ALEMANIA: Críticas a Israel dejan atrás fantasma antisemita

El temor a las acusaciones de antisemitismo quedó atrás en Alemania para dar paso a críticas abiertas de políticos y gobernantes hacia la ofensiva militar de Israel contra los territorios autónomos palestinos.

La venta de armas a Israel está suspendida desde comienzos de este mes, y Berlín llegó a proponer el envío a los territorios palestinos autónomos de una fuerza de paz integrada por soldados alemanes.

La ofensiva militar israelí de las últimas tres semanas produjo un cambio en Alemania, indicaron funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores que no dieron su nombre.

”La vieja renuencia alemana a criticar al Estado judío se ha disuelto”, fue el comentario del diario Frankfurter Allgemeine Zeitung.

Norbert Bluem, ministro de Trabajo del canciller (jefe de gobierno) Helmut Kohl, fue el primero en expresar abiertamente esta nueva actitud.

En una carta al embajador israelí en Berlín, Shimon Stein, Bluem describió la ofensiva militar como una ”guerra de aniquilación”, un término utilizado por Adolfo Hitler para describir la invasión nazi de la Unión Soviética durante la segunda guerra mundial, desde 1941 a 1943.

Desde entonces, voces críticas contra Israel se han hecho oír en todo el espectro político, en especial el centro y la derecha, que en el pasado han respaldado a ese país.

La suspensión a comienzos de este mes de la venta de partes de tanques a Israel envió un mensaje claro a los israelíes, aunque funcionarios de gobierno no han afirmado que se trate de un embargo de armas.

”Sólo queríamos enviar una señal en la actual situación, y estamos interesados en el fin de la escalada”, dijo el fin de semana el ministro de Defensa Rufolf Scharping.

Por su parte, el ministro de Relaciones Exteriores, Joschka Fischer, se esforzó por dar una imagen de imparcialidad, llamando al fin de los ataques suicidas palestinos y al retiro israelí de los territorios autónomos.

Alemania ha sostenido la inusual posición de mantener buenas relaciones con Israel y los países árabes, lo cual permitió a Fischer, en el pasado, mediar con éxito entre partes enfrentadas.

En una era de crecientes precios del petróleo, otros países europeos estaban demasiado cerca del mundo árabe como para jugar un papel neutral.

Alemania se ocupó de señalar su imparcialidad el lunes 15, cuando junto a Gran Bretaña se negó a firmar un documento de crítica a Israel promovido por otros cinco países europeos, durante la sesión anual en Ginebra de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

El argumento de Berlín fue que el texto auspiciado por los árabes no se refería a los actos de terrorismo contra Israel.

No obstante, el embajador de Alemania ante la Organización de las Naciones Unidas, Walter Lewalter, aclaró que el rechazo del documento no significó la aprobación de las acciones de Israel.

”Alemania continúa profundamente preocupada ante la extremadamente seria situación humanitaria y de los derechos humanos en los territorios ocupados”, puntualizó el diplomático.

Fuera del Ministerio de Relaciones Exteriores, los políticos no ahorraron palabras para destacar que Alemania no debería ser atacada por llamar al orden a Israel.

El presidente del Partido Liberal, Guido Westerwelle, dijo en una entrevista radial que ”uno debe tener la posibilidad de criticar la política militar de Israel sin ser acorralado” por el estigma del antisemitismo.

Por su parte, la ministra de Cooperación Económica y Desarrollo, Heidemarie Wieczorek-Zeul, dijo que la enseñanza del holocausto del pueblo judío es que Alemania ”nunca debe mirar hacia otro lado cuando está ocurriendo una injusticia”.

Varios historiadores y comentaristas políticos se han referido a los nuevos vientos que soplan en la política exterior alemana desde que la sede del gobierno se trasladó a Berlín en 1999, un año despúes que el canciller (jefe de gobierno) socialdemócrata Gerhard Schroeder llegara al poder.

Tanto Schroeder como su ministro de Relaciones Exteriores, perteneciente al Partido Verde, se consideran parte de una generación de alemanes nacidos después de la segunda guerra mundial (1939-1945), que no tiene necesidad de responsabilizarse de la era nazi y el holocausto.

Algunos analistas destacaron que la política exterior de Alemania también se aleja de una visión centrada en las relaciones bilaterales, para acercarse a la construcción de un nuevo papel en el orden mundial.

Pero las relaciones con Israel aún son un tema delicado. Cuando a comienzos de este mes Fischer propuso un plan para el retiro de Israel de Cisjordania y la franja de Gaza, y sugirió la creación de una fuerza internacional de seguridad para garantizar la paz en la región, las críticas no se hicieron esperar.

El cuestionamiento central planteó qué podría pasar si un soldado alemán disparara, o llegara a matar, a una persona judía.

Aunque el envío de soldados alemanes a Medio Oriente fue considerado una ”posibilidad abstracta”, Schroeder, que no respaldó ni descartó la sugerencia, dijo que las ”sensibilidades históricas” impiden pensar en un papel alemán en ese tipo de contingente.

El Frankfurter Allgemeine Zeitung fue más directo en su comentario. ”Hasta ahora los hechos inalterables de la historia alemana parecen indicar que nunca se permitirá a los soldados alemanes ser adversarios de judíos -ciudadanos israelíes u otros-, de modo que se pudiera llegar a un enfrentamiento armado con ellos”, comentó un editorial del períodico.

Sin embargo, la sugerencia de una fuerza de paz fue un hito en el pensamiento político alemán. Fischer sabe demasiado bien que Israel siempre se opuso a fuerzas militares extranjeras en su territorio, e incluso a observadores internacionales.

Pero al presentar sus ideas sobre un plan de paz para Medio Oriente, el ministro aseveró que sólo una participación externa masiva podrá resolver el conflicto. (FIN/IPS/tra-en/ys/jrc/lp/ip/02

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