Casi 80 por ciento de la basura electrónica de Estados Unidos es exportada a China, Pakistán e India, donde se vierte o procesa sin tratamiento, afectando el ambiente y la salud de los trabajadores, advirtieron activistas.
Toneladas de desechos electrónicos de compañías estadounidenses son arrojadas en ríos, campos abiertos y canales de riego, aseguraron la Red de Acción Basilea, la Coalición de Tóxicos de Silicon Valley, Toxics Link India, Greenpeace China y la Sociedad para la Conservación y la Protección del Ambiente de Pakistán.
Investigadores de estos grupos presenciaron la incineración a cielo abierto de plásticos y cables, operaciones con ácidos a orillas de ríos para extraer el oro de componentes electrónicos, fundición de circuitos soldados y rotura y vertido de tubos de rayos catódicos, que contienen plomo.
«Le llaman reciclaje, pero es en verdad el vertido de basura con otro nombre», dijo Jim Puckett, coordinador de la no gubernamental Red de Acción Basilea, que impulsa la puesta en práctica de la Convención de Basilea, ratificada por 65 países, para limitar las exportaciones de desechos peligrosos.
Estados Unidos, el principal productor de basura electrónica, es el único país industrializado que no ratificó el instrumento internacional.
El informe «Exportando Peligro: El vertedero de alta tecnología de Asia», presentado esta semana por las cinco organizaciones, se centra en las investigaciones efectuadas en la zona de Guiyu, en la meridional provincia china de Guandong, donde se ubican centros de procesamiento de residuos electrónicos.
Unos 100.000 trabajadores inmigrantes se ocupan del desguace de computadoras obsoletas, importadas en su mayoría de América del Norte.
El agua potable es la primera víctima ambiental de esta actividad. La contaminación afecta las napas subterráneas de agua de Guiyu desde 1995, que no puede beberse. El agua potable debe trasladarse desde una distancia de 30 kilómetros, indicaron los investigadores que visitaron la región en diciembre.
En algunas localidades se queman cables electrónicos para recuperar el cobre que contienen. La combustión de cables con cloruro de polivinilo y sustancias que otorgan aislación térmica, provoca gases y cenizas con altas proporciones de dioxinas y furanos, dos contaminantes asociados al cáncer, entre otras enfermedades.
En otras zonas, los trabajadores desmantelan impresoras y cartuchos de tinta sin vestimenta protectora ni equipos para respiración adecuados.
«El proceso crea permanentes nubes que los trabajadores inhalan continuamente», asegura el informe. Los empleados son en su mayoría ex campesinos, mujeres, niños y niñas que perciben un salario diario de 1,5 dólares.
Situaciones similares se registran en la meridional ciudad pakistaní de Karachi, y en Nueva Delhi, la capital de India. En esos casos tampoco se utilizan equipos especiales de protección y el trabajo se hace con las manos desnudas, indicó el informe.
Entrevistas efectuadas a trabajadores de Karachi expusieron su «completo desconocimiento sobre el peligro de los materiales procesados y las toxinas que contienen», afirma el estudio de 51 páginas.
La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos reconoce que gran parte de la basura electrónica es exportada. Pero, como no existen informes sistemáticos sobre las exportaciones, tampoco hay estimaciones precisas sobre las cantidades enviadas a países en desarrollo.
Representantes de la industria y el gobierno se oponen a una iniciativa de la Unión Europea (UE) que procura responsabilizar a las corporaciones del destino de los productos que manufacturan.
La Directiva sobre Desechos de Equipos Eléctricos y Electrónicos de la Comisión Europea (órgano ejecutivo de la UE) propone exigir a los fabricantes que paguen para recoger computadoras y accesorios y los reciclen o reprocesen por métodos seguros para la salud y el ambiente.
Japón adoptó medidas similares para que los fabricantes se encarguen de los aparatos electrónicos al final de su vida útil.
A partir de la propuesta de la UE, la Asociación Electrónica Estadounidense se sumó a la oficina del Representante Comercial de Estados Unidos para resistir una norma semejante.
El informe de los ambientalistas urge a Estados Unidos a seguir el ejemplo del bloque europeo.
«En lugar de arrojar por la puerta trasera nuestro problema de basura electrónica, exportándolo a los pobres del mundo, debemos afrontarlo y resolverlo en este país, en su fuente manufacturera», dijo Ted Smith, director ejecutivo de la Coalición de Tóxicos de Silicon Valley.
La organización toma su nombre del Valle del Silicio, la región del occidental estado estadounidense de California, famosa por sus industrias electrónica e informática, que usan ese material en la fabricación de componentes.
En 2004 habrá 315 millones de computadoras obsoletas en Estados Unidos, estimó Smith. «Los consumidores estadounidenses hemos sido los principales beneficiarios de la revolución tecnológica, y simplemente no podemos permitir que el alto precio ambiental resultante recaiga en otros», concluyó el activista. (FIN/IPS/tra- en/dk/aa/lp/dc/en/02