CULTURA-FRANCIA: Guerra de museos

Museos de Francia se enfrentan por el control de archivos y material de la herencia precolonial de Africa, Oceanía, Asia y América, a causa de la creación de un nuevo centro de exposiciones auspiciado por el presidente Jacques Chirac.

El nuevo Museo Francés de Primeras Artes abrirá sus puertas en 2004. Un folleto sobre el proyecto informa que albergará material cultural de los llamados «pueblos primitivos» pertenecientes a épocas anteriores a la colonización europea.

En respuesta, los curadores del Museo de Antropología iniciaron una huelga como medida de protesta por lo que consideran «la destrucción» de la institución, que desde 1988 preserva todos los documentos sobre sociedades indígenas.

Por su parte, fuentes del Museo de Artes Africanas y de Oceanía manifestaron con temor la posibilidad de que la institución se vea obligada a entregar hasta dos tercios de sus colecciones al nuevo centro.

Chirac anunció que el nuevo centro de exposiciones será abierto en respuesta al deseo «de varios artistas e intelectuales, entre ellos (el antropólogo) Claude Levi-Strauss y (el pintor) Pablo Picasso de que Francia reconociera las civilizaciones olvidadas de Africa, Oceanía, Asia y América».

Los críticos lo denominan el «Museo Chirac», y destacan el inusual interés del presidente en la organización.

El debate se refiere al futuro de los museos existentes. Muchas personas objetan la necesidad del gobierno de crear una nueva institución, cuando las actuales llevan a cabo su labor.

El Museo de Antropología, fundado en 1937, indicó que continuará presentando las piezas que tiene bajo su custodia, pero está dispuesto a exhibirlas de forma de evitar la superposición con el nuevo centro.

El periodista Pierre Delannoy afirmó que los planes de Chirac «sugieren que en el pasado los museos franceses no hicieron nada para honrar las civilizaciones precoloniales, lo cual es completamente falso», y que los encargados del Museo de Antropología «tienen motivos para estar ofendidos».

El profesor de etnología y curador del Museo de Antropología Bernard Dupaigne señaló que su institución sólo gasta 10.500 dólares al año en la compra de nuevas piezas, mientras que el Estado asignó 201 millones de dólares a la adquisición de material para el nuevo museo.

«No hay mejor prueba de la injusticia que están cometiendo con nosotros», dijo el experto.

Pero Stéphane Martin, director del nuevo Museo de Primeras Artes, restó importancia a las críticas, y dijo que el futuro centro de exposiciones presentará el material de un modo moderno e inusual, para atraer público.

Martin rechazó la acusación de que el Museo de Primeras Artes expondrá las piezas fuera de su contexto cultural.

También mencionó, como ejemplo, «una máscara de los kwakiutl de América del Norte, donada al museo de Louvre por Claude Levi- Strauss hace muchos años», que será presentada junto con una vieja película, filmada en 1914 por el fotógrafo Edward Curtis, en la que se ve a los indígenas con sus vestimentas de piel de oso, danzando en preparación de la caza de la ballena.

«Este tipo de efectos no pueden se logrado por los etnólogos en los viejos museos», comentó el director del nuevo centro.

Esos argumentos sólo lograron avivar el debate, al que se suman acusaciones contra las autoridades de «tráfico ilegal» de materiales precoloniales.

En 1999, André Langaney, director del laboratorio de antropología biológica, se quejó en una carta al primer ministro Lionel Jospin, alegando que el proyecto de nuevo museo desató «una compra frenética del llamado arte primitivo, provocando la intensificación del pillaje de sitios antropológicos en Africa, América y Asia».

Langaney acusó directamente a «varios promotores del Museo de Primeras Artes», que hasta 1999 gastaron unos 10,6 millones de dólares en nuevas piezas. «La mitad de esa suma (se gastó) en la adquisición de piezas de un coleccionista suizo, oficialmente nombrado 'consejero científico' del museo», aseguró.

Durante una exposición preliminar realizada en el Museo del Louvre en junio de 2000, el nuevo centro exhibió tres estatuas de origen nigeriano compradas a un coleccionista belga, a pesar de que habían ingresado en Francia de contrabando.

El gobierno de Nigeria acusó a Francia de pillaje de su herencia cultural. Luego de varios meses de arduas negociaciones, París acordó reconocer los derechos de Nigeria sobre las piezas, y ese país aceptó permitir a los museos franceses presentar las estatuas durante 25 años antes de devolverlas.

En un intento por poner fin a la polémica sobre los museos, el gobierno sugirió transformar el Museo de Antropología en un Museo de Historia Natural, una idea ridiculizada por los críticos.

«Los etnólogos son en Francia una pequeña elite a punto de desaparecer. Pedir al Museo de Antropología que olvide los materiales exóticos y se ocupe de la naturaleza es como pedir una prohibición permanente de la genética», ironizó Dallanoy. (FIN/IPS/tra-en/jc/sm/lp-ff/cr/02

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