Las autoridades de Chile lanzaron nuevos planes de lucha y prevención contra las drogas dirigidos en especial a los niños, en respuesta a los últimos estudios que sitúan en 13 años la edad de inicio en el consumo de sustancias ilícitas.
La última novedad en esta dirección es el programa Quiero ser, presentado el 9 de este mes por la ministra de Educación, Mariana Aylwin, y la secretaria ejecutiva del Consejo Nacional para el Control de Drogas y Estupefacientes (Conace), María Teresa Chadwick.
El programa cubrirá a más de un millón de estudiantes entre 10 y 15 años en unas 4.000 escuelas y permitirá ampliar de 76 a 215 los municipios en cuyos establecimientos educacionales se llevan a cabo planes preventivos del consumo de drogas.
El programa Quiero ser es un complemento de otras iniciativas que buscan capacitar a los niños, niñas y adolescentes para que rechacen tratos con traficantes de pequeña escala de marihuana, cocaína o pastillas de éxtasis, que ofrecen sus mercancías cerca de los centros de educación.
Se trata, al mismo tiempo, de que los niños tengan capacidad de respuesta ante situaciones que los pueden inducir al consumo de drogas, como el deterioro de las relaciones en su familia o el mal rendimiento en los estudios.
El programa promueve objetivos fundamentales, como los conceptos de autoestima, autocuidado y estilos de vida saludables, dijo Aylwin.
Bajo ese prisma, la iniciativa se inscribe también en el concepto de enseñanza participativa, que orienta la reforma educacional iniciada en el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1994-2000).
Uno de los pilares de esa reforma es la doble jornada escolar, con permanencia de los estudiantes en las aulas de mañana y de tarde, para fortalecer su formación y evitar que deambulen por las calles.
Hoy estamos de lleno en el microtráfico y lo peor de todo es que los inescrupulosos de este negocio se valen de que no sabemos cómo educar a nuestros hijos para enfrentar el tema (del consumo de droga), sostuvo el senador Alberto Espina, del opositor Partido Renovación Nacional, de derecha.
Encuestas del Conace indican que 62 por ciento de los consultados considera que es fácil conseguir drogas, mientras 39 por ciento declara que sus amigos del barrio consumen alguna sustancia prohibida.
La tendencia a admitir conocimiento de la existencia de proveedores y consumidores en su entorno barrial es mayor en los sectores de bajos ingresos, mientras los segmentos más acomodados son más reacios a hablar de estos asuntos.
Pero ello no significa menor consumo entre la población rica, ya que según los estudios el fenómeno atraviesa todas las capas sociales.
Hace una década se consideraba que la adicción a las drogas comenzaba a los 17 años y se daba mayoritariamente entre los hombres. El estudio anual del Conace de 2001 estableció que el consumo aumenta por igual en ambos sexos en el grupo etario de 12 a 18 años y que la edad promedio de iniciación es a los 13.
Esa investigación determinó que entre 1998 y 2000 el consumo de drogas creció 18,27 por ciento, con 488.578 personas que ingirieron alguna sustancia ilícita en los últimos 12 meses previos a la encuesta.
Según el Conace, casi 1,2 millones de los 16 millones de chilenos son acechados por las drogas, ya que viven en sectores donde es fácil conseguirlas, no consideran que sean negativas y porque tienen amigos o compañeros de estudio y trabajo que son consumidores.
Entre los no consumidores, la propensión a las drogas es más fuerte entre los 19 y 25 años, con una tasa de 23 por ciento, y entre los 12 a 18 años, con 18 por ciento, de acuerdo al estudio.
Teresa Izquierdo, psicóloga del Conace, indicó que 23 por ciento de los estudiantes de entre séptimo básico y cuarto de la enseñanza secundaria (entre 13 y 18 años de edad) han probado drogas.
Los adolescentes que sienten cercana, acogedora y preocupada a su familia son los que menos consumen drogas o simplemente no lo hacen, señaló Izquierdo.
En segundo lugar está la influencia de los amigos, sobre todo en círculos donde no se consume drogas, pero tampoco se evita hablar de ellas y los riesgos que implican.
La psicóloga añadió como un tercer elemento que influye en los adolescentes la actitud que sus profesores muestren hacia las drogas.
Con base en un estudio de Conace de 1999, Izquierdo señaló que uno de los factores que favorece el consumo de drogas es la agresividad, ya que entre quienes aceptan conductas agresivas el nivel de consumo es de 43 por ciento, mientras es de sólo 16,6 por ciento entre quienes rechazan la violencia.
En los grupos de estudiantes donde circulan drogas, el consumo es de 52,8 por ciento.
Entre los escolares que tienen bajas calificaciones, 38,8 por ciento es fumador de marihuana, en un porcentaje que triplica al que se registra entre quienes tienen buen rendimiento en sus estudios.
Izquierdo apuntó que la prevención debe atender a niños, niñas y adolescentes que tienen una baja autoestima, que se sienten solos, les cuesta tomar decisiones o no resisten la presión grupal. Los impulsivos y arriesgados también deben ser objeto de atención, dijo.
El vivir en un ambiente social con pocas expectativas de progreso, así como la inestabilidad familiar, son elementos que pueden facilitar la decisión de evadirse con la droga, según los expertos.
También son fumadores de marihuana 52,4 por ciento de los niños y jóvenes de familias que presentan situaciones de conflicto o que uno de los padres es adicto a drogas, según estableció el Conace en su investigación.
La secretaria ejecutiva del Consejo subrayó que con los nuevos programas de prevención se busca desarrollar la autoestima de los niños e inculcarles escalas de valores y conductas saludables, trabajando también con las familias.
En marzo se presentó otro programa orientado fundamentalmente a los establecimientos de enseñanza preescolar, con el objetivo de iniciar desde temprano la creación de escudos contra las drogas.
En esos niveles se aplica una propuesta pedagógica denominada En busca del tesoro, que incluye juegos didácticos y cuentos vinculados al rechazo a las drogas y a mantener una vida sana. (FIN/IPS/ggr/dm/ip/02