El enfrentamiento político en Venezuela entre el presidente Hugo Chávez y quienes exigen su renuncia entró en receso en la Semana Santa católica, mientras muchas voces llaman a la tolerancia y la concordia.
«No es posible que Venezuela se esté convirtiendo rápidamente en un campo de batalla, en todas las plazas y en todas las ciudades. Necesitamos más paz y armonía», dijo el arzobispo de Caracas, José Ignacio Velasco, en su homilía del Domingo de Ramos.
Velasco, principal representante de la Iglesia Católica venezolana, propuso «que cada uno sostenga sus ideas sobre política, economía o educación, pero que la pueda discutir abiertamente con el que piensa en forma distinta, y que esté dispuesto a defender que también el otro piensa así».
Mientras, una comisión parlamentaria que media en el conflicto entre el gobierno y empleados del grupo estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa) logró prorrogar hasta el 3 de abril la actual tregua en ese conflicto.
«Habrá una nueva reunión el 3 de abril y no se producirán más despidos», dijo el presidente de la comisión parlamentaria, el oficialista Luis Salas, luego de que los empleados administrativos en conflicto dieron al gobierno plazo hasta el 1 de abril para que tres despedidos regresen a sus puestos.
Gerentes y empleados de Pdvsa cuestionan la idoneidad de la nueva directiva designada por Chávez, si bien reconocen la facultad legal del presidente para designarla.
La amenaza es una huelga de todo el personal de Pdvsa —que aporta 80 por ciento de las divisas y casi la mitad de los ingresos fiscales de Venezuela—, pues a empleados y gerentes pueden sumarse los obreros, cuyos sindicatos son dirigidos por fuerzas opositoras.
La oposición, que exige la renuncia de Chávez (cuyo periodo de gobierno concluye en 2006), apuestan por una huelga general antes de mayo, cuyo detonante sería el conflicto en la industria petrolera.
La huelga es alentada por la Confederación de Trabajadores de Venezuela, cuya dirección, aún no reconocida por las autoirdades, cuenta con mayoría del opositor partido socialdemócrata Acción Democrática.
Las elecciones que renovaron en 2001 la dirigencia sindical todavía no han sido avaladas por el Consejo Nacional Electoral, que se inclinaría por anularlas.
Pero «la decisión no se va a adoptar durante Semana Santa», afirmó, en otro gesto conciliador, el presidente del Consejo, Roberto Ruiz.
La central sindical había programado inicialmente una huelga nacional para el 18 de este mes, pero decidió suspenderla ante la falta de organización y porque el asueto escolar y laboral de Semana Santa aquieta la conflictividad.
Enero y febrero de 2002 fueron meses de fuertes golpes contra Chávez, con golpes de cacerolas, multitudinarias marchas de protesta —con réplicas del oficialismo— y pronunciamientos públicos de militares en actividad que exigieron la renuncia del presidente.
Por añadidura, altos funcionarios del gobierno estadounidense, incluso el presidente George W. Bush, expresaron «preocupación» por Venezuela, marcaron diferencias con Chávez y advirtieron que Caracas debe respetar las reglas del juego democrático.
Todos estos meses de peregrinar en el desierto para Chávez, idos los tiempos en que sólo sabía de la aclamación popular, han sido acompañados de una diaria y sostenida crítica por parte de casi todos los medios de comunicación del país.
Varios medios y periodistas han denunciado amenazas y riesgos para la libertad de expresión, así como la empresarial Sociedad Interamericana de Prensa, y obtenido medidas cautelares de protección de parte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Pero las declaraciones de los militares disconformes cesó, sindicatos y partidos dudan sobre la oportunidad de la huelga, los empresarios aún discuten si deben pedir que Chávez renuncie o cambie de rumbo, y expertos advierten a la oposición que debe olvidarse de una victoria rápida.
El ex candidato presidencial socialista (en 1983 y 1988), Teodoro Petkoff, ahora editor del diario caraqueño Tal Cual, advirtió que Chávez goza aún de un considerable apoyo en los sectores más pobres de la población, amén de las fuerzas armadas.
El comentarista político Fausto Masó ironizó sobre una oposición que hasta ahora no llega a la desobediencia civil «y respeta los semáforos», frente al gobierno ejercido por oficiales retirados que conspiraron durante más de 10 años hasta alzarse, fallidamente, en 1992, y ganar las elecciones de 1998.
Para el intelectual marxista Domingo Alberto Rangel, tradicional referencia de la extrema izquierda, en Venezuela no habrá golpe de Estado ni huelga general «por el temor de Estados Unidos, que juega con Chávez, a que el país vecino de Colombia entre en una guerra civil».
El sociólogo Tulio Hernández también alertó contra dirigentes de la oposición que procuran la rápida salida de Chávez, pues esa estrategia «en vez de tumbarlo lo atornillará al poder». (FIN/IPS/jz/mj/ip/02