Médicos sin Fronteras (MSF) advirtió a los ministros de Salud de Africa oriental que lo cambios desacertados en la medicación contra el paludismo pueden causar efectos fatales, e instó a los países donantes a ayudar en esa lucha.
En los nuevos tratamientos deben figurar combinaciones de drogas que contengan derivados de Artemisin, un fármaco extraido de una planta originaria de China, señala un informe de MSF distribuido por su portavoz en Ginebra, Ingrid Cox.
El Artemisin posee cualidades que lo convierten en un medicamento de eficacia particular, pues actúa con rapidez, tiene poder elevado y se complementa con otros tipos de tratamientos, añade la organización humanitaria.
La característica más importante de esa medicina es su propiedad de proteger a cada droga individual de la resistencia.
Los protocolos sanitarios de Africa recomendaban tradicionalmente para los casos sin complicaciones de la enfermedad el empleo de una droga antipalúdica, que podía ser la cloroquina o el fansidar.
Pero en los últimos años ha aumentado en forma impresionante la resistencia de la enfermedad a esos medicamentos.
El cuadro de la enfermedad ha empeorado por lo general en todo el mundo. La revista científica británica Nature observó la semana pasada que el paludismo se encuentra en resurgimiento.
Nature mencionó entre las causas de ese fenómeno el surgimiento de cepas del parásito que origina el mal, resistentes a los fármacos.
También influyen los cambios ambientales, el aumento de la población y la aparición de mosquitos, los vectores del parásito, resistentes a los insecticidas.
En el mundo existen unos 500 millones de casos clínicos de paludismo, que equivale a casi 10 por ciento de la población total, pero 90 por ciento se registra en Africa, donde es la causa principal de deceso de los niños menores de cinco años.
Jean-Marie Kindermans, de MSF, observó que los expertos sanitarios recomiendan responder a las nuevas formas de la enfermedad con una combinación de drogas que resultan más eficaces y que requieren tratamientos más breves.
Esas combinaciones de fármacos, que incluyen derivados del artemisin, la potente droga china, resultan más costosas.
Por esa razón, muchos ministros de salud evalúan la implantación de tratamientos basados en estrategias de transición, debido a la carencia de recursos y a que los donantes prefieren las soluciones más económicas.
Esas políticas sanitarias contra el paludismo emplean combinaciones de fármacos que equivalen a suministrar simples placebos a los pacientes, criticó MSF.
Diane Cheynier, una médica de MSF que trabaja en Burundi, lamentó que se conozcan las medicinas apropiadas pero no se suministren. Existen tratamientos que pueden evitar muertes innecesarias, insistió.
Los gobiernos africanos, con la ayuda de los donantes, pueden evitar el error fatal de aplicar soluciones provisionales e insuficientes, explicó Cheynier.
La organización humanitaria Médicos sin Fronteras reconoció que el mayor costo es uno de los obstáculos principales para el empleo de medicamentos más eficaces por parte de los sectores públicos.
Las combinaciones de drogas que se usan en la actualidad, ya superadas por el incremento de la resistencia, cuestan 25 centavos de dólar por cada dosis para adulto.
En cambio, el precio de las combinaciones que contienen derivados de artemisin se elevan aproximadamente a 1,30 dólares.
En los cinco países estudiados por el informe de MSN, Burundi, Kenia, Ruanda, Tanzania y Uganda, los costos adicionales requeridos para aplicar las combinaciones más eficaces con artemisin ascenderían apenas a 19 millones de dólares al año.
El costo de cambiar las combinaciones eficaces por las combinaciones que apenas son placebos se puede afrontar si los donantes internacionales muestran voluntad de ayudar, sintetizó Kindermans.
Ruanda, con 1,2 millones de casos de paludismo por año sobre una población de 7,2 millones, requeriría una inversión anual adicional de 945.000 dólares para introducir la combinación con derivados de artemisin.
Para Burundi, con dos millones de casos en una población de 6,5 millones, el costo extra se elevaría a 1,6 millones anuales.
Pero MSF calculó que en 2004 el precio de la combinación con artemisin puede reducirse de 1,30 dólares la dosis a 60 centavos de dólar.
En ese caso, los cinco países requerirían sólo 6,3 millones de dólares por año, en lugar de los 19 millones calculados.
«Como médicos, pretendemos emplear tratamientos eficaces. No podemos continuar prescribiendo tratamientos contra el paludismo, como el fansidar, que sabemos no va a curar al paciente, afirmó Christopher Fournier, director del programa de MSF en Burundi.
Médicos sin Frontera reclamó que los antipalúdicos producidos actualmente en Asia se pongan a disposición de los enfermos africanos lo antes posible.
Las agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) tienen un papel que desempeñar y la Organización Mundial de la Salud (OMS) debe extender al paludismo el sistema de precalificación de drogas existente actualmente para el síndrome de inmunodeficiencia adquirida, sostuvo MSF.
La institución humanitaria sostuvo que a los donantes les cabe la responsabilidad ética de asegurar que los tratamientos sean apropiados desde el punto de vista médico.
Por su parte, la OMS tiene que apoyar a los ministros de salud de los países en desarrollo para que adopten políticas eficaces contra el paludismo. (FIN/IPS/pc/dm/he/02