La crisis económica en Argentina reducirá este año en la tradicional Feria del Libro de Buenos Aires la presencia de librerías, editoriales, distribuidoras, escritores y público. Lo único que aumentará son los precios.
La 28 Feria, que se realiza todos los años desde 1975, se inaugura el día 18, tras sortear las dificultades propias de un país en crisis.
La directora de la Feria, Marta Díaz, dijo a IPS que confía en que esta austera edición se constituya en un hálito de frescura para los argentinos, en medio de una honda depresión.
La feria convoca cada año a más de un millón de visitantes, muchos de los cuales aseguran comprar allí, y no en los comercios, los libros que leerán durante el año.
Participarán más de un millar de expositores y, en paralelo, se realizarán todo tipo de actos, talleres, foros, seminarios, charlas, presentaciones de libros, jornadas y congresos.
El único año hasta ahora en que el número de visitantes cayó bruscamente fue 1982, cuando al mismo tiempo que se inauguraba la feria la dictadura militar (1976-1983) invadía las islas Malvinas, arrastrando al país a una penosa guerra contra Gran Bretaña que se extendió por dos meses.
Este año, la feria tiene como lema Una ciudad de libros, pero en forma paralela a la exposición de cerca de 1.300 pabellones, habrá debates de expertos sobre La educación en un contexto complejo, la promoción de la lectura, el papel de la televisión y la enseñanza de la ciencia.
La feria, que se extenderá hasta el 6 de mayo, cuenta entre los invitados extranjeros con el escritor estadounidense Paul Auster, el mexicano Carlos Monsivais, la chilena Marcela Serrano y la china Wei Hui, así como el cantautor español Joan Manuel Serrat, quien participa del acto inaugural el jueves.
Díaz explicó que los gastos de pasajes, hoteles y, en algunos casos, de honorarios redujo este año 40 por ciento la presencia de invitados internacionales. Pero algunos creen que este repliegue es oportuno para revalorizar lo nacional.
De hecho, un nuevo pabellón estará dedicado a la promoción de la literatura argentina, que cuenta con numerosos escritores jóvenes y no tanto que crecieron a la sombra de grandes autores como Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato o Adolfo Bioy Casares y no lograron un reconocimiento siquiera cercano al de los grandes.
Es el caso de los periodistas y narradores Tomás Eloy Martínez y María Elena Walsh, que presentarán libros en la feria. El primero, autor de Santa Evita, la novela más vendida por escritor argentino alguno, lanzará El vuelo de la reina, y Walsh, un libro para niños, Hotel Pioho's Palace.
El presupuesto de la feria será este año 25 por ciento menor al de 2001. Los organizadores tuvieron que sortear el impacto de la inmovilización de los depósitos bancarios dispuesta en diciembre por el gobierno. Finalmente, recuperaron sus fondos, pero con un fuerte recorte.
Teníamos depositados 400.000 dólares de las cuotas de las editoriales, librerías y otras instituciones expositoras, debimos convertirlos a pesos con una cotización de 1,40 cuando la devaluación ya era mucho más que eso, dijo Diaz, tras definir como terribles los entretelones de esta edición de la feria.
En estas condiciones, lejos de conseguir subsidios para las entradas y otros gastos, la feria deberá cobrar el ingreso. El precio es bajo, menos de un dólar, pero suma un nuevo obstáculo a los visitantes golpeados por cuatro años de durísima recesión, con altos niveles de desempleo y caída de salarios.
Los organizadores creen que es difícil prever si habrá menos visitantes, aunque el precio de la entrada y de los libros les permite inferir que sí. Además, libreros y editores creen que en tiempos de profunda crisis la gente tiene menos espacio para la lectura.
Las ventas en librerías cayeron 50 por ciento desde enero a causa del brusco descenso del poder adquisitivo de los consumidores.
A raíz del descenso de la venta, entre 2000 y 2001 cerraron 250 librerías. Las quiebras y la caída de las ventas se aceleraron desd enero. Los libros importados en dólares son inaccesibles tras la depreciación del peso, la moneda nacional, que ya superó 130 por ciento desde inicios de 2002.
Sin embargo, el precio de los libros argentinos, elevado en pesos, se redujo en dólares, en algunos casos a la mitad o más, lo cual constituye una atracción adicional para los visitantes de países vecinos como Chile y Uruguay.
Es muy posible que la crisis repercuta en la venta, aunque, en general, en la feria hay muchos compradores que en las encuestas aseguran no ser clientes de librerías, comentó Díaz.
De todos modos, anticipó que los expositores previeron una serie de ofertas especiales teniendo en cuenta el bolsillo de los consumidores. (FIN/IPS/mv/mj/cr/02