SUDAFRICA: Reformas para abatir marca mundial de delitos sexuales

El gobierno de Sudáfrica redobló el combate contra la violencia sexual, de la que no logran escapar un tercio de las niñas y un quinto de los niños y adolescentes menores de 18 años.

Cada año, un millón de mujeres son víctimas de violaciones, convirtiendo a Sudáfrica, con 42 millones de habitantes, en el país con más proporción de delitos sexuales del mundo.

Las reformas judiciales y legislativas son dispuestas tras una ola de violaciones de niñas y bebés, que llegó a los titulares de la prensa internacional a fines del año pasado.

Las autoridades están creando tribunales especializados en delitos sexuales, derecho infantil y de familia, y centros de asistencia a las víctimas, que deben auxiliar en la presentación de denuncias y durante el proceso judicial, que suele ser un trago amargo para los afectados.

Pretoria dispuso un aumento de 10 por ciento del presupuesto anual del Departamento (ministerio) de Justicia, para sustentar la nueva política.

También este año se revisará la legislación vigente, para incluir dentro de la definición de delitos sexuales la premeditación para infectar a la víctima con enfermedades de trasmisión sexual.

Se procura así combatir el mito según el cual las relaciones sexuales con una joven virgen curan el sida, en el que se escudan muchos violadores.

Los tribunales conocidos como «Oso Teddy», donde deben prestar testimonio niños, niñas y adolescentes, ya ponen en práctica medidas para tratar a las víctimas según sus necesidades específicas.

Una visita al tribunal infantil de la meridional ciudad de Port Elizabeth prestó a la viceministra de Justicia, Chery Gillwald, una experiencia directa sobre su funcionamiento.

Una niña que testificaba por un caso de abuso sexual le dijo al juez que tenía hambre, ante lo cual el tribunal entró en receso y aguardó hasta que la testigo consumió la leche y las galletas que le sirvieron. Una hora después la niña informó que tenía sueño, y el tribunal volvió a interrumpir su trabajo.

«Esto es justicia infantil», explicó el juez a Gillwald.

Los tribunales infantiles operan con un sistema altamente especializado, en un ambiente adecuado y con instalaciones de vidrios espejados que aseguran el anonimato de las víctimas. Trabajadores sociales y terapeutas están listos para apoyar a los niños durante el proceso.

También es esencial la sensibilidad de magistrados y abogados. El juez de Port Elizabeth conversó amigablemente con la niña y le propuso varios juegos para probar que no sería vista mientras relataba su historia.

Sólo 180 tribunales cuentan con la infraestructura necesaria para atender casos de delitos sexuales pero, al igual que en otras áreas, abogados, magistrados y fiscales innovadores pueden salir adelante con escasos recursos, subrayó Gillwald.

En el Estado Libre de Orange, por ejemplo, un fiscal lleva consigo una televisión portátil y metros de cable para instalar, mediante videoconferencia, su propio tribunal infantil dondequiera que vaya.

Aunque según la policía la cantidad de violaciones se mantiene estable, aún es tan alta que puede considerarse endémica. Los cambios en la justicia penal buscan mejorar la investigación y el procesamiento de los culpables.

El país cuenta con 20 tribunales que entienden en delitos sexuales, donde fiscales y policía trabajan en conjunto.

Los primeros pasos de estos tribunales son esperanzadores y respaldan a quienes sostienen que este enfoque es eficaz en el combate a la impunidad.

«El mayor desafío del delito de violación es que 40 por ciento de las denuncias son retiradas una semana después de efectuadas», dijo Gillwald. La mayor parte de las violaciones se cometen en el ámbito hogareño, o por un familiar o conocido de la víctima.

Por eso se los llama «crímenes del tejido social», que sólo pueden abatirse mediante una estrategia a largo plazo que reconstruya las relaciones morales, familiares y sociales.

A mediano plazo, el propósito del gobierno es lograr que la población confíe en el sistema judicial. «Las mujeres y los niños deben recibir un servicio que los respalde durante el proceso de juicio y sentencia. Debemos crear un proceso sanador», dijo Gillwald.

Una experiencia piloto compromete a personal médico, policial y legal trabajando en equipo para asisitir a las víctimas en su paso por el sistema judicial.

El centro Thutuzela, en la austral Ciudad del Cabo, trabaja desde un hospital local mediante un sistema de «amigos de los testigos», que asisten a mujeres violadas. Otros cuatro funcionan en distintas zonas del país.

Los suburbios pobres de Ciudad del Cabo registran la mayor proporción de violaciones del país. Se trata de un fenómeno de larga data, atribuido por los especialistas a la pobreza, el alcoholismo y la actividad de bandas violentas.

Cuando una mujer denuncia una violación, un amigo de los testigos le explica los procedimientos por los que deberá pasar. El examen médico se realiza cuanto antes para recoger evidencias. El centro cuenta con un baño confortable en el que las víctimas pueden luego tomar una ducha.

Más tarde, la denunciante se reúne con un policía y un abogado que preparan un informe para iniciar de inmediato la investigación.

La proliferación de delitos sexuales está en directa relación con las escasas denuncias, o con el abandono del proceso judicial por parte de la víctima. Denunciar una violación y revivir la dolorosa experiencia en un estrado es una experiencia traumática, que muchas mujeres prefieren eludir. (FIN/IPS/tra-en/hd/fk/mn/lp- dc/hd/02

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