Egipto descartó la posibilidad de cortar sus vínculos económicos con Israel, aunque el presidente Hosni Mubarak anunció la suspensión de todos los lazos con ese país excepto los que sirvan a la causa palestina.
El anuncio presidencial de la semana pasada llevó a muchos egipcios a creer que el gobierno interrumpiría las relaciones comerciales con el estado judío, pero las autoridades aclararon que el intercambio continuará, tanto a través del sector público como del privado.
No contamos con los instrumentos necesarios para detener el comercio con Israel, declaró un funcionario del departamento de Comercio Exterior. No es el momento adecuado, agregó.
Esta aclaración decepcionó a gran parte de la población, que pretendía medidas más duras en respuesta a la reocupación israelí de ciudades palestinas en Cisjordania.
Sin embargo, medidas como la expulsión de empresas israelíes de Egipto sólo agravarían el alto desempleo y desalentarían la inversión extranjera, advirtieron analistas.
El volumen comercial entre Egipto e Israel se redujo desde el comienzo de la segunda intifada o rebelión palestina, a fines de septiembre de 2000.
Las importaciones de productos israelíes cayeron a 47 millones de dólares en 2001 frente a 58 millones de dólares el año anterior, mientras que las exportaciones egipcias sin contar el petróleo disminuyeron levemente a 17,9 millones de dólares, según fuentes israelíes.
Funcionarios egipcios admitieron que el comercio disminuyó, pero insistieron en que el valor real de los bienes israelíes importados, en su mayor parte textiles, productos químicos y equipos agrícolas, no llegó a 24 millones de dólares en 2001.
Mientras, las exportaciones superaron los 200 millones de dólares, principalmente de petróleo crudo y productos químicos, dijeron.
Las relaciones económicas con Israel no son muy importantes para la economía egipcia, por lo tanto sería fácil lanzar un boicot, opinó Samiha Fawzy, economista jefe del Centro Egipcio de Estudios Económicos, en declaraciones a IPS.
Sin embargo, el comercio tiene sus tiempos. Los acuerdos de importación y exportación duran varios meses, por eso no podemos detener el intercambio ahora, explicó.
Se prevé que la decisión gubernamental de suspender todas las relaciones no diplomáticas con Israel no obstaculizará la conclusión de un contrato por 3.000 millones de dólares entre la empresa Eastern Mediterranean Gas (EMG) e Israel Electric Company.
EMG es una controvertida asociación entre el grupo Mervah de Israel y varias compañías de gas egipcias, cuya principal accionista es la empresa estatal Egyptian General Petroleum Company.
En virtud del acuerdo en negociación, de 10 años de plazo, EMG proveerá a Israel Electric 1.700 millones de metros cúbicos de gas natural por año, lo suficiente para satisfacer 56 por ciento de su demanda de gas.
Fuentes empresariales revelaron que el contrato está casi cerrado y sólo queda por discutir algunos asuntos técnicos.
Confiamos en que no surgirán problemas, declaró un funcionario del Ministerio de Infraestructura de Israel, citado por el diario The Jerusalem Post.
Si bien este proyecto es importante para Israel, es más importante aún para Egipto, agregó.
Funcionarios egipcios se negaron a hacer comentarios sobre el acuerdo, pero resaltaron que los contratos de exportación sólo pueden beneficiar a este país.
También señalaron la necesidad de que ciertas empresas israelíes trabajen en Egipto, en particualr aquellas relacionadas con el desarrollo agrícola. Expulsarlas causaría más daños que beneficios, advirtieron.
Delta Textiles, una de las dos firmas textiles israelíes con operaciones en Egipto, continúa su actividad sin alteraciones.
La compañía, parte del consorcio israelí Galil Industries, se estableció en este país en 1992 junto con una firma holandesa, y es un importante proveedor de prendas de vestir de la empresa británica Marks and Spencer.
Nuestra empresa no tiene nada que ver con la política, sino con el comercio, aclaró el gerente general, Oded Beit-Halachani.
Delta opera fuera de la zona franca de la ciudad de Nasr, emplea en forma directa a 3.000 egipcios y en forma indirecta a 3.500 personas en las fábricas que le proveen los insumos.
La expulsión de la firma de Egipto aumentaría, por tanto, el ya altísimo desempleo y enviaría una mala señal a los inversionistas extranjeros.
Por esa razón, el gobierno prefiere apoyar discretamente a las empresas israelíes mientras pronuncia discursos complacientes para las masas enardecidas que protestan frente a la embajada de Israel en El Cairo.
No obstante, algunos egipcios decidieron boicotear por iniciativa propia los productos israelíes.
Nunca compraré un producto fabricado por una empresa israelí, aseguró Mohammed Amer, de 27 año, quien perdió su empleo este año.
Ningún egipcio debe respaldar a Israel mientras mata a palestinos inocentes. Debemos boicotear los productos israelíes, exhortó.
Los estados árabes iniciaron un boicot económico contra Israel desde su fundación, en 1948, pero el tratado de paz de 1979 entre Egipto y ese país abrió la puerta para el comercio bilateral directo.
Sin embargo, desde el comienzo de la última intifada palestina, los reclamos populares de reinstauración de un boicot total contra Israel aumentan o disminuyen de acuerdo con la intensidad de la violencia en los territorios palestinos.
Cámaras de comercio, organizaciones industriales y sindicatos egipcios han exhortado a boicotear los productos israelíes en forma reiterada, pero como el gobierno no está dispuesto a promover esa medida, la iniciativa queda en manos del pueblo.
Depende del pueblo. El gobierno no intervendrá, señaló Moustafa Zaki, director del departamento de importaciones de la Cámara de Comercio de El Cairo.
Lo mejor que podemos esperar es que los consumidores se nieguen a comprar productos israelíes, concluyó. (FIN/IPS/tra-en/cm/sm/mlm/if-ip/02