Cinco meses de lucha por el gobierno de Madagascar entre Didier Ratsiraka y Marc Ravalomanana han causado pocas bajas, pero sus graves consecuencias económicas incluyen la pérdida de unos 20.000 empleos.
Según el Banco Mundial, el costo de la crisis política es unos 12 millones de dólares por mes, y que pueden perderse otros 80.000 puestos de trabajo si ambos políticos no llegan a un acuerdo.
Todo comenzó tras las elecciones del 16 de diciembre, en las cuales ningún candidato logró más de la mitad de los votos según un informe de la Comisión Nacional Electoral.
Ratsiraka, ex dictador (1977-1993) y luego presidente elegido en forma democrática para dos periodos consecutivos de gobierno, incluyendo el más reciente, se apoya en ese informe para reclamar la realización de una segunda vuelta, de acuerdo con las leyes electorales vigentes.
Ravalomanana, próspero empesario y líder populista, sostuvo en enero que los datos oficiales eran falsos y que él había recibido 52 por ciento de los votos, tras lo cual logró controlar la capital, autoproclamarse presidente e instalar un gabinete de ministros.
Ratsiraka ejerce su cuota de poder desde la oriental ciudad natal de Toamasina, donde nació, el principal puerto del país, e impide desde hace dos meses el envío a Antananarivo de combustible y otras importaciones básicas.
El fin de semana, la destrucción con explosivos de dos carreteras reforzó el bloqueo de la capital, donde ya casi no se ven automóviles en movimiento, y han debido cerrar numerosos comercios y fábricas, debido a falta de suministros e imposibilidad de exportar.
Una huelga general impulsada por Ravalomanana en enero para apoyar su reivindicación de la presidencia, y mantenida hasta el mes pasado, contribuyó también a la actual crisis económica.
La Organización de la Unidad Africana y la Organización de las Naciones Unidas enviaron mediadores al país y propusieron la realización de una segunda vuelta electoral, pero no lograron acuerdos.
Esta semana, una delegación de la Unión Europea pidió a Ratsiraka que levante el bloqueo de la capital por motivos humanitarios.
Acaparamos keroseno para los generadores de emergencia, por si nos quedamos sin corriente eléctrica, dijo una enfermera de hospital al diario Midi Madagaskara, editado en la capital y defensor de Ravalomanana.
La población también acumula alimentos, velas y otros productos básicos, en la medida de sus posibilidades, y florece un mercado negro, como si la ciudad estuviera bajo sitio.
Partidarios de Ravalomanana se tomaron esta semana el sudoccidental puerto de Manakara, en la provincia de Fianarantsoa, a unos 400 kilómetros de Antananarivo, con la intención de romper el bloqueo.
El gobernador de esa provincia, Phillipe Emilson, apoya a Ratsiraka y resiste en su mansión acompañado por policías, negándose a renunciar a su cargo, pero perdió el control de Fianarantsoa una breve escaramuza en la cual murió un soldado.
Seguidores de Ratsiraka dinamitaron en Natinafosky un puente de la ruta que une Manakara y Antananarivo, y otro en Miandriavazo, entre la capital y el occidental puerto de Morondava, controlado por partidarios de Ravalmanana, para evitar la ruptura del bloqueo.
Según Radio Nacional de Madagascar, en Morondanava se acumulan cargamentos de combustible sin que sea posible transportarlos a la capital.
El carismático Ravalomanana ha instalado un sitio en Internet, la red mundial de computadoras, en el cual reivindica que es el legítimo presidente del país, y se refiere a su oponente, ex militar, como almirante Ratisraka.
El resultado de seis años consecutivos de creciemiento económico está en peligro, y muchos temen que el conflicta pierda el carácter casi incruento que ha tenido hasta ahora.
La comunidad internacional no reconocerá a Ravalomanana como legítimo gobernante de Madagascar sin una segunda vuelta electoral, o en su defecto un referendo nacional probatorio de apoyo popular, dijo a IPS un diplomático de Africa Austral en Madagascar que no quiso ser identificado.
Ravalomanana no debería temer una segunda vuelta, aunque esté convencido de que ganó la primera, comentó el activista humanitario sudafricano Jason Ndaba.
Puede ganar el reconocimiento internacional y el fin del bloqueo, y no tiene nada que perder si el pueblo lo apoya como él dice, añadió. (FIN/IPS/tra-eng/jh/mn/mp/ip/02