La expresión de sentimientos antiislámicos aumentó luego de los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos y es deplorable, declaró la máxima funcionaria de derechos humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Mary Robinson, la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, dijo a la prensa que la comunidad musulmana debe tratar de contrarrestar la ignorancia sobre su religión ofreciendo información positiva sobre el Islam y sus creencias.
La ex presidenta de Irlanda exhortó a la comunidad internacional a combatir la propagación de la «islamifobia», a la que definió como un temor obsesivo del Islam, principalmente en Estados Unidos y Europa occidental.
«Cuando hablamos del Islam, hablamos de la religión de más de 20 por ciento de la humanidad, difundida por todo el planeta y expresada a través de diversas culturas», destacó.
«Es importante reconocer la grandeza del Islam, sus civilizaciones y su inmensa contribución a la riqueza de la experiencia humana», exhortó.
El Consejo de Relaciones Estadounidense-Islámicas (CAIR) exigió la semana pasada una disculpa de la revista de derecha National Review por sugerir que Washington debería considerar un ataque nuclear a La Meca, la ciudad más sagrada para el Islam, en Arabia Saudita.
«Hay gran apoyo para un ataque nuclear a La Meca», afirmó el director de la revista, Rich Lowry, en un foro de Internet llamado «The corner» (El rincón).
Según Lowry, los blancos más probables de los primeros ataques nucleares de Estados Unidos en el marco de su campaña antiterrorista serían dos países con abrumadora mayoría musulmana: Iraq e Irán.
«Si disponemos de bombas lo suficientemente precisas para limitar el daño a un área específica, (las ciudades palestinas de) Gaza y Ramalá también deben estar en la lista», opinó.
Anne Coulter escribió en septiembre en National Review que «deberíamos invadir esos países (musulmanes), matar a sus líderes y convertir a su población al cristianismo».
Algunos miembros de la comunidad cristiana de Estados Unidos también se sumaron a la ofensiva contra el islamismo.
Pat Robertson, un cristiano fundamentalista que conduce un programa de televisión, afirmó que el Islam «no es una religión pacífica que desee la coexistencia».
En cambio, dijo a su audiencia, «los musulmanes sólo desean coexistir con los demás hasta que puedan controlarlos, dominarlos y, si es necesario, destruirlos».
El predicador protestante Franklin Graham, cuyo padre Billy Graham, también predicador, ha gozado de pleno acceso a la Casa Blanca desde la década de 1950, afirmó que el Islam es «una religión muy mala y perversa».
Graham padre dijo cosas similares de los judíos durante una conversación en 1972 con el entonces presidente Richard Nixon, que fue grabada y luego publicada por el Archivo Nacional. Posteriormente repudió esos comentarios.
Las declaraciones de Franklin Graham y Pat Roberson son «una nueva versión del odio que condujo al holocausto», sostuvo Hussein Ibish, portavoz del Comité Arabe-Estadounidense contra la Discriminación, de Washington.
Es obvio que los atentados del 11 de septiembre, perpetrados por hombres procedentes de Medio Oriente y de fe musulmana, exacerbaron el sentimiento antiislámico, destacó Robinson el lunes en una conferencia de prensa.
Así mismo, aumentó el sentimiento y el discurso antisemita en el mundo árabe, señaló la funcionaria.
Artículos publicados en medios de prensa de países árabes afirmaron que más de 2.000 empleados judíos de las torres gemelas del World Trade Centre de Nueva York, derribadas por los aviones secuestrados, faltaron al trabajo ese día porque sabían de antemano de los ataques terroristas.
Según esos informes, basados en especulaciones, la agencia de inteligencia israelí (Mossad) fue la autora intelectual de los atentados.
Robinson, quien ha provocado la ira de países poderosos con sus críticas a las violaciones a los derechos humanos en Estados Unidos, Rusia y China, anunció que abandonará su cargo en septiembre y aprovechará estos últimos meses para fortalecer su oficina.
Reed Brody, del grupo Human Rights Watch, sostuvo que el gobierno de Estados Unidos se opuso a la renovación del mandato de Robinson.
«Mary Robinson pagó el precio por sus críticas a gobiernos poderosos que violan los derechos humanos. Ella sentó un precedente de franqueza y fortaleza para futuros altos comisionados, y nos entristece perderla como aliada», expresó Brody.
El año pasado, Robinson firmó una declaración conjunta con el Consejo de Europa y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa en la que advertía a los gobiernos contra la violación de derechos humanos y libertades civiles en el combate al terrorismo.
El embajador de Estados Unidos ante la ONU, John Negroponte, reaccionó con enojo.
«No tengo ninguna preocupación en ese sentido, y no creo que Mary Robinson deba tenerla tampoco», declaró.
Michael Posner, director ejecutivo del Comité de Abogados para los Derechos Humanos, señaló que «será difícil ponerse en los zapatos» de Robinson.
Designada en junio de 1997, Robinson había anunciado su plan de abandonar el cargo al final de su mandato de cuatro años, el año pasado, pero el secretario general de la ONU, Kofi Annan, le pidió que se quedara hasta septiembre de este año. (FIN/IPS/tra- en/td/aa/mlm/hd/02