El desempleo continúa siendo un mal endémico en Venezuela, pese a la caída registrada el año pasado, a lo cual se sumó una merma en la cantidad de trabajadores en la economía informal, según datos gubernamentales.
Uno de cada ocho venezolanos en condiciones de trabajar siguen sin empleo, mientras uno de cada dos que labora lo hace sin contar con todos los derechos correspondientes, indica el último informe del estatal Instituto Nacional de Estadística (INE).
El desempleo se ubicó al finalizar el año pasado en 12,1 por ciento de la población económicamente activa, lo cual equivale a casi 1,4 millones de trabajadores desocupados.
Este porcentaje, sin embargo, muestra un importante retroceso de la desocupación respecto de 2000, cuando se ubicó en 16 por ciento, y de 1999, que llegó a 17 por ciento, el máximo histórico de este país que en los años 70, de auge petrolero, se ufanó de haber alcanzado pleno empleo.
Venezuela, con más de 24 millones de habitantes, tenía al momento de realizarse la investigación del INE una población activa de 11,2 millones de personas.
Las estadísticas detallan, además, que la economía informal empleaba al finalizar 2001 a unos 4,8 millones de personas, 49,7 por ciento del total de trabajadores ocupados.
Se trata de un retroceso relativo respecto del cuarto trimestre de 2000, cuando la ocupación en ese sector se ubicaba en 53,6 por ciento del total de trabajadores con empleo.
La economía informal abarca a los vendedores ambulantes, llamados buhoneros en Venezuela, a las pequeñas empresas apartadas de distintas formas de la actividad legal, a muchos trabajadores independientes y a empleados y empleadas domésticas, entre otros.
El informe del INE detalla que el sector más afectado por el desempleo es la construcción, con 20,3 por ciento, seguido de los servicios financieros, con 12,8 por ciento, del manufacturero, con 10,8, el comercio, con 10,4, y por la agricultura, con 6,8 por ciento.
Por otra parte, se informa que el área estatal absorbe a más de 1,4 millones de trabajadores, que equivale a 14,3 por ciento del total, mientras que en la actividad privada laboran casi ocho millones de personas.
Respecto del ingreso, la Confederación de Trabajadores de Venezuela, la mayor central sindical del país, indica que aproximadamente la mitad de quienes trabajan reciben un sueldo mensual igual o apenas superior al salario mínimo nacional de 158.400 bolívares (unos 180 dólares).
El consultor laboral Oscar Meza contrastó ese ingreso de base con el precio de la canasta alimentaria (ingesta mínima durante un mes de una familia de cinco personas) que ronda los 360 dólares, y con el de la cesta básica (alimentos y servicios), que es el doble de ese valor.
En tanto, el sociólogo Tomás Páez advirtió que la productividad de la fuerza laboral venezolana, a su entender la única manera de mejorar el salario de los trabajadores, ha descendido de manera constante en los últimos 25 años.
Páez explicó que la baja productividad está relacionada con un muy pequeño tejido empresarial, ya que 98 por ciento de las 480.000 empresas existentes en el país son pequeñas o medianas.
Más aún, hay un severo problema de capacidad ociosa. El Observatorio de la Pequeña y Mediana Industria, que dirige Páez, registra firmas que, con plantas para absorber 300 trabajadores, emplean sólo a 180 en la actualidad.
Se trata de un círculo vicioso, apuntó. Si el subempleo y la desocupación suman 60 por ciento o más de la fuerza laboral, su capacidad de compra es muy menguada y el mercado se contrae, por lo cual no se pueden crear nuevos puestos de trabajo, agregó.
El otro problema asociado es la escasa formación de la mano de obra venezolana. Según el estudio de Páez, 55 por ciento de los trabajadores tienen una formación menor a los seis años de instrucción básica y 75 por ciento no ha podido completar la educación secundaria, es decir los 11 años de escolaridad.
La investigación del experto añade que las mujeres están en peor situación que los hombres en todos los indicadores. Tener recursos humanos con esos niveles de formación equivale a lanzarlos al desempleo, resumió Páez.
Subrayó la necesidad de incentivar, mediante la inversión pública en infraestructura, ala industria de la construcción, para dinamizar una parte del mercado, así como instrumentar planes de capacitación y descentralizarlos para que alcancen a todo el país. (FIN/IPS/jz/dm/lb if/02