Organizaciones de la sociedad civil de Medio Oriente buscan el apoyo del movimiento internacional contra la globalización económica, mientras el clima político creado por la lucha contra el terrorismo afecta a los disidentes.
Las protestas sindicales contra la globalización son escasas y aisladas en Medio oriente, los medios de comunicación difunden pocas opiniones críticas de académicos, y la oposición social a la creciente actividad de firmas trasnacionales en Egipto, Jordania, Túnez y aun Siria no se expresa en forma coordinada.
«Hay un fuerte debate entre los activistas sobre cómo sumarse a la red mundial por la justicia, pero el actual clima político aumenta las dificultades en la materia», dijo Gasser Abdel Razeq, activista por los derechos humanos en El Cairo.
«Las autoridades realizan arrestos masivos de integrantes de grupos islámicos, aunque no se trate de organizaciones violentas, y también usan esa herramienta contra militantes de otras orientaciones. Nadie está a salvo», sostuvo.
«Abarcar Medio Oriente es crucial, ahora más que nunca, para cualquier movimiento internacional que busque una auténtica visión global del mundo», añadió.
La creciente represión en los países de la región y la indiferencia del resto del mundo debilitan al movimiento contra la globalización, según activistas.
«Compartimos los ideales de las campañas occidentales contra la globalización y debemos unirnos a ellas, pero no lo hemos hecho», dijo Karam Saber, director ejecutivo de la organización no gubernamental (ONG) Centro de la Tierra, con sede en El Cairo.
Esa institución trabaja por los derechos humanos, el ambiente y los derechos de pueblos indígenas.
La elección de Doha para realizar el año pasado la IV Conferencia Ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC) fue significativa, comentó el director de la ONG Instituto de Estudios de Derechos Humanos de El Cairo, Bahi el-Din Hassan.
El sector financiero y comercial internacional, reunido en la OMC, optó por la capital de Qatar porque pensó que la atmósfera represiva en la región era propicia para negociar sin protestas de activistas, opinó.
«Esa es una razón suficiente para que las organizaciones de la sociedad civil internacional se instalen en la región, o compartan con nosotros sus puntos de vista y análisis», agregó.
Hassan es uno de los pocos activistas árabes que participaron este año en el II Foro Social Mundial, reunido en febrero en la meridional ciudad brasileña de Porto Alegre.
El y otros integrantes de ONG critican al movimiento internacional por la justicia social de ignorar la dominación política y militar que ejerce Israel en los territorios palestinos ocupados.
«Israel actúa como el único guardián de la supremacía y la explotación económica y política de Estados Unidos en la región», dijo Hassan.
Rick Rowden, de la ONG Results, con sede en Washington, también opina que los grupos de la sociedad civil de Occidente y otras partes del mundo deben acercarse a aliados potenciales en Medio Oriente.
La represión de los gobiernos de la región apoyados por Occidente es responsable de que mucha gente se haya radicalizado, sostuvo.
«Una de las razones de que las mezquitas se hayan vuelto tan poderosas es que están entre los lugares de la región en que la personas tiene más libertad para expresarse», arguyó.
Pocos activistas occidentales parecen tener respuestas cuando se les pregunta por qué Medio Oriente, un área estratégica en la cual viven unos 260 millones de personas, ha recibido poca atención de las alianzas internacionales de grupos de la sociedad civil.
«La región debería ser de interés para campañas contra la globalización, y en ella hay problemas muy graves relacionados con los vínculos del poder militar y económico, las estructuras de gobierno y la pobreza», dijo la activista estadounidense Nancy Alexander, residente en Washington.
Algunos académicos han criticado el papel del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional en la región, en especial en Egipto y en menor grado en Jordania, pero el peso de sus opiniones es escaso, admitió Alexander, especialista en el Banco y en políticas de ajuste estructural de la economía.
Las ONG de Medio Oriente deberían tomar la iniciativa para relacionarse con las de otras partes del mundo, opinó.
«Sabemos que tenemos que afrontar nuestros propios problemas y hallar soluciones aunque (las organizaciones de la sociedad civil internacional) no nos acompañen. Pero también ellas deben hacer algo, y es preciso por lo menos iniciar un debate», alegó Hassan. (FIN/IPS/tra-en/em/aa/lp-mp/ip if/02