El presidente de China, Jiang Zemin, jerarquiza críticas a Washington y acuerdos energéticos durante una gira de dos semanas que incluyó Libia, Nigeria y Túnez, y terminará este fin de semana en Irán.
Jiang, quien es también secretario general del gobernante Partido Comunista, reiteró tradicionales críticas de Beijing al hegemonismo estadounidense, y se esforzó por establecer vínculos comerciales para satisfacer las crecientes necesidades energéticas del país.
Los cuatro países visitados son musulmanes, y eso tiene especial significado en el marco de la campaña internacional contra el terrorismo lanzada por el gobierno estadounidense tras los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington.
La inclusión en la gira de Libia e Irán, dos de los Estados que Washington considera fuera de la ley, busca entre otras cosas destacar que Beijing actúa con independencia y no comparte la definición estadounidense de Teherán como parte de un eje del mal que apoya el terrorismo internacional.
Los otros integrantes de ese eje, según el presidente estadounidense George W. Bush, son Iraq y Corea del Norte.
La visita de Jiang a esos países muestra que el país mantendrá su propia diplomacia y fortalecerá su tradicional buena relación con el mundo en desarrollo, opinó el profesor Guo Xiangang, del Instituto Chino de Investigación de Asuntos Internacionales.
Esa intención política acompaña al interés económico. Las declaraciones de amistad con Libia e Irán se vinculan con la insaciable necesidad china del petróleo, que importa para satisfacer su demanda interna desde 1996, en su mayor parte de Medio Oriente, y busca explotar en Nigeria, Túnez, y Libia.
El presidente asistió en Trípoli a la firma de un acuerdo entre las estatales Corporación Petrolera Nacional China y Compañía Petrolera Nacional Libia, que abrió los campos petroleros libios a la prospección china.
En Nigeria, sexto productor mundial de petróleo y el mayor de Africa, Jiang prometió que miles de empresarios chinos visitarán pronto ese país para aumentar la cooperación bilateral.
Abuja planea aumentar 50 por ciento su producción petrolera en los próximos años, y se propone aumentar sus ventas directas a China.
La gira, definida con meses de anticipación, adquiere mayor significado al realizarse mientras crece la violencia entre israelíes y palestinos, cuyas repercusiones incluyen el aumento de los precios internacionales del petróleo, que destaca a su vez la dependencia china de importaciones de ese hidrocarburo.
Beijing debió importar el año pasado 70 millones de toneladas de petróleo, casi el doble de los 36 millones importados en 1999, y con precios en aumento en Medio Oriente, la principal región abastecedora.
El producto bruto interno chino crece siete por ciento anual, y se calcula que eso exigirá importar en 2010 unos 100 millones de toneladas de petróleo, o sea casi un tercio de una demanda proyectada de 320 millones.
La semana pasada, funcionarios petroleros chinos pidieron recomendaron diversificar las fuentes externas de abastecimiento, para reducir la vulnerabilidad a variaciones de precios.
Tras el aumento de los precios del petróleo de Medio Oriente, deberemos aumentar las importaciones desde nuestros vecinos del Sudeste Asiático, sostuvo Li Yizhong, presidente de Sinopec, la mayor compañía petrolera del país.
El Sudeste Asiático es un proveedor más seguro que Medio Oriente, pero su petróleo es considerado de inferior calidad, y especialistas independientes piensan que Beijing debe apostar a países con yacimientos poco explotados, en los cuales las firmas occidentales no se han establecido aún de modo firme.
Jiang aseguró en Libia, Nigeria y Túnez el acceso chino a los ricos recursos petroleros de esos países, a cambio de compromisos de inversión y promesas de defender al mundo musulmán de eventuales ataques occidentales.
En la primera visita a Libia de un gobernante chino, el presidente estuvo en el lugar en que la hija del presidente libio, Muammar Gadafi, fue en 1986 una de las 3.000 víctimas de un ataque aéreo estadounidense.
Estados Unidos logró destruir casas, pero no podrá destruir los valores y principios libios, enfatizó.
China se opne a la práctica de vincular el terrorismo con una nacionalidad o una religión, aseguró. (FIN/IPS/tra- eng/ab/js/mp/ip if/02