La crisis del Mercosur, agravada por la catástrofe argentina, dificulta la negociación de acuerdos comerciales precisamente cuando el bloque necesita nuevos mercados para sus exportaciones agrícolas, las más competitivas.
Los horizontes del Mercosur (Mercado Común del Sur) se ensombrecieron por la crisis económica y social de Argentina, a la que se sumaron nubarrones desde Estados Unidos, como el aumento de los subsidios agrícolas y de los aranceles al acero y el retroceso de la vía rápida para negociar acuerdos comerciales.
El clima negativo se notó en la Cumbre de la Unión Europea (UE), América Latina y el Caribe, celebrada el viernes y sábado en Madrid. El Mercosur no obtuvo de la UE los compromisos deseados, entre ellos un plazo para concluir un acuerdo comercial entre los dos bloques y la renuncia a los subsidios agrícolas.
Ese cuadro pesimista tuvo su origen en la promulgación de una ley en Estados Unidos que eleva a más de 180.000 millones de dólares los subsidios a su agricultura en los próximos 10 años y la elevación de los aranceles impuestos por ese país al acero, para salvaguardar su industria siderúrgica.
La UE, que siempre ha sido muy proteccionista, aprovecha la coyuntura para mantenerse inflexible, dijo a IPS el director ejecutivo del Centro Brasileño de Relaciones Internacionales y ex secretario de Comercio Exterior, Mario Marconini.
La ley agrícola estadounidense fortalece los argumentos de los sectores de la UE opuestos a cambios en la política agrícola comunitaria, que también concede abultados subsidios a los productores, admitió el comisario de Comercio del bloque, Pascal Lamy, entrevistado por el diario brasileño Valor.
El comercio mundial creció en las últimas décadas impulsado por las grandes potencias —Estados Unidos, Japón y la UE—, unidas a favor de la expansión del intercambio, pero ese proceso siempre dependió del liderazgo estadounidense, dijo Marconini.
Washington encabezó la liberalización comercial desde los años 30, con la intención de evitar los conflictos e incluso las guerras en el mundo, y por eso es preocupante la tendencia del actual gobierno, señaló.
Las iniciativas proteccionistas del Congreso legislativo estadounidense son usuales, pero la novedad es que ahora también el Poder Ejecutivo las acepta por razones electorales, sin fuerza para resistir las presiones de los sectores que reclaman protección, explicó Marconini.
Las perspectivas pueden hacerse más sombrías en los próximos días, por la posible imposición de severas restricciones en la Autoridad de Promoción Comercial, proyecto de ley que incluye la autorización para que el Poder Ejecutivo negocie acuerdos por la vía rápida.
Los convenios negociados por la vía rápida deben ser aprobados o rechazados en bloque por el Congreso legislativo, que no tendrá la posibilidad de introducir enmiendas parciales.
Pero el Senado estadounidense modificó el proyecto la semana pasada. La enmienda permitiría al Congreso reformar parcialmente los tratados si considera que perjudican los intereses comerciales nacionales, en alusión a la dura legislación contra el dumping (competencia desleal de precios) vigente en ese país.
Las restricciones introducidas al proyecto son una grave amenaza al sueño del Mercosur de obtener acceso a los grandes mercados agrícolas, a través de un acuerdo con la UE o con el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), proyecto que negocian 34 países, todos los del continente excepto Cuba.
Si el Congreso estadounidense no aprueba la vía rápida o la restringe demasiado, perderá todo peso la ronda de negociaciones multilaterales convocada por la IV Conferencia Ministerial de la Organización Mundial de Comercio, único ámbito en que se podrá negociar una reducción substancial de los subsidios agrícolas, observó Lamy.
En este caso, también un acuerdo entre el Mercosur y la UE no podría incluir grandes cambios, agregó.
En los últimos días, varias autoridades brasileñas, entre ellas el presidente Fernando Henrique Cardoso, se encargaron de manifestar insatisfacción por el rumbo de las negociaciones del Mercosur. La crisis argentina no es motivo para estancar un acercamiento con la UE, afirmó Cardoso.
El responsable de Integración de la cancillería, Clodoaldo Hugueney, criticó en Washington las últimas medidas proteccionistas estadounidenses, que podrían paralizar las negociaciones del ALCA, las cuales se referirán desde el próximo año a la reducción de aranceles.
Las dificultades de la integración continental enfrían también el entusiasmo europeo por un acuerdo comercial y político con el Mercosur, impulsado en un inicio para evitar la total hegemonía estadounidense en el hemisferio.
Las dificultades económicas de los países del Mercosur — Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay—, acentuadas por la crisis del primero, convierten la liberalización del comercio agrícola en una cuestión crucial para el bloque.
Se trata del sector en que esos países son competitivos y obtienen gran superávit comercial, cerca de 20.000 millones de dólares en el caso brasileño. Para Argentina, es cuestión de vida o muerte, clave para superar su actual crisis.
Por eso el gobierno argentino se dispone a aceptar una propuesta de la UE de ampliar las cuotas de importación del bloque, para avanzar en las negociaciones ante las dificultades para eliminar los subsidios y las barreras agrícolas europeas.
El gobierno brasileño, inicialmente opuesto a la idea, dio señales de adherirse, ante las presiones de Argentina y Uruguay, duramente afectados por la crisis.
Brasil podrá aceptar el aumento de las cuotas, pero con reciprocidad, es decir con el Mercosur fijando también cuotas para la importación de productos industrializados europeos, dijo a la Agencia Estado este miércoles el secretario de Producción del Ministerio de Agricultura, Pedro de Camargo Neto. (FIN/IPS/mo/mj/if dv/02