El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, dijo este martes que «está sumamente tranquilo» y descartó que los pronunciamientos de militares que piden su renuncia impliquen la gestación de un golpe de Estado.
Chávez, en rueda de prensa con corresponsales extranjeros, restó importancia a las críticas de los oficiales, algunos de alto rango, al tiempo que tendió puentes con Estados Unidos y cuestionó a la guerrilla colombiana, en lo que puede interpretarse como un giro de su política externa.
«¿En qué lógica cabe que, si se estuviese preparando un golpe de Estado, los pronunciamientos se harían por separado, por goteo y quemando figuras como vicealmirantes y generales?», preguntó el mandatario, quien es teniente coronel retirado.
Las declaraciones de Chávez se realizaron luego de que el lunes se conociera el cuarto pronunciamiento militar en su contra, esta vez por parte del general de la aviación Román Gómez Ruiz.
El primer oficial en expresar críticas públicas fue el coronel de la aviación Pedro Soto, quien el 7 de este mes solicitó la renuncia de Chávez, tras acusarlo de autoritario y de usar políticamente a las Fuerzas Armadas en beneficio de su gobierno.
Soto habló, vestido con su uniforme militar, en un acto público que tuvo una amplia cobertura periodística y que despertó protestas callejeras de apoyo a su demanda.
Pocos días después tomaron el mismo camino que Soto el capitán Pedro Flores, de la militarizada guardia nacional, y el vicealmirante Carlos Molina Tamayo, de la marina de guerra.
Soto fue pasado a retiro y Flores recibió una sanción, mientras que los dos restantes son objeto de sendas investigaciones.
La actitud de esos cuatro militares activos fue acompañada del pedido de «rectificación» del gobierno por parte de los generales Guaicaipuro Lameda y Ovidio Poggioli, ex cercanos colaboradores de Chávez.
Lameda, quien ocupó la presidencia de la estatal empresa Petróleos de Venezuela hasta mediados de este mes, y Poggioli, que renunció a su cargo de director del aeropuerto de Maiquetía, el principal del país, pidieron su pase voluntario a retiro.
Chávez restó importancia a esos pronunciamientos, por entender que son «individuales» y que no representan un punto de vista mayoritario de las Fuerzas Armadas.
Analistas políticos sostienen que las Fuerzas Armadas son la base principal del gobierno venezolano, que no cuenta con un partido político organizado que lo respalde.
El presidente señaló este martes que el frustrado levantamiento que encabezara el 4 de febrero de 1992 «no fue un golpe de Estado, sino una rebelión militar» para oponerse a la corrupción.
Ese intento de golpe de Estado contra el entonces presidente Carlos Andrés Pérez, cuando éste cumplía su segundo mandato (1989- 1993), catapultó políticamente a Chávez, quien luego resultaría elegido mandatario en los comicios de diciembre de 1998 y asumiera en febrero de 1999.
«Este goteo (de pronunciamientos) me tiene sumamente tranquilo, porque evidencia incuestionablemente que no hay un plan militar contra el gobierno. Lo que tenemos es un grupo reducido de personas que no están de acuerdo con los cambios políticos que ha vivido el país», aseveró Chávez.
«No hay ninguna amenaza seria desde las filas militares contra el gobierno y contra el sistema democrático de Venezuela», aseguró con énfasis.
A juicio del presidente, los militares «se han prestado a un show (espectáculo) mediático montado por la oposición, que con esto demuestra que está huérfana de liderazgo».
Chávez apuntó que «es un error de cálculo político» creer que su gobierno está por caer, y dijo que «interna y externamente deben medir bien lo que está sucediendo en el escenario político venezolano».
También precisó que fue elegido en 1998 y posteriormente legitimado en una segunda elección presidencial, en 2000, «con una abrumadora mayoría de votos».
Aunque directo, como es su estilo, las manifestaciones del presidente venezolano de este martes fueron moderadas y más bien evidenció lo que se percibe como un cambio en su política, en especial hacia el exterior.
En forma paralela a los pronunciamientos militares en el país, altos funcionarios de Estados Unidos también han hecho este mes públicos cuestionamientos al gobierno de Chávez e, incluso, han puesto en entredicho que pueda concluir su mandato constitucional, que finaliza en 2006.
Chávez admitió que «ha habido un evidente deterioro en las relaciones» entre Caracas y Washington, pero adelantó que «estamos entrando en una nueva etapa», y puso como ejemplo «el diálogo e intercambio» del lunes con la embajadora estadounidense saliente, Donna Hrinak.
Según Chávez, su gobierno comparte «la visión global» del gobierno estadounidense de George W. Bush en materia de lucha contra el terrorismo, planes antidrogas, cooperación energética y afianzamiento de la democracia.
«Hay diferencias en los enfoques, pero tenemos una agenda de trabajo común», aseveró Chávez, que en el pasado cuestionó la «política intervencionista» de Estados Unidos y hasta ha propuesto un acuerdo comercial continental que excluya a ese país.
En el marco de esa línea de entendimiento con Washington, el mandatario descartó que su gobierno pretenda hacer «una revolución socialista» y dijo que las inversiones petroleras estadounidenses «no corren ningún peligro de expropiación».
El presidente venezolano también se refirió al rompimiento del diálogo de paz entre el gobierno colombiano y las insurgentes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), poniendo distancia respecto de sus propias posturas anteriores.
Aunque se negó a calificar de terroristas a las FARC, Chávez criticó duramente algunas acciones de la guerrilla «que llevaron al rompimiento del proceso de paz».
Sectores colombianos y estadounidenses han acusado en varias oportunidades a Chávez de tener simpatías y dar facilidades a la guerrilla colombiana, incluso provocó roces con el gobierno del país vecino.
En cambio, Chávez dio este martes un respaldo absoluto a la política del presidente colombiano Andrés Pastrana, de poner fin al proceso de paz y, por otro lado, criticó la «falta de sensibilidad humanitaria» de las FARC, como en los casos del secuestro de un avión civil y del niño que murió sin ver a su padre, retenido por la guerrilla.
A juicio del presidente venezolano, «se puede ser muy guerrero, pero tener corazón y sensibilidad». Dijo no encontrar explicación en esas acciones, que contribuyeron a que se acabara el proceso de paz.
El cambio de actitud del mandatario tiene su contraparte interna en Venezuela. Confirmó estar «abierto al diálogo con todos los sectores del país» e informó que sus ministros «están sosteniendo reuniones con los dueños de los medios de comunicación, los empresarios y con distintos sectores». (FIN/IPS/ac/dm/ip/02