El inesperado segundo puesto del candidato de extrema derecha Jean Marie Le Pen en la primera vuelta de la elección presidencial celebrada el domingo en Francia, condujo al país a una crisis política e institucional sin precedentes.
El actual presidente Jacques Chirac, de la conservadora Unión por la República, obtuvo 19,6 por ciento de los votos, mientras Le Pen, del Frente Nacional, alcanzó 17 por ciento, resultados que los colocan como únicos postulantes para la segunda vuelta, prevista para el 5 de mayo.
El primer ministro y candidato del Partido Socialista, Lionel Jospin, barrido de la carrera presidencial al haber logrado apenas 16 por ciento de los sufragios, manifestó su voluntad de renunciar al cargo y retirarse de la actividad política.
Por primera vez desde 1958, cuando se introdujo el actual sistema electoral, ningún candidato de la izquierda pugnará en el balotaje por la presidencia, que se dirimirá entre aspirantes de la derecha y la extrema derecha.
Le Pen es un ex oficial militar de notorias convicciones racistas, que se negó a saludar a los campeones franceses de origen africano en los Juegos Olímpicos de 1996 arguyendo que no representaban adecuadamente a su país.
En 1998 fue proscripto del proceso electoral por un año luego de asaltar a una mujer socialista en un suburbio de París. Le Pen considera que el holocausto perpetrado por el régimen nazi de Alemania contra los judíos europeos durante la segunda guerra mundial fue un mero detalle de la historia.
En la campaña electoral que lo condujo a un victorioso segundo puesto, Le Pen prometió una masiva expulsión de inmigrantes, una política social basada en el origen racial y el fin de la participación de Francia en las instituciones de la Unión Europea, incluyendo la unión monetaria vigente desde enero.
Ahora se enfrenta a Chirac, un adversario al que atacará con saña. El actual presidente, con una trayectoria política de más de 30 años, ofrece muchos flancos débiles y arrastra un pesado legado de acusaciones de corrupción.
Varios fiscales que investigan la gestión de Chirac como alcalde de París (1978-1987) lo acusan de ser el centro de una vasta red de corrupción destinada a financiar a su partido y a su propio enriquecimiento.
De hecho, el presidente debió soportar el frecuente grito de ladrón y mentiroso en varios actos públicos de su campaña electoral.
El escaso respaldo que ambos cantidatos lograron el domingo expone las dimensiones de la crisis política francesa, afirmó el director del diario Liberation, Serge July.
En efecto, los dos aspirantes apenas lograron en conjunto algo más de un tercio de los votos emitidos.
Según una encuesta publicada el domingo por la noche, Chirac resultará ganador el 5 de mayo con más de 75 por ciento de los votos, muchos de los cuales serán una manifestación del rechazo a Le Pen.
Varios dirigentes de izquierda anunciaron la convocatoria a un frente democrático nacional para impedir la victoria de Le Pen.
La candidata Noel Mamerre, del Partido Verde, que obtuvo 5 por ciento de los sufragios, se sumó a la propuesta y anunció que votará a Chirac en mayo.
Pero otros políticos izquierdistas parecen tomar otro camino. La ministra socialista de Familia, Infancia y Discapacidad, Segolene Royal, rechazó la coalición a favor de Chirac.
La candidata trotskista Arlette Laguiller, votada por 6 por ciento de los electores, sostuvo que no respaldará a Chirac en la segunda vuelta. Queremos combatir a Le Pen, pero no lo haremos apoyando a un candidato inmoral como Chirac, afirmó, una postura similar a la adoptada por algunos comunistas.
Jospin atribuyó su derrota a la atomización de la izquierda nacional, que concurrió a la elección con seis candidatos. La postulación de Laguiller y una abstención de 28 por ciento le quitaron al renunciante primer ministro casi dos millones de potenciales votos.
Miles de jóvenes manifestaron el domingo y este lunes en varias ciudades contra Le Pen y reclamando la anulación de la segunda ronda electoral.
Ante una opción política limitada a candidatos de derecha, las personas pueden no sentirse motivadas a votar. Las abstenciones podrían erosionar aún más la legitimidad del nuevo presidente, arguyó Helene Miard Delacroix, profesora de ciencia política de la Universidad de la Sorbona.
Ante la defección de Jospin, el parlamento deberá proclamar a otro primer ministro socialista, que presidirá el gobierno hasta junio del año próximo, cuando se celebren elecciones legislativas.
Desde la instauración de la Quinta República en 1958, el poder político es compartido por un presidente a cargo de la defensa y la política exterior, y un primer ministro que maneja la economía y el resto de los asuntos de gobierno, pero con injerencia en esas dos áreas.
En los últimos cinco años, la cohabitación del conservador Chirac en la presidencia y el socialista Jospin al frente del gobierno agotó el sistema, según varios analistas que reclaman una sexta república, que adopte un modelo parlamentarista o presidencialista, al estilo de Estados Unidos. (FIN/IPS/tra- en/jg/ss/lp-dcl/ip/02