La violencia impuesta por los señores de la guerra en Afganistán pone en peligro la creación de un gobierno democrático y multiétnico en este país destruido por 23 años de guerra, advirtieron este jueves funcionarios de la ONU.
El Consejo de Seguridad de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) extendió por seis meses la permanencia de la fuerza internacional que controla Kabul, pero se negó a ampliar su mandato más allá de la capital, por temor a que sus efectivos queden atrapados en el fuego cruzado de facciones rivales.
La fase inicial hacia un gobierno estable es la reunión de la loya jirga, una asamblea tradicional de líderes tribales y políticos, que corre riesgo por la situación de inseguridad que vive el país, dijo ante el Consejo de Seguridad el subsecretario general para Asuntos Políticos del foro mundial, Kieran Prendergast.
Esta asamblea es la primera etapa de un plan aprobado en 2001 por una conferencia de representantes de etnias y facciones afganas, bajo el auspicio de la ONU, que debe concluir con la aprobación de una constitución democrática y el llamado a elecciones.
Está claro que diferentes zonas del país permanecen bajo el dominio de diversos comandantes, sostuvo Prendergast.
La reunión de la loya jirga, prevista para mediados del mes próximo, es considerada como el hecho político más importante desde la formación del gobierno interino, respaldado por Estados Unidos, en diciembre pasado.
Prendergast admitió que algunos de los señores de la guerra son leales a integrantes del gobierno interino encabezado por Hamid Karzai. Pero esto no los hace necesariamente leales al gobierno interino en sí mismo, y ésta es una distinción importante, advirtió.
Algunos de esos líderes califican a Karzai como un secuaz de Estados Unidos, y un títere estadounidense.
El funcionario señaló a Bacha Khan Zadran, quien controla las orientales provincias de Khost y Paktia, donde las fuerzas estadounidenses se han afanado por capturar a los fugitivos integrantes de la red Al Qaeda, a la que Washington responsabiliza de los atentados del 11 de septiembre.
Karzai declaró a Zadran asesino requerido y ordenó a su emisario Hakim Taniwal que lo expulsara, pero sin resultados.
Karzai no es nada. Es un hombre común, apenas la cabeza temporal del gobierno interino, pues nadie lo respalda, dijo Zadran la semana pasada al desafiar los infructuosos intentos de Kabul por capturarlo.
La comunidad internacional recibe mensajes confusos de Afganistán, sostuvo el embajador de Japón, Motohide Yoshikawa, cuyo país está destinando millones de dólares en asistencia al país de Asia central.
Aunque es alentador saber que los preparativos para la loya jirga continúan, los enfrentamientos armados de baja intensidad son frecuentes en diferentes partes del país, sostuvo Yoshikawa ante el Consejo de Seguridad.
Hay intentos de intimidación que pueden afectar el proceso de la loya jirga. Esto preocupa profundamente a mi delegación, agregó.
Mohammed Rahim, delegado a la loya jirga por la central provincia de Ghor, fue asesinado la semana pasada.
Aún no hay evidencias de motivación política, pero estamos examinando el caso, dijo el martes a la prensa el portavoz de la ONU en Kabul, Manoel de Almeida.
La asamblea no se reunirá en un estado de seguridad absoluta. Claramente la situación es aún muy fluida y Estados Unidos seguirá observando la cuestión, dijo el embajador de Estados Unidos, Richard Williamson.
Creemos que los esfuerzos de la coalición (militar aliada de Estados Unidos) para afrontar los imperativos de seguridad más allá de Kabul han sido exitosos hasta la fecha, añadió.
El gobierno interino debe reafirmar su autoridad pero tiene poca capacidad para hacerlo, estimó Prendergast.
El principal respaldo de Karzai son los 4.500 efectivos de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad, comandada por Gran Bretaña, y creada el año pasado por el Consejo de Seguridad.
Pero su mandato se limita al control de la capital, y pese a los pedidos de Karzai, el Consejo se negó este jueves a extender sus potestades al resto del territorio.
Según Prendergast, la creación de un nuevo ejército afgano tendrá un costo de 300 millones de dólares en el primer año.
Diez países —Alemania, Bangladesh, China, Estados Unidos, Gran Bretaña, India, Irán, Italia, Pakistán y Turquía—, prometieron ayudar a conformar una fuerza militar de 80.000 efectivos, suministrando armamentos y entrenamiento.
Además, Afganistán contará con una fuerza policial nacional de 70.000 integrantes.
El gobierno interino destinó 235 millones de dólares el gasto militar de este año, fundamentalmente para la compra de armas y el pago de salarios a los soldados.
Parte del dinero también se dedicará a reconstruir edificios e instalaciones militares, destruidos en los 23 años de guerras que se iniciaron con la ocupación militar de la Unión Soviética en 1979, y el posterior conflicto civil armado, que se prolongó hasta 1996.
El movimiento islámico Talibán asumió el control de tres cuartas partes del país y se inició un periodo de relativa calma que concluyó en octubre, cuando Estados Unidos y Gran Bretaña iniciaron los bombardeos contra el Talibán y el saudita Osama bin Laden, acusado de pergeñar los ataques suicidas del 11 de septiembre.
Washington se propone incrementar y acelerar la asistencia militar al gobierno interino por las amenazas de múltiples ejércitos en las provincias afganas, dijo en abril el enviado especial de Estados Unidos al país, Zalmay Khalilzad.
El país también necesita 80 millones de dólares para desmovilizar y reintegrar a la vida civil a unos 200.000 ex combatientes, sostuvo Prendergast.
La creación de nuevos órganos de seguridad llevará tiempo, por eso deseo recordar al Consejo que la situación en Afganistán y en especial en los alrededores de Kabul sigue siendo motivo de gran preocupación, concluyó. (FIN/IPS/tra-eng/td/dcl/ip/hd/02