RUSIA: Nueva ola de violencia racial

Los brotes de racismo y xenofobia se agravaron en los últimos meses en Rusia, pese a los reiterados compromisos del gobierno de combatir el extremismo ultranacionalista.

El presidente Vladimir Putin sostuvo este jueves en su discurso sobre el Estado de la Nación que las bandas extremistas son grupos del crimen organizado, exponiendo la preocupación gubernamental por la violencia xenófoba que se abate sobre los extranjeros, desde diplomáticos hasta estudiantes.

El mandatario reconoció que la policía y la justicia carecen de legislación para combatir eficazmente a los ”cabezas rapadas”, jóvenes integrantes de esos grupos violentos que acostumbran a afeitar sus cabezas.

Putin prometió así mismo que el parlamento discutirá un proyecto de ley de combate al extremismo.

Los consulados de siete repúblicas ex soviéticas en Moscú pidieron la semana pasada al Ministerio de Asuntos Exteriores que alertara a la policía sobre los ataques de cabezas rapadas en Moscú.

Los cónsules de Armenia, Azerbaiyán, Georgia, Kirguisztán, Kazajstán, Tadyikistán y Uzbekistán firmaron una carta donde relataban las reiteradas denuncias de ciudadanos de sus países sobre acoso y ataques padecidos sobre todo en el tren subterráneo (metro) y los mercados callejeros de la ciudad.

El incidente más grave se produjo el lunes, cuando un grupo de cabezas rapadas golpearon en el centro de Moscú a Abdul Hakrid, un intérprete afgano de 35 años, que trabajaba en el Servicio Federal de Migración. Hakrid, casado con una ciudadana rusa y padre de cuatro hijos, murió por los golpes al día siguiente.

La embajada de Afganistán envió una nota oficial a la cancillería rusa reclamando medidas contra la violencia xenófoba.

Muchas sedes diplomáticas recibieron este mes mensajes de correo electrónico prometiendo embestidas violentas contra los extranjeros.

El presunto origen de la amenaza es la Unidad Nacional Rusa (UNR), una organización ultranacionalista que deslindó su responsabilidad con los mensajes.

La UNR es un grupo paramilitar que utiliza insignias similares a la cruz esvástica del nazismo, el régimen nacional-socialista de Adolf Hitler que gobernó Alemania entre 1933 y 1945 y desató la segunda guerra mundial.

Luego de las marchas de miembros de la UNR por la capital en 2000, el alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, prometió combatir el extremismo y prohibió los actos de la organización en la ciudad.

Así mismo, el Tribunal Supremo de Justicia ratificó un fallo judicial que prohíbe reuniones y actos públicos de la UNR.

La fuerza policial está ”preocupada” por las amenazas y la violencia extremista, y las instituciones encargadas de combatirlas han sido equipadas para ello, dijo el miércoles el ministro del Interior, Boris Gryzlov.

Estas organizaciones, creadas a semejanza de los neonazis de Europa occidental, han ganado cierta influencia en la población joven pobre de muchos estados ex soviéticos.

El domingo, un grupo de adolescentes atacó una sinagoga judía en Kiev, capital de Ucrania, destrozando ventanas al grito de ”maten a los judíos”.

La violencia en el aniversario del nacimiento de Hitler, el 20 de abril, ya es tradicional. El año pasado, cabezas rapadas rusos destruyeron un mercado callejero típico de la etnia azerí.

En 2000, unos 200 adolescentes armados con barras de metal atacaron otro mercado callejero en el sur de Moscú profiriendo el tradicional saludo nazi de ”Heil Hitler”.

El fenómeno es particularmente curioso en Rusia, donde la victoria militar contra la Alemania nazi aún es celebrada como una gran fiesta nacional, y la figura de Hitler es resistida inclusive entre los racistas y extremistas de derecha.

Luzhkov aseguró que la policía moscovita está en alerta y protegerá las misiones diplomáticas, el metro, las estaciones de tren y los centros comerciales.

Sólo en Moscú hay unos 20.000 extremistas, entre fanáticos de fútbol, miembros de la UNR y demás cabezas rapadas, según estimaciones oficiales. La UNR asegura contar con 5.000 seguidores en la capital.

La policía no lleva estadísticas de ataques racistas, pues no los considera un problema extendido, pese a que muchos jóvenes moscovitas han sido arrestados por esos actos.

El acoso y agresiones a los estudiantes extranjeros tienen un impacto desastroso en el sistema educativo y en la imagen internacional del país.

Varias universidades han contratado servicios de seguridad y formado equipos de autodefensa para proteger a unos 70.000 estudiantes extranjeros.

La Universidad para la Amistad de los Pueblos de Moscú, también conocida como Universidad Patrice Lumumba, destina casi 250.000 dólares por año al pago de unos 200 guardias privados que controlan las áreas de dormitorios y clases, donde se alojan unos 3.700 estudiantes del exterior.

En marzo, 20 estudiantes de Africa, Asia y América Latina de la Universidad Médica de Rostov, en Rusia meridional, decidieron abandonar el país, cansados del continuo acoso y agresiones de racistas locales.

El Instituto SamYuk de Sajalin, en la región oriental, también adoptó medidas para proteger a estudiantes y profesores extranjeros, luego de una advertencia del consulado japonés sobre posibles brotes de violencia el próximo 20 de abril.

Ante la indiferencia de algunas universidades, varios estudiantes extranjeros crearon sus propios cuerpos de autodefensa que custodian los lugares donde se hospedan, armados con palos, según la Asociación de Estudiantes Extranjeros en Rusia.

Más de 100 personas, muchas de ellas estudiantes, fueron asaltadas por cabezas rapadas en Moscú entre enero y marzo, y cuatro de las víctimas murieron, afirmó la Asociación.

Desde mayo de 2000, ciudadanos de 23 países sufrieron ataques racistas en Moscú, agregó la Asociación.

Aunque la Constitución prohíbe los pronunciamientos que ”inciten el enfrentamiento étnico”, muy pocas personas han sido castigadas por tales manifestaciones. El parlamento aprobó una ley que prohíbe los símbolos nazis y proscribe a los partidos que ejerzan el ”extremismo político”.

Durante el régimen de la Unión Soviética, la propaganda estatal insistía en que el pueblo soviético era una feliz familia de naciones.

Pero en Occidente, Rusia es frecuentemente vista como una sociedad racista debido a los incidentes antisemitas, el apoyo público a la guerra en Chechenia y la continua hostilidad hacia la nacionalidad caucásica.

Encuestas de opinión pública revelan el rechazo explícito hacia ciertos grupos étnicos, en particular los africanos.

Aunque se consideran sinceros los compromisos gubernamentales sobre el combate al ultranacionalismo, los brotes de violencia xenofóbica siguen fuera del control de las autoridades. (FIN/IPS/tra-eng/sb/sm/dcl/hd/02

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