DESARROLLO-ASIA SUDORIENTAL: Más represas hidroeléctricas

Países de Asia sudoriental que comparten la cuenca del Mekong promueven, siguiendo el ejemplo de Tailandia, la construcción de gigantescas represas, pese a los daños ambientales y sociales que se atribuye a esos proyectos.

Decenas de miles de personas debieron dejar sus tierras y su fuente de sustento en las últimas décadas a causa de los embalses en la región y han quedado sumidas en la pobreza sin recibir apoyo alguno.

”El gobierno no ha dejado de construir represas y ha dejado desprotegidas a las comunidades desplazadas”, dijo el vicedirector de la organización ambientalista Green Watershed, con sede en Yunnan, Yu Xiaogang.

”El modelo de desarrollo de Tailandia no ayuda a la población del área del Mekong”, que recorre 4.800 kilómetros y cuya cuenca cubre 810.000 kilómetros cuadrados, afirmó Premrudee Caoroung, de la no gubernamental Alianza para la Recuperación Ecológica y Regional (TERRA).

Premurdee y Yu participaron junto con otros expertos en un seminario de tres días que reunió a periodistas de los seis países que comparten el Mekong (Camboya, China, Birmania, Laos, Tailandia y Vietnam), el 12 río del mundo por su longitud.

En la cuenca inferior del río viven 60 millones de personas, una cifra duplicada en los últimos 30 años, según la intergubernamental Comisión del Río Mekong, con sede en Phnom Penh, que supervisa el uso de las aguas del ríos que hacen Tailandia, Camboya, Vietnam y Laos.

El arroz es el cultivo básico de la región, y constituye el principal alimento, junto con el pescado, del que han dependido generaciones de comunidades que habitan junto al río.

La pesca en la cuenca inferior rinde unos 1,75 millones de toneladas anuales, con un valor de unos 1.450 millones de dólares, según la Comisión del Río Mekong. Este volumen representa aproximadamente dos por ciento de la pesca mundial y 20 por ciento de la pesca continental.

Pero la construcción de embalses obstaculiza la pesca. La represa de Pak Mun, en Tailandia, redujo a la pobreza a las personas que subsistían de esa actividad, dijo el director de la no gubernamental Red de Ríos del Sudeste Asiático (Searin), Chainarong Srettachau.

Como consecuencia, muchos se vieron obligados a emigrar a las ciudades en busca de ingresos.

”La idea de la construcción de represas vino de Estados Unidos. El río debía ser controlado para el desarrollo”, pero los gobiernos hicieron poco por distinguir entre los beneficiados y perjudicados por esos proyectos, señaló Chainarong.

”El río y las tierras de las comunidades rurales fueron robadas para asegurar el bienestar del sector urbano e industrializado de la sociedad”, agregó el director de Searin.

En 1988, 58.000 personas fueron desalojadas del área de la represa Hoa Binh, que produce 1.920 megavatios, la mayor del sudeste asiático, construida en el norte de Vietnam.

Los residentes realizaban en el pasado dos cosechas anuales de arroz en el valle del río Da. Hoy, no logran satisfacer sus necesidades de alimentación y se ven obligados a cultivar en las laderas de las montañas que rodean el río, se indicó en una publicación de TERRA.

Mientras, las represas construidas entre 1960 y 1970 en Tailandia desarraigaron a 15.000 familias.

En Laos, más de 3.500 personas debieron dejar sus tierras a causa del embalse Nam Ngum, y ”25 años después las personas aún sufren la falta de agua potable”. Otras 5.000 personas fueron desplazadas por una represa en la provincia de Chamois, en la frontera con Vietnam.

En la suroccidental provincia china de Yunnan, dos proyectos de grandes embalses para producción de energía hidroeléctrica en el curso superior del Mekong, forzaron la migración de las comunidades que vivían a lo largo del río.

”Los proyectos se caracterizan por la falta de participación de la gente”, pues las comunidades afectadas nunca fueron consultadas, señaló Chainarong,

Pero estos argumentos deben hacer frente a la lógica empleada por los gobiernos para construir represas. En Tailandia, a partir de los años 40, los proyectos hidroeléctricos han sido descriptos por las autoridades como símbolos de nacionalismo y pilares esenciales del progreso económico.

En China, las represas resultaron una fuente alternativa a los combustibles fósiles, pero han generado importantes desequilibrios ecológicos.

”Al igual que en Tailandia, otros gobiernos de la región creen que las represas son la infraestructura más importante del desarrollo, pero esa es la visión de la elite urbana y poderosa”, dijo Chainarong. (FIN/IPS/tra-en/mmm/js/lp/mj/dv en/02

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