DESARROLLO: El difícil camino de Cancún a Monterrey

Gobiernos de todas las regiones del mundo debatirán en México ideas sobre el papel de los países ricos en el destino de los pobres y revisaran las relaciones económicas mundiales.

Ese anuncio bien podría calzar a la Conferencia sobre Financiación del Desarrollo, que a instancias de la Organización de las Naciones Unidas se realiza esta semana en Monterrey, norte de México.

Pero no, en realidad corresponde a los momentos previos a la Cumbre Norte-Sur de principios de los años 80, que se realizó en otra ciudad mexicana, Cancún, y cuyos postulados no prosperaron.

Varios expertos se preguntan si ahora, dos décadas después de la cita Norte-Sur, y cuando el mundo es otro, la cumbre de Monterrey será realmente exitosa a largo plazo, como prometen los gobiernos participantes.

Hay escepticismo sobre Monterrey, pues aunque tiene perfil propio, algunos participantes y observadores no pueden olvidar el fracaso de la conferencia de Cancún, que también fue presentada como original, señaló el analista Enrique Quintana.

Países del Sur en desarrollo llevaron a la reunión de Cancún, celebrada en tiempos de la guerra fría, la propuesta de crear un «nuevo orden económico mundial», e instaron al mundo rico a apoyar a los pobres.

Poco después de esa cita estalló la crisis de la deuda externa, que fue seguida de la llamada «década perdida» para el desarrollo de América Latina.

«El mundo es otro ahora si lo comparamos con los 80, pero los problemas de injusticias en el mundo se mantienen e incluso empeoraron en algunos casos», dijo a IPS Carlos Nava, investigador de una empresa mexicana de consultoría política.

Aunque en los últimos 20 años hubo logros importantes en materia de desarrollo humano, 1.200 millones de personas viven con menos de un dólar por día, cerca de 830 millones sufren desnutrición, casi 1.000 millones no tienen acceso a agua potable y 30.000 niños mueren cada día por causas prevenibles.

Según el canciller de México, Jorge Castañeda, la conferencia de Monterrey, que continuará hasta el viernes, definirá «un nuevo consenso para el desarrollo».

A diferencia de otras cumbres mundiales, los gobiernos se congregan en Monterrey luego de haber llegado a un consenso, lo que asegura su éxito, observó Castañeda.

En efecto, los países negociaron el contenido del Consenso de Monterrey, un documento pródigo en promesas, pero con escasos plazos y compromisos cuantificables.

El Consenso, que será suscrito por los más de 50 presidentes participantes, recomienda aplicar políticas nacionales responsables, combatir la corrupción, abrir los mercados, solucionar los problemas de la deuda externa y aumentar la ayuda para el desarrollo.

Nava sostiene que, aunque el documento está redactado en líneas generales, contiene la intención de buscar instrumentos mundiales más democráticos para que «de alguna forma se gobierne la actual globalización y se asegure el desarrollo» del Sur.

«El proceso de mundialización debe basarse en la equidad e incluir a todos», se dice en el Consenso de Monterrey.

«Hay una gran necesidad de formular y aplicar políticas y medidas en los planos nacional e internacional con la plena y activa participación de los países en desarrollo y los países con economías de transición», reza el documento.

En la Cumbre Norte-Sur, cita en la que tuvo protagonismo el entonces canciller Jorge Castañeda, padre del actual ministro, se buscó un acercamiento entre los países ricos y pobres para definir juntos los caminos a seguir en el desarrollo mundial.

Hoy, con las distancias del caso, los delegados gubernamentales hablan nuevamente de la existencia de un acuerdo entre ricos y pobres para lograr el desarrollo.

«Pasó la guerra fría, el proceso de industrialización hacia dentro y la etapa de los mercados cerrados. Sin embargo, siguen los problemas relacionados con la pobreza y los derivados del poco balance entre el poder económico de los ricos y el mundo pobre», comentó Nava.

Las organizaciones no gubernamentales y los activistas sociales, actores que emergieron con fuerza en los años 90, sostienen que la cita de Monterrey podría resultar inútil, pues no contempla cambios en el modelo económico mundial.

Los activistas se reunieron a fines de la semana pasada, también en Monterrey, para discutir acerca de la Conferencia sobre Financiación del Desarrollo y este lunes lo hicieron representantes del mundo empresarial.

Además, desde la víspera y hasta el miércoles, ministros y otros funcionarios llegados de todo el mundo deliberan sobre la materia de la conferencia y celebran reuniones con empresarios y activistas sociales.

El jueves y el viernes será el turno de los jefes de Estado y de gobierno, que también intercambiarán puntos de vista con delegados de agrupaciones sociales y empresariales.

En Monterrey se escuchará a todos y habrá un consenso general e histórico para alentar el desarrollo, aseguró el anfitrión de la cita, el presidente mexicano Vicente Fox. (FIN/IPS/dc/ff/dv/02

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