La búsqueda de las claves para lograr una sociedad justa, igualitaria y plural será asunto central del III Congreso de la Mujer Musulmana, que este fin de semana reunirá a tres centenares de personas en la española ciudad de Córdoba.
En esa ciudad del sur, que cinco siglos atrás vio convivir a las culturas judía, cristiana y musulmana, la asociación An-Nisa (las mujeres, en lengua árabe), organizadora de la reunión, pretende debatir sobre el Islam, crear un foro de diálogo intercultural y proyectar el debate al conjunto de la sociedad, para eliminar estereotipos.
La situación de las mujeres musulmanas y de la relación intercultural ganó actualidad en los últimos días en España en torno de la escolarización de niñas de esa religión y la posibilidad o no de que cubrieran su cabeza y cuello con pañuelos o que hicieran gimnasia.
La coordinadora del Congreso, Kamyla Toby, dijo a IPS que el libro santo de los musulmanes, el Corán, y las tradiciones mahometanas, proclaman en varias ocasiones «la igualdad de derechos, sin distinción de sexos, razas ni religiones».
La interpretación del Corán de las organizadoras del Congreso de Córdoba es opuesta a la que sostienen la mayoría de los ulemas (sacerdotes) del Islam, quienes proclaman la superioridad de los hombres sobre las mujeres.
Con Toby coincide una española no musulmana, que presidirá el Congreso. Se trata de la duquesa de Medina Sidonia, Isabel 5lvarez de Toledo, llamada «la duquesa roja» por su oposición, cárcel y exilio bajo la dictadura franquista (1939-1975).
La duquesa señaló a IPS que, más temprano que tarde, las mujeres islámicas harán comprender a los poderes y hombres del Islam que aún no lo hayan entendido «que a la igualdad en lo intelectual, ya probada, ha de responder la de la libertad, derechos y deberes, sin exclusiones».
También coincide uno de los hombres que hablará en el Congreso, Shuayb Sánchez, quien se convirtió al islamismo hace 20 años y vive en la Alhambra de Granada, frente al palacio del mismo nombre, construido por los musulmanes en esa ciudad española antes de su expulsión de la península Ibérica a fines del siglo XV.
Sánchez creó una cooperativa que produce artesanías, integrada a partes iguales por hombres y mujeres. Para él, la educación debe ser obligatoria e igual para ambos sexos, porque es compatible con el Islam y, además, es «lo deseable para una sociedad avanzada y progresista que defiende los valores de justicia social».
Yaratullah Monturiol, promotora del primer Congreso, celebrado en 1999, plantea que se debe admitir la presencia femenina en las mezquitas y la participación activa de las mujeres en las decisiones de la comunidad islámica, algo que en la actualidad no aceptan las autoridades de esa religión.
Así mismo, Monturiol sostiene que las sociedades deben basarse en la justicia social y no en parámetros de género. «El orden social que valora el sexo masculino por encima del femenino está basado en valores meramente reproductivos» y en trance de superación, advirtió.
Monturoiol, una de las más reconocidas estudiosas del Islam, afirma que es falso decir que ese libro considere a la mujer inferior al hombre. «Precisamente el Islam preconiza los derechos de la mujer en plano de igualdad con el hombre».
Uno de los temas más discutidos en torno del Islam se refiere al tratamiento del cuerpo. De acuerdo con las leyes españolas, los niños y adolescentes deben hacer gimnasia en los institutos de enseñanza, pero algunos padres musulmanes se resisten a que lo hagan sus hijas, argumentando que el Islam no lo permite.
Elena Rodriguez Arteaga, musulmana, enfermera y ponente en el Congreso, casada con un palestino, tiene una hija de 17 años y un hijo de 15.
Ella considera que el Islam exige una atención al propio cuerpo como condición indispensable para los actos de adoración rituales. Pone como ejemplo la oración obligatoria cinco veces al día, que se realiza después de una ablución que es tanto una purificación física cuanto un símbolo que expresa la idea de unidad entre cuerpo y espíritu.
«Por eso, para una musulmana actual, el asunto de la educación para la salud es una cuestión de la práctica tradicional islámica», observó.
Rodríguez Arteaga dijo que el Corán indica que hay que cuidar la dieta tanto por belleza como por salud, pues «una dieta equilibrada y el control del aspecto físico son presupuestos básicos previos y necesarios para un progreso espiritual».
El Corán «obliga al creyente a rechazar el cerdo y los alimentos en mal estado, lo que produce la costumbre de fijarnos en lo que comemos como parte de nuestro compromiso como musulmanes», agregó.
Para concluir, puso el ejemplo de sus hijos, «que comen de todo, pues los hemos educado en una cultura de la salud».
Otro hombre, que para participar como ponente en el Congreso adoptó el nombre de Sidi Benengeli, «el nombre árabe de Miguel de Cervantes Saavedra», desarrollará la tesis de que para ser fieles a las enseñanzas de Mahoma hay que terminar con los privilegios machistas, «como el de recibir el servicio del hogar sin contribuir en sus tareas».
El Congreso abrirá un foro de debate por Internet simultáneo a su celebración en Córdoba, que permitirá participar desde cualquier lugar del mundo, entrando en la página www.musulmanas.org. (FIN/IPS/td/ff/cr/02