MEDIO ORIENTE: Iniciativa saudita divide el mundo árabe

La iniciativa de paz para Medio Oriente, concebida por el regente y príncipe heredero de Arabia Saudita, Abdullah, está profundizando las diferencias en el mundo árabe, mientras gana apoyo en Occidente.

El plan de Abdullah propone que los gobiernos árabes reconozcan el estado de Israel y establezcan relaciones normales con Tel Aviv a cambio de la devolución de todos los territorios ocupados por los israelíes desde la guerra de 1967.

Siria y Líbano reiteraron el domingo su respaldo a la resistencia palestina y su recelo ante una solución negociada, mientras Libia rechazó de plano la propuesta saudita.

Aunque la iniciativa se conoció en febrero, aún se ignoran los detalles. Sin embargo, el presidente de Egipto, Hosni Mubarak, y el rey de Jordania, Abdullah —gobernantes de los únicos países que alcanzaron acuerdos de paz con Israel— han respaldado la propuesta.

Pero Siria y Líbano desconfían de cualquier arreglo que no incluya el derecho de millones de refugiados palestinos a regresar a sus hogares.

La cumbre de la Liga Arabe, que se llevará a cabo el 27 y 28 de este mes en Beirut, debe ser una ocasión para «fortalecer la solidaridad árabe y el respaldo a los palestinos en su lucha», manifestaron el domingo el presidente de Siria, Bashar Al-Assad, y su par de Líbano, Emile Lahoud, en un comunicado conjunto.

Cualquier entendimiento sobre el conflicto árabe-israelí debe «asegurar la liberación de todos los territorios árabes ocupados y garantizar el derecho del pueblo palestino a regresar a su tierra y establecer un estado independiente con Jerusalén como capital», agregó el comunicado.

Preocupa a Beirut que la propuesta saudita no mencione a casi 3,5 millones de refugiados, 350.000 de los cuales viven en Líbano.

Assad y Lahoud se mostraron más proclives a respaldar el levantamiento palestino que a las concesiones políticas, y reclamaron la eliminación de los asentamientos judíos en las áreas ocupadas por Israel, una demanda rechazada por los israelíes y excluida de la propuesta saudita.

Sin embargo, los mandatarios evitaron toda referencia directa a la iniciativa de Abdullah, quien siempre se manifestó a favor de ambos estados en su enfrentamiento con Israel.

El documento fue el colofón de la visita de Assad a Líbano, la primera de un líder sirio al vecino país en 27 años.

No son nuevas las diferencias entre Siria y Arabia Saudita sobre el proceso de paz. Mientras los sauditas han puesto énfasis en el establecimiento de relaciones con Israel, Siria reclama en primer lugar una completa retirada israelí de sus altos del Golán, para discutir entonces las relaciones bilaterales.

El plan de Abdullah, o al menos la vaga versión difundida por la prensa, no establece qué vendrá primero: el reconocimiento de Israel o la retirada.

Los sirios temen que los israelíes los fuercen al reconocimiento y finalmente se nieguen al retiro, pues de hecho Israel rompió varias veces acuerdos con los palestinos, advirtieron analistas en Damasco.

Assad viajará este martes a Riyadh, capital de Arabia Saudita, para discutir personalmente con Abdullah los detalles de su plan, informaron fuentes diplomáticas.

Este viaje se anunció en medio de creciente aprensión sobre la verdadera magnitud de las concesiones israelíes. «Damasco y Beirut están muy preocupados pues información recibida a través de canales diplomáticos indica que la obertura saudita podría conducir a una profunda modificación de las líneas demarcatorias de 1967», sostuvo una fuente diplomática.

«Ambos (gobiernos) son inflexibles en cuando a la recuperación de cada centímetro de los altos del Golán y las granjas de Shebaa», una pequeña zona en la frontera de Líbano, Siria e Israel, que Tel Aviv mantiene ocupada como parte del Golán, pero que Siria y Líbano aseguran pertenece a este último país.

Israel se niega a devolver los altos del Golán, que arrebató a Siria en 1967 y se anexó en 1981, pues no quiere restaurar el acceso sirio al mar de Galilea, la principal fuente de agua dulce israelí. Este punto puso fin en pocas semanas a las conversaciones iniciadas por ambos países en enero de 2000.

Por su parte, el líder de Libia, Muammar Gadhafi, rechazó este fin de semana el proyecto saudita y amenazó con retirarse de la Liga Arabe, pues ésta propugna políticas «derrotistas».

Tras el pronunciamiento de Gadhafi, el secretario general de la Liga Arabe, Amr Moussa, viajó apresuradamente a la localidad turística siria de Sirte, en un intento por calmar los ánimos del gobernante.

Moussa puso en marcha así una ofensiva diplomática destinada a limar asperezas entre los socios árabes semanas antes de la cumbre.

Irán, que ha mantenido un notable silencio sobre el plan de Abdullah, es otra nación cuya posición puede resultar decisiva. Aunque no integra el foro de 22 naciones de la Liga Arabe, Irán es un aliado clave de Siria, Líbano y Palestina, y ejerce una influencia considerable en Medio Oriente.

Estados Unidos, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Unión Europea (UE) recibieron favorablemente la iniciativa de paz saudita.

El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, agradeció la semana pasada a Abdullah en una conversación telefónica, mientras funcionarios de Washington aseguraron que se trata de una propuesta con pocos detalles, pero que ofrece un marco para poner fin al baño de sangre entre israelíes y palestinos.

El presidente de Francia, Jacques Chirac, manifestó su respaldo y el de la UE a las «ideas y visión» del plan.

«Tenga o no éxito, el plan de Abdullah puede ayudar a mejorar los vínculos de Arabia Saudita con Estados Unidos, su aliado occidental más importante y su respaldo político y militar por más de 50 años», estimó un analista político. (FIN/IPS/tra- eng/gb/ss/dc/ip/02

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