(Arte y Cultura) CINE: Las llagas abiertas de Brasil

«Latitud cero» (Latitude zero), el primer largometraje de ficción del director brasileño Toni Venturi, se incorporó con su estreno en Sao Paulo a una corriente cinematográfica que examina con crudeza las llagas sociales en la piel de Brasil.

Se trata de una fórmula alejada de las producciones puramente comerciales, que logra impacto en el público sin alto costo financiero.

El filme de Venturi, un director premiado en varios festivales internacionales, invierte el sentido del desplazamiento humano en Brasil, para expulsar a los dos protagonistas al campo y realzar la exclusión social y la ausencia de perspectivas.

Los dos únicos personajes del filme, que fue estrenado el 9 de este mes, son urbanos, pero deben buscar refugio en un rincón rural abandonado y estéril.

De ese modo hacen el camino inverso de los millones de desheredados de la tierra que participaron en el intenso éxodo del campo a las ciudades en el siglo XX e inspiraron varias películas brasileñas.

La historia muestra al comenzar a una mujer embarazada, que intenta sobrevivir sola en una vivienda precaria junto a una carretera del interior profundo de Brasil, en las orillas de la Amazonia. Los escasos camiones que pasan por allí no se detienen.

Detrás de la casa hay una mina que en otros tiempos fue explotada por los «garimpeiros» o buscadores de oro. El enorme socavón de la mina ha quedado como la cicatriz de una actividad brutal que enriqueció a pocos, propagó la malaria en la la Amazonia y fue el último recurso de millones de desempleados en la «década perdida» de los 80.

La mujer, en el último mes de embarazo, muestra su desesperación en las primeras escenas, masturbándose. La llegada de un hombre, dispuesto a permanecer, sustituye la soledad por la tensión de un acercamiento forzado, a solas. Un diálogo de pocas palabras aclara el origen de ambos.

Ella era amante de un jefe de la Policía Militar que, para salvar a la familia tradicional que encabeza, la envió a ese exilio cuando quedó embarazada.

El recién llegado es un policía, subordinado al mismo señor de ambos destinos, que lo destierra para evitar su castigo por crímenes en los que los jefes y la institución policial estuvieron complicados.

El aislamiento y el desamparo absolutos crean tensión en las relaciones entre la mujer y el ex policía, que después de la desconfianza inicial pasan a la satisfacción del deseo sexual largamente reprimido y al conflicto.

El ex policía abandona a la mujer, robándole sus ahorros. Lo hace en el momento del parto solitario, una escena impresionante. Pero regresa, para intentar una convivencia que ya es imposible, como se comprueba en las escenas siguientes

El desarrollo de la acción entre las paredes de la pobre vivienda evidencia el origen teatral de «Latitud cero». La película se basa en «Las cosas malas de nuestra cabeza» (As coisas ruins de nossa cabeça), una obra de teatro de Fernando Bonassi convertida en guión cinematográfico.

El costo de la producción fue de sólo un millón de reales (420.000 dólares). Los realizadores ahorraron gastos al contratar sólo a dos actores poco conocidos, Débora Duboc y Claudio Jaborandy, y procediendo a exhaustivos ensayos que redujeron los días de rodaje.

La película fue filmada en el área de Poconé, situada en el centro-oeste de Brasil, y junto a un «garimpo» , o mina a cielo abierto de buscadores de oro informales.

Venturi había dirigido anteriormente el documental «El Viejo, la historia de Luiz Carlos Prestes» (O Velho), una biografía del líder histórico del comunismo en Brasil que obtuvo varias distinciones.

Su nueva película integra, según los críticos, un conjunto de obras cinematográficas de una generación de directores que buscan un nuevo lenguaje, con bajo presupuesto aunque sin descuidar la taquila.

De la misma corriente, que aún no es un movimiento estructurado, forma parte Laís Bodanzky, cuyo «Bicho de 7 cabezas» obtuvo fuerte repercusión el año pasado, al exponer la brutalidad de los hospitales psiquiátricos.

También Beto Brant, que empieza a lograr premios con «Invasor», y Tata Amaral, directora de «Un cielo de estrellas» (Um céu de estrelas).

Los nuevos proyectos de Venturi, adscriptos también a la línea de temas impactantes, son un documental para la televisión y otro largometraje de ficción, «Cabra ciega». Las dos producciones enfocan la violencia política, es decir, hechos de la resistencia guerrillera a la dictadura militar impuesta en Brasil de 1964 a 1985. (FIN/IPS/mo/ff/cr/02

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