El primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair, afronta una tormenta política por respaldar la compra de la empresa estatal de aceros de Rumania por parte de un magnate indio que aportó fondos para su campaña electoral.
El opositor Partido Conservador reclama una investigación independiente tras semanas de duras críticas a la participación de Blair en una operación internacional en la que Gran Bretaña parece no tener nada que ganar.
El escándalo se desató cuando la prensa reveló que el magnate del acero Lakshmi Mittal, de nacionalidad india, donó al gobernante Partido Laborista 177.000 dólares para la campaña por las elecciones generales de junio pasado.
Unas semanas más tarde, Blair dirigió una carta a su par de Rumania, Adrian Nastase, manifestándole su apoyo a la compra de la planta siderúrgica estatal Sidex por parte del consorcio LNM, propiedad de Mittal, y cuarto productor mundial de acero.
Una portavoz de Downing Street dijo a IPS que la carta fue «de rutina», aunque en primera instancia el gobierno había asegurado que Blair no sabía de la donación de Mittal, y luego aclaró que el primer ministro sabía que Mittal financiaba a su partido, pero ignoraba que LNM fuera propiedad del multimillonario indio.
«Es inconcebible que el primer ministro ignorara la 'generosidad' de Mittal», y tampoco «es creíble que no conociera el vínculo entre el consorcio LNM y Mittal, cuando fue el propio personal de Downing Street el que corrigió el texto del comunicado para quitar la referencia de que éste era un 'amigo' de Blair», sostuvo el dirigente conservador Paul Collins.
A la carta del primer ministro siguió el respaldo del gobierno británico a un préstamo de 100 millones de dólares que Mittal obtuvo del Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo, utilizado en la transacción con el Estado rumano, que ascendió a 420 millones de dólares.
Más allá de la polémica por el vínculo entre la donación de Mittal y las gestiones de Blair, el escándalo del acero, como lo llama la prensa, creció como una bola de nieve convirtiéndose en un debate sobre la naturaleza de los negocios internacionales y el papel del gobierno en los mismos.
La carta de Blair se refería a LNM como una compañía británica, pero lo único británico, según los conservadores, es la sede mundial del consorcio, instalada hace siete años en Londres. De los 70.000 empleados del grupo, menos de 100 trabajan en Gran Bretaña.
«Londres ha sido la oficina principal del consorcio. Todos nuestros servicios, abogados, contadores y asesores financieros, son británicos. Compañías británicas trabajan para nosotros, y cuando hacemos negocios con otros países, estimulamos el interés por Gran Bretaña», dijo Mittal en enero al diario The Daily Telegraph.
Sin embargo, el negocio siderúrgico internacional de Mittal es visto como una amenaza por la industria nacional del acero. La firma Ispat Inland, propiedad del grupo LNM en Estados Unidos, es una de las siderúrgicas estadounidenses que reclaman aranceles de 20 a 40 por ciento a la importación de acero.
Una medida proteccionista de tal magnitud afectaría directamente a la industria británica, en especial la radicada en el septentrional País de Gales, que exporta unos 400 millones de dólares por año a Estados Unidos.
Blair no sólo actuó en favor de un extranjero, sino contra los intereses británicos, sostuvo el representante del Partido Nacionalista Galés (Plaid Cymru) en la Cámara de los Comunes, Adam Price.
Mittal pagó por «una política que favorece a Estados Unidos y la imposición de aranceles al acero, que barrerán virtualmente con la exportación siderúrgica británica, en tiempos muy difíciles para el sector», afirmó Price.
«El temor es que la inversión en la siderurgia rumana conduzca a un aumento de las importaciones desde ese país y que, por tanto, mi compañía y otras productoras de acero de Gran Bretaña resulten dañadas», dijo el director ejecutivo de la firma Allied Steel and Wire, Graham Mackenzie.
El año pasado el sector siderúrgico perdió 6.000 puestos de trabajo.
«Si usted toma a una compañía mundial como ésta (LNM), que intenta ubicarse en diferentes mercados, entonces desde luego puede haber elementos contradictorios en ella», dijo a la televisora estatal British Broadcasting Corporation (BBC) el jefe del gabinete, Lord Macdonald.
Con la compra de Sidex en noviembre, el consorcio LNM está presente en Alemania, Argelia, Bélgica, Estados Unidos, Francia, Indonesia, Italia, Kazajstán, México, Rumania, Sudáfrica y Trinidad y Tobago, y es el cuarto mayor productor de acero del mundo. La riqueza personal de Mittal asciende a 1.500 millones de dólares.
«Ninguno de estos argumentos habría importado si un ciudadano británico hubiera hecho lo que Mittal. Hay muchos empresarios de este país que manufacturan en el exterior para aprovechar la mano de obra barata, pero eso no provoca ningún escándalo», afirmó a IPS Gurmit Singh, del Foro de Empresas Asiáticas, con sede en Londres.
Firmas tradicionales como la cadena de centros comerciales Marks & Spencer dependen enteramente de manufacturas del exterior. La fabricante de aspiradoras Dyson mudó sus fábricas a Malasia.
«Gran Bretaña no se preocupa cuando sus empresas se van al exterior, pero sí cuando lo hace un extranjero», arguyó Singh.
Blair calificó la polémica como un «escándalo basura» (en inglés, garbagegate), en contraste con lo que la prensa bautizó como el «escándalo del acero» (steelgate).
«El gobierno respaldará permanentemente a las empresas para que obtengan nuevos contratos. Si no tenemos cuidado caeremos en la absurda situación de que el gobieno no pueda hacer nada para apoyar a las empresas británicas, lo cual nos haría únicos en el mundo», dijo Blair ante el Parlamento.
Aunque el escándalo no consitutuye una amenaza al gobierno de Blair, ha dañado su imagen.
Sesenta por ciento de los consultados en una encuesta conducida por el periódico The Sunday Times y la organización YouGov consideró que la conducta de los laboristas era «sórdida y vergonzosa», mientras 41 por ciento adjudicó ambos calificativos a los conservadores. (FIN/IPS/tra-eng/ss/sm/dc/ip if/02