salve su cara, deje de cazar ballenas, decían las pancartas de miembros de la organización ambientalista Greenpeace que se manifestaron en la noche del jueves frente al hotel donde se hospedaba el mandatario en Wellington, la capital de Nueva Zelanda.
Anteriormente había estado en Sidney, donde también se encontró con protestas de ecologistas, y este viernes emprendió su regreso a Tokio.
La primera ministra de Nueva Zelanda, Helen Clark, exhortó a Koizumi a respaldar la propuesta de creación del santuario de ballenas del Pacífico Sur en su reunión de una hora con el mandatario japonés, el jueves por la noche.
No espero un cambio de opinión instantáneo, declaró Clark, quien previamente había afirmado que la captura de ballenas con supuestos fines científicos por parte de Japón no era más que una caza comercial disfrazada.
Por su parte, Koizumi declaró a la prensa que la protección de la fauna es importante para su gobierno, pero que debe realizarse sobre una base científica.
Sabemos muy bien cuál es la posición de Nueva Zelanda sobre la captura de ballenas… pero esa posición no afectará las buenas relaciones entre nuestros países, expresó.
Japón realiza una fuerte campaña de presión para derogar, en la próxima reunión anual de la Comisión Ballenera Internacional, la prohibición que ese organismo impuso a la caza comercial de ballenas hace 16 años.
Tokio abandonó la captura comercial en 1986 luego de una moratoria internacional, pero al año siguiente comenzó la caza de ballenas con fines de investigación.
Aunque ya hay reuniones preliminares de la Comisión en la ciudad portuaria japonesa de Shimonoseki, al suroeste de Tokio, las deliberaciones finales no empezarán hasta el 20 de este mes.
Australia y Nueva Zelanda presentaron esta semana a la Comisión una propuesta conjunta de formación del Santuario de Ballenas del Pacífico Sur para proteger las ballenas migratorias que fueron diezmadas en el último siglo.
El santuario protegería esas poblaciones de ballenas y permitiría su recuperación, dice el documento presentado.
La propuesta área protegida se extendería, de este a oeste, desde la isla Pitcairn hasta Papúa-Nueva Guinea, y de sur a norte, desde Fiji y Tonga hasta el ecuador.
En octubre de 2001, un foro de gobernantes del Pacífico Sur expresaron su respaldo a la creación del santuario, pero la propuesta ya fue rechazada dos veces por la Comisión y se prevé que este año tampoco alcanzará los necesarios tres cuartos de votos de los 43 países miembros.
Como segunda opción, las naciones del Pacífico Sur acordaron implementar una prohibición de la caza de ballenas en sus zonas económicas exclusivas de 200 millas náuticas.
La insistencia de esos países en la creación de la reserva irritó a la Agencia de Pesca de Japón, la cual arguyó que las ballenas consumen muchos peces y por lo tanto deben ser cazadas para que aumenten los bancos de pesca.
Los estados del Pacífico Sur deberían dejar en casa su frívola propuesta del santuario, declaró Maseyuku Komatsu, un alto funcionario de la Agencia, en abril.
Tokio está convencido de que la propuesta no prosperará porque el gobierno cuenta con el apoyo de países del Caribe a los que otorga importante ayuda para el desarrollo.
En una entrevista concedida el año pasado al canal de televisión australiano ABC, Komatsu reconoció que su gobierno utilizó herramientas diplomáticas y promesas de ayuda para el desarrollo para influir en miembros de la Comisión Ballenera Internacional.
Greenpeace afirmó que la Agencia de Pesca de Japón amplió sus esfuerzos de compra de votos a países de Africa occidental. (FIN/IPS/tra-en/bb/js/mlm/en/02