El presidente Eduardo Duhalde admitió este viernes que Argentina vive «una formidable crisis de representatividad», con una población que ha perdido la confianza en los legisladores, en la justicia y en los dirigentes políticos, empresariales y sindicales.
Duhalde, en su discurso de apertura de las sesiones ordinarias anuales del Congreso, advirtió que «hay una sola garantía para la paz, y es la justicia social», tras señalar que se debe atender de urgencia la creciente pobreza, que destruye millones de hogares.
La asamblea legislativa, que reúne a las dos cámaras del Congreso, se realizó con gran expectativa, debida a la convocatoria frente al parlamento a un acto de apoyo al presidente, con el consecuente temor de enfrentamientos debido al fuerte descontento social por el colapso económico.
A la concentración, organizada por el gobernante Partido Justicialista (peronista) en la plaza de los dos Congresos, asistieron algunos miles de personas, que llegaron de manera ordenada en un centenar de autobuses y portando grandes carteles en favor de Duhalde.
Los manifestantes se mantuvieron detrás de un vallado, custodiado por unos 1.300 policías.
Duhalde llegó al Congreso en un automóvil que circuló lentamente en medio de fuertes medidas de seguridad, rodeado de policías y de una decena de custodios vestidos de civil, que corrieron junto al automóvil en movimiento.
En el Congreso, Duhalde hizo suyas las palabras de la Iglesia Católica, que había exhortado a «abolir privilegios» de los dirigentes, acortar la distancia entre valores y prácticas, asumir la «mayúscula» responsabilidad de la crisis y a reclamar una urgente ayuda internacional.
La Iglesia llama la atención de la comunidad internacional sobre el carácter de «emergencia» de la crisis social en Argentina y pide un compromiso especial y urgente que complemente los esfuerzos internos y facilite la negociación de un paquete de recursos para transformar equitativamente el país, dijo Duhalde.
Precisó que 15 millones de los 38 millones de argentinos viven hoy por debajo de la línea de pobreza, seis millones de los cuales son indigentes sin recursos siquiera para una básica alimentación.
El mandatario añadió que sólo en los últimos dos años el movimiento descendente de la clase media sumó casi dos millones de nuevos pobres.
Luego de atribuir ese deterioro social al modelo económico implementado en el país hasta fines del año pasado, Duhalde prometió crear dos millones de puestos de trabajo y un fondo de ayuda alimentaria de 350 millones de dólares, pese a los escasos recursos con que cuenta el Estado
También señaló que las Fuerzas Armadas tendrán «una participación activa» en la producción, traslado y distribución de alimentos, en la asistencia sanitaria y en el transporte, sobre todo en zonas inundadas.
Respecto del programa económico a desarrollar, remarcó la necesidad de sentar las bases de un nuevo modelo fundado en la producción y el trabajo, en la recuperación de mercados y en la promoción de una justa distribución de la riqueza.
Por otra parte, Duhalde se manifestó determinado a mantener el peso, como única moneda de circulación en el país. «La dolarización de la economía hubiese condenado a Argentina a perder definitivamente su política monetaria y cambiaria», apuntó.
«Ese era el proyecto de los poderosos, de los que sostuvieron el anterior modelo económico, y el triunfo definitivo de un proyecto iniciado en marzo de 1976», aseguró.
Duhalde unió así la política económica implementada por la dictadura militar, de 1976 a 1983, y por los gobiernos democráticos que la sucedieron de Raúl Alfonsín (1983-1989), de Carlos Menem (1989-1999) y de Fernando de la Rúa, quien renunció el 20 de diciembre del año pasado ante el levantamiento popular.
Duhalde, a poco de asumir el 1 de enero, derogó el régimen de convertibilidad, de paridad cambiaria un peso-un dólar, puesto en marcha en 1991 por Menem y su ministro de Economía de entonces, Domingo Cavallo, quien también cumplió esa misma función en el último tramo de la administración de De la Rúa.
Ese sistema estableció un dólar de respaldo por cada peso en circulación, medida que había permitido controlar la inflación por más de una década.
El actual gobierno se vio obligado a abandonar el plan de convertibilidad ante la licuación de las reservas de divisas de los últimos meses del año pasado y a que, según los expertos, trababa el desarrollo productivo.
La inmediata consecuencia de la liberación cambiaria fue un rápido aumento de la cotización del dólar, que en los últimos días trepó hasta los dos pesos por unidad.
Duhalde insistió ante el Congreso este miércoles en la necesidad de impulsar el desarrollo de la industria local y en el aumento de la producción y de las exportaciones.
También vaticinó que la economía crecerá cinco por ciento en 2003, luego de superar poco a poco la recesión que ya lleva casi cuatro años y que se prolongará este año, con una caída del producto interno bruto proyectado en 4,9 por ciento.
Respecto de la de deuda externa, el mandatario aseguró que «próximamente» comenzará la renegociación «en términos responsables y a partir de posibilidades reales de cumplimiento».
Ratificó, además, la alianza estratégica de Argentina con el Mercado Común del Sur, conformado también por Brasil, Paraguay y Uruguay. (FIN/IPS/mv/dm/ip/02