Un resultado favorable en el referéndum del domingo próximo sobre la adhesión de Suiza a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) puede terminar con la tradición de aislamiento, pero también con la neutralidad del país alpino.
En el foro internacional, que cuenta con 189 miembros, solamente dos estados tienen carácter de observadores: el Vaticano y Suiza.
Los 26 cantones de la Confederación Helvética, con una población de 7.283.274 habitantes, de los cuales 4.700.000 tienen derecho a voto, deberán responder «sí» o «no» a la consulta sobre la incorporación del país como miembro de la ONU.
Hace 15 años, en una encrucijada similar, 75,7 por ciento de los electores suizos rechazaron la iniciativa de integrarse a la ONU que había sido apoyada por el gobierno y el parlamento federales.
El referéndum de 1986, con la guerra fría aún en todo su fragor, reflejó el apego de los suizos al principio de la neutralidad, uno de los secretos de la supervivencia pacífica del pequeño estado.
Los argumentos más debatidos entonces, igual que ahora, se refieren a la solidaridad con la comunidad internacional, al aislamiento y a la ausencia de compromiso en la toma de decisiones de alcance mundial.
Por paradoja, en la occidental ciudad suiza de Ginebra se encuentra la principal oficina de la ONU luego de la de Nueva York, y en esa ciudad están radicadas importantes agencias del foro mundial y otras organizaciones internacionales.
El Centro de Comercio Internacional, el Alto Comisionado para los Derechos Humanos, la Comisión de Derechos Humanos, la Organización Mundial de la Salud, la Organización Meteorológica Mundial, la Organización Mundial de Comercio y la Organización Internacional del Trabajo tienen, entre otras, sede en Ginebra.
También está radicado allí el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, principal organización en la vigilancia del derecho internacional humanitario.
Las encuestas de las últimas semanas han vaticinado una mayoría de votos, entre 54 y 56 por ciento, favorables a la adhesión.
Sin embargo, la decisión dependerá también de que una mayoría de cantones adopte el mismo criterio. Los analistas advierten que en los pequeños cantones de idioma alemán predomina un sentimiento contrario a la adhesión.
La Confederación está integrada por 26 cantones de idioma alemán, francés, italiano y romanche, pero la mayoría pertenece a la región suizoalemana.
Los opositores a la adhesión de Suiza a la ONU, ubicados principalmente en filas de la derecha, alegan que con su integración al foro mundial Suiza perderá independencia y cederá soberanía.
Los partidarios de la incorporación replican que el país ya respeta la Carta del foro mundial y aplica las decisiones del Consejo de Seguridad, sin que la ONU tenga derecho alguno de intervención en los asuntos del estado helvético.
Las sanciones que dicta el Consejo de Seguridad y el derecho de veto de sus cinco integrantes permanentes (China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia) refuerzan los argumentos de los críticos de la ONU.
Cuando las sanciones son de tipo económico, refutan los partidarios de la ONU, no afectan la neutralidad. Suiza las aplica desde hace 10 años sin menoscabo de ese principio.
En cuanto a las medidas de tipo militar, aclaran, no tienen carácter coercitivo y ningún país está obligado a ceder sus efectivos militares.
Esos argumentos no convencen a Christoph Blocher, un acaudalado industrial que desde la extrema derecha se ha convertido en una de las figuras que despierta más simpatía política en este país.
El secreto del éxito y de la riqueza de Suiza, afirma Blocher, radica en su sistema de democracia directa, neutralidad y federalismo.
Blocher atemoriza a los electores con la posibilidad de que el ingreso a la ONU les haga perder esas ventajas. No es aceptable que el Consejo de Seguridad «nos venga a decir lo que tenemos que hacer», según el líder nacionalista.
La campaña contra la adhesión a la ONU se fortaleció hace un año, cuando 76,7 por ciento de los votantes rechazaron, en otro referéndum, la idea de iniciar negociaciones para el ingreso de Suiza a la Unión Europea (UE).
Pero el voto contra la UE encontró el apoyo de los principales grupos económicos y financieros de Suiza, que, en cambio, respaldan la adhesión a la ONU.
La incorporación al foro mundial mejorará la imagen de Suiza en el mundo y no tendrá costo económicos para el país, explicó el sindicalista Jean-Claude Rennwald.
En contraste, las negociaciones con la UE exigían discusiones sobre temas económicos y financieros, en particular sobre el tesoro más preciado del país: el secreto bancario.
Rennwald justificó el apoyo de la izquierda a la adhesón a la ONU con el argumento de que se necesita crear en la escena internacional un contrapeso a la hegemonía de Estados Unidos.
Por otra parte, opinó, los países pobres, que representan a la mayoría de la población mundial, necesitan a la ONU para hacer escuchar sus voces ante los poderosos. (FIN/IPS/pc/mj/ip/02