VENEZUELA: Sociedad dividida recuerda el golpe de Chávez

Partidarios del gobierno exhortaron este lunes al presidente Hugo Chávez a profundizar el proceso de cambios, mientras los opositores le pedían que abandonara el poder, al cumplirse 10 años de la tenativa de golpe de Estado que encabezó el actual mandatario.

Una Venezuela dividida recordó la sangrienta asonada que Chávez condujo como teniente coronel del cuerpo de paracaidistas.

El presidente declaró «día de júbilo» este 4 de febrero, o 4F, como se le llama en Venezuela, y dirigió una serie de ceremonias, al estilo de las celebradas en fechas históricas, rematada con una marcha de decenas de miles de sus partidarios por calles de Caracas.

Por su parte, organizaciones no gubernamentales alineadas en la oposición y los partidos políticos tradicionales, minoritarios en el parlamento, declararon este lunes «día de luto», y, siguiendo su llamado, miles de personas fueron a sus lugares de trabajo vistiendo prendas negras.

La ropa de luto y los crespones negros en los automóviles abundaron en las urbanizaciones de clase media y alta de Caracas y en ciudades del interior, hasta interrumpir el tránsito en avenidas del oriente de la capital.

En cambio, y para teñir la creciente división política y social del país, los seguidores de Chávez, procedentes de barrios populares del oeste de Caracas o del interior, se concentraron luciendo prendas, banderas y boinas rojas.

Chávez, quien hizo uso de la palabra en público varias veces a lo largo de la jornada, afirmó que el 4 de febrero «trasciende a Venezuela y tiene impacto en América Latina», considerándola «el inicio de un nuevo camino, de la nueva era bolivariana», denominación que el mandatario da a su causa por Simón Bolívar.

En cambio, el alcalde de Caracas, Alfredo Peña, un ex ministro de Chávez, sostuvo que Venezuela es «el único país del mundo que celebra un golpe de Estado», y analistas políticos como el columnista Fausto Masó consideraron los festejos «una provocación» dirigida a causar más enfrentamiento.

El ex presidente socialdemócrata Carlos Andrés Pérez (1974-1979 y 1989-1993), para quien «ya no resta otro camino sino una solución de fuerza para desalojar a Chávez» del poder, «la peor estupidez que podría cometerse es festejar un intento de golpe militar como día de júbilo».

El 4 de febrero de 1992, cinco teniente coroneles y otros 150 oficiales de menor rango encuadrados en el clandestino Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR), a la cabeza de unos ocho batallones del ejército, intentaron un fallido golpe contra el entonces presidente Pérez.

La asonada costó la vida a 17 personas, entre militares, policías y estudiantes que esgrimieron armas en respaldo de los insurrectos, y concluyó cuando Chávez pidió por televisión la rendición de sus compañeros de armas.

La televisación de esa intervención del actual presidente es considerada hoy por observadores un error del gobierno de Pérez.

Ese mensaje improvisado, de 70 segundos, anunciando la renuncia «por ahora» al objetivo del poder y asumiendo la responsabilidad del movimiento, convirtió la derrota militar de Chávez en una victoria política que, a la postre, terminó con cuatro décadas de dominio de los partidos tradicionales.

En noviembre de 1992 hubo otra cruenta y fallida asonada, en mayo de 1993 Pérez fue apartado de la presidencia por los poderes judicial y legislativo, Chávez salió de la cárcel en 1994, y organizó desde 1997 el Movimiento V República (MVR), con el cual ganó las elecciones presidenciales de 1998.

Chavez lanzó desde la presidencia un proceso de cambio de la Constitución y relegitimó su mandato en sucesivas consultas populares, mientras disfrutaba del favor de las encuestas y fustigaba constantemente a la oposición.

Pero el segundo semestre de 2001 la situación dio un giro, con derrotas de Chávez en elecciones sindicales y un endurecimiento de sus pleitos con la prensa, la cúpula de la Iglesia Católica y las organizaciones de empresarios, lo cual se tradujo, según las encuestas, en una pérdida de apoyo al presidente.

El 10 de diciembre de 2001, una protesta convocada por los gremios de empresarios y trabajadores paralizó 80 por ciento del país, y el 23 de enero de 2002, aniversario de la caída de la última dictadura, en 1958, la oposición realizó una marcha a la que asistieron 100.000 personas en Caracas.

El repunte opositor ya animó al partido socialdemócrata Acción Democrática a solicitar al Tribunal Supremo de Justicia que declare la «incapacidad mental» de Chávez para gobernar, y el ex chavista Movimiento al Socialismo denunció al mandatario por peculado.

La jubilosa celebración encabezada por Chávez y la jornada de luto opositora fue una pulseada por los favores de la calle y de la opinión pública, mientras la cúpula sindical, también opositora, anuncia centenares de conflictos para las próximas semanas.

«La contrarrevolución ha sido más inteligente que nosotros», admitió Guillermo García Ponce, un ex jefe comunista a quien Chávez colocó al frente de los 40 integrantes del comando que dirige las fuerzas políticas que apoyan la «revolución bolivariana».

«La campaña mediática de la oposición ha logrado confundir a grandes sectores de las capas medias» y, entre tanto, «la oposición ha creado un clima político de desestabilización que conduce a una conspiración militar», según García Ponce.

En su opinión, sin embargo, un golpe «es una aventura que le puede costar más caro a la oposición que al gobierno. Un golpe, derrotado, fortalecería al presidente Chávez y aclararía el panorama del poder», debido a la correlación de fuerzas dentro de las Fuerzas Armadas, añadió García Ponce.

Francisco Arias y Jesús Urdaneta, dos de los comandantes que se alzaron el 4 de febrero de 1992, reivindicaron la fecha y el movimiento, pero acusaron a Chávez de traicionar sus postulados democráticos y pidieron buscar su salida, pero por medios pacíficos. (FIN/IPS/jz/mj/ip/02

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