La ambigüedad puede ser el tono predominante de la cumbre de la Liga Arabe que se iniciará este miércoles en Beirut, debido a las profundas diferencias que suscita la propuesta saudita de paz con Israel.
Los gobernantes instarán a la paz con Israel pero mantendrán en la vaguedad la estrategia para alcanzarla pues no hay consenso sobre la iniciativa saudita, que propone el reconocimiento del estado de Israel a cambio de que éste se retire de los territorios que ocupa desde la guerra de 1967, estimaron analistas.
La presencia en Beirut del presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Yasser Arafat —quien permanece desde hace semanas cercado por las fuerzas israelíes— era este lunes una de varias incertidumbres de la cumbre.
El gobernante de Libia, Moammar Gadafi, se negó a asistir a la cumbre, que consideró un ejercicio inútil a menos que declare la guerra a Israel o adopte un embargo total contra el país.
Sin embargo, tras intensas negociaciones diplomáticas, Gadafi aceptó enviar a Beirut al canciller Abdul Salam Al-Tureiki.
El presidente de Egipto, Hosni Mubarak, y el rey Abdullah de Jordania adoptarán una posición moderada y advertirán sobre el desastre que puede abatirse sobre Medio Oriente si Tel Aviv no pone fin a la ocupación de territorios árabes o si Estados Unidos bombardea Iraq.
Ambos gobernantes expresarán su simpatía con la causa palestina, pero no alentarán una guerra de liberación, afirmaron fuentes diplomáticas.
Iraq —único país no invitado a las cumbres árabes para evitar el boicot de algunos estados del Golfo que aún no olvidan la invasión a Kuwait en 1990— estará representado por Izaat Al- Douri, vicepresidente del Consejo de Liderazgo Revolucionario, el máximo órgano legislativo del país.
Siria, por su parte, estima que se necesita una postura firme cuando las tácticas del primer ministro de Israel Ariel Sharon hacia los palestinos parecen estar perdiendo el apoyo de la opinión pública israelí.
«Para Siria éste no es momento de aflojar el lazo a Sharon», dijo una fuente diplomática.
En ese clima, la iniciativa promovida por el regente y príncipe heredero de Arabia Saudita, Abdullah, aún debe recorrer un largo camino.
El ministro de Información de Siria, Adnan Omran, sostuvo que el plan saudita recoge las demandas sirias de un acuerdo amplio, pero consideró «sin sentido» la «normalización» de relaciones, el punto que más interesa a los israelíes pues representa el reconocimiento del estado de Israel.
«Ese término no existe en el léxico diplomático ni en el derecho internacional. Es una expresión retórica y un invento israelí», afirmó Omran a la prensa.
Las prevenciones sirias al plan —que no menciona el derecho de cuatro millones de refugiados palestinos a retornar a sus hogares— parecieron superadas cuando el presidente Bashar al-Assad se reunió con Abdullah este mes.
Aunque un comité integrado por sauditas, egipcios, sirios y palestinos procuró alcanzar una redacción aceptable para el plan, los cancilleres de la Liga se abocaron desde el sábado a «revisar posibles medidas», según una fuente cercana a las negociaciones.
La iniciativa saudita cuenta con el respaldo de varias naciones árabes, Estados Unidos, la Unión Europea y la Organización de las Naciones Unidas.
El canciller de Israel, Shimon Peres, lo consideró un buen comienzo, mientras Sharon se manifestó interesado en los detalles, pese a su histórica negativa a retirarse de las zonas palestinas de Cisjordania, la franja de Gaza y Jerusalén oriental, y de los Altos del Golán, capturados a Siria en 1967.
Estados Unidos reclamó este lunes a Sharon que deje en libertad de movimiento a Arafat para que participe en la cumbre.
Sharon aseguró que permitirá el viaje de Arafat si éste acepta un cese del fuego que ponga un alto a 18 meses de violencia.
El portavoz palestino Nabeel Shaath señaló el domingo que «Arafat querría estar (en Beirut), pero nadie desea que su presencia tenga un precio político».
Esta podría ser la primera visita de Arafat a Beirut desde 1982, cuando fue expulsado de la capital libanesa durante una incursión militar israelí que dejó 1.700 muertos palestinos y libaneses.
El portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, sostuvo que el presidente George W. Bush espera que los países árabes suscriban la propuesta de paz saudita.
En Beirut se prepara un gran dispositivo de seguridad, que comprende el cierre del aeropuerto internacional para los vuelos comerciales desde este martes, víspera de la cumbre.
«Los discursos floridos y las declaraciones de la mayoría de los gobernantes árabes sobre la tragedia palestina dan la impresión de que están firmemente unidos en respaldo de esa causa», dijo un analista de Medio Oriente.
Sin embargo, «la diplomacia árabe es en general maleable, confusa y carece de sustancia, nervio y visión estratégica», opinó. Para compensar su pasividad, «los diplomáticos inflan su retórica, pero creo que la población ya no les cree», agregó el experto.
Más de 10.000 manifestantes salieron a las calles de Beirut la semana pasada en reclamo de un firme respaldo a la intifada (levantamiento palestino), y del cese de las sanciones económicas contra Iraq.
Entre las banderas palestinas, varios manifestantes con emblemas iraquíes y fotografías del presidente Saddam Hussein entonaron consignas a su favor.
En otra manifestación, varios cientos de personas marcharon en silencio con velas encendidas e imágenes de la violencia que Israel ejerce contra los palestinos. Actos similares tuvieron lugar en Yemen, Omán y Egipto.
En Siria más de 100.000 manifestantes, apoyados por el gobierno, marcharon en solidaridad con los palestinos. Funcionarios públicos y estudiantes llenaron la mayor plaza de Damasco con banderas sirias y palestinas. Algunos estandartes rezaban «Juicio a Sharon, criminal de guerra».
«A medida que se hace más clara la conspiración para eliminar la causa palestina y se prepara el ataque contra Iraq, las masas árabes deben proteger la intifada y evitar que Estados Unidos y Gran Bretaña tomen como blanco a Iraq o a cualquier otra nación árabe», afirma la declaración los manifestantes. (FIN/IPS/tra- en/gb/sm/dc-lp/ip/02