SOMALIA: En el filo de la navaja

El llamado de alerta de Estados Unidos por la supuesta radicación de terroristas en Somalia no debe afectar el proceso de estabilización en ese país, sostuvieron funcionarios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Randolph Kent, representante residente de la ONU en Mogadiscio, la capital somalí, reconoció preocupación en la población de Somalia debido al riesgo de un ataque o intervención de Estados Unidos.

Otra funcionaria de la ONU, Carolyn McAskie, de la oficina de ayuda de urgencia, observó que «la retórica del gobierno» de George W. Bush hace temer al pueblo somalí que Estados Unidos lance en su país una nueva intervención para luchar contra el terrorismo.

Esas amenazas son potencialmente muy desestabilizadoras, dijo McAskie en la presentación de un informe sobre la realidad de Somalia.

El director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos, George Tenet, aseguró el miércoles ante el Comité de Inteligencia del Senado que Somalia es uno de los territorios elegidos por la red islámica Al Qaida para «reconstruirse y reanudar sus operaciones terroristas».

Organizaciones vinculadas con Al Qaida, acusada por Estados Unidos de los atentados terroristas contra Nueva York y Washington el 11 de septiembre, ofrecen a los integrantes de la red fugitivos una «base operativa y un potencial refugio», agregó Tenet.

Por su parte, el principal funcionario estadounidense para las relaciones con Africa, Walter Kansteiner, afirmó el miércoles ante un subcomité del Senado que Washington está dedicado a derrotar a grupos terroristas que se proponen «instalar una base en Somalia».

La organización Al-Ittihad Al-Islami, vinculada con Al Qaeda, abrió escuelas y brinda servicios sociales en Somalia, según Kansteiner, secretario de Estado adjunto para Africa.

El gobierno de Somalia se derrumbó en 1991 como consecuencia de una sangrienta guerra civil librada entre múltiples facciones, que representaban a clanes tradicionales.

En 1992, Estados Unidos envió tropas a Somalia bajo la bandera de la ONU, pero después de sufrir pérdidas elevadas, debió retirarse en 1994. Las fuerzas de la ONU siguieron el mismo camino un año después.

Tras ese decenio, en que el país estuvo prácticamente sumido en el caos, la estabilidad emerge ahora en forma lenta y gradual con la cooperación de la ONU, mientras se comienza a construir el futuro, describió McAskie.

El personal de la ONU destacado en el país, unos 100 funcionarios extranjeros y 400 somalíes, trabajan bajo un régimen de seguridad estricta a pesar de que desde 1996 no han vuelto a producirse bajas.

En el territorio de Somalia se registran todavía algunos conflictos armados, pero localizados, precisó la funcionaria. Unas tres cuartas partes del país se encuentran bajo condiciones de seguridad adecuadas, agregó.

En consecuencia, las agencias de la ONU continúan con su trabajo sin atender las amenazas. «Queremos seguir ayudando a los somalíes y no esperamos que en en el país se produzca otro Afganistán», dijo McAskie.

Después de las amenazas estadounidenses no se han observado movimientos de población somalí hacia las fronteras. Los únicos desplazamientos responden a los patrones migratorios estacionales de un país con tradición pastoril, explicaron los funcionarios de la ONU.

El proceso de estabilización del país se fortaleció con la formación, en 2000, de un gobierno nacional de transición surgido de una negociación entre dirigentes somalíes y del Cuerno de Africa.

Pero la paz y la estabilidad no llegarán solo por obra de un proceso político de unificación. Tiene que venir desde abajo, en una experiencia conducida por los somalíes, por las comunidades, no por la ONU, dijo McAskie.

En ese proceso, adquiere importancia fundamental el fortalecimiento del poder de las organizaciones de la sociedad civil, advirtió Kent.

El hambre, que azotó a Somalia en los años 80 y 90, es cosa del pasado, aseguró la funcionaria. En cambio, las sequías siguen siendo un problema. La sequía es natural, mientras el hambre es un desastre humano manejable con enfoques apropiados, explicó.

Los funcionarios de la ONU estiman que, en general, las agencias y los países donantes han respondido de manera adecuada a las necesidades alimentarias de los seis millones de habitantes de Somalia.

En las comunidades, la población comienza a desarrollar estructuras propias de gobierno. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) dedica 90 por ciento de sus recursos a respaldar proyectos de los gobiernos locales.

En particular, los esfuerzos se orientan al establecimiento de un sistema judicial y a la creación de un tribunal superior.

Somalia es el único país del mundo donde el estado ha desaparecido prácticamente, y reconstruirlo es «menuda tarea», comentaron los funcionarios de la ONU.

Las agencias del sistema internacional colaboran con trabajos en todas las áreas: educación, salud, agua, nutrición, derechos humanos, entre otros.

La economía comienza a restablecerse lentamente. Mediante el uso de las nuevas tecnologías, Somalia dispone actualmente del sistema de telecomunicaciones más eficaz de todo el Cuerno de Africa.

Esa característica puede tener ventajas insospechadas para el desarrollo de planes educativos y para la explotación de servicios variados, comentó Kent.

Las agencias de la ONU que operan en Somalia han solicitado a la comunidad internacional de donantes un apoyo financiero de 83 millones de dólares para cubrir los proyectos elaborados para este año.

El anterior llamado a los donantes ascendió a 130 millones, pero solo se recaudó 65 por ciento de esa suma. Para este año se espera una mejor respuesta, dijo McAskie. (FIN/IPS/pc/mj/ip dv/02

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