REPUBLICA CHECA: Vuelve el conflicto de los sudetes

El primer ministro checo Milos Zeman, en conflicto con Alemania y Austria por duros comentarios contra la minoría alemana deportada de la ex Checoslovaquia tras la Segunda Guerra Mundial, prometió un «gesto humanitario» en honor de todos los antifascistas.

El socialdemócrata Zeman había afirmado que más de 2,5 millones de los llamados sudetes, deportados mediante decretos de agosto de 1945 del entonces presidente Eduard Benes, eran «traidores» e integrantes de «la quinta columna de (Adolf) Hitler», y que habían tenido suerte de escapar a la pena de muerte.

Los sudetes fueron privados de la ciudadanía checoslovaca y de sus propiedades antes de ser expulsados.

Críticos contemporáneos afirman que tales medidas equivalieron a culpar a toda una comunidad étnica por las atrocidades del nazismo, pero en aquel momento fueron consideradas correctas por los aliados contra Hitler en la Conferencia de Paz de Potsdam, realizada en 1945 en esa occidental ciudad alemana.

Deportados sobrevivientes y sus descendientes ejercen presión para que los decretos de Benes sean anulados y se les otorguen indemnizaciones o se les restituyan los derechos de los cuales fueron privados.

Un gesto para honrar a los antifascistas «mostraría que la línea divisoria no separa a los checos de los alemanes o de los sudetes, sino a quienes colaboraron con el totalitarismo de quienes lo combatieron», dijo Zeman a una emisora de televisión alemana.

El primer ministro sostuvo en esa entrevista que «quienes participaron en el genocidio del pueblo checo» no deben recibir compensaciones.

Zeman envió cartas a sus pares de Alemania y Austria para aclarar el alcance de sus palabras sobre los «sudetes», pero no ha realizado rectificaciones en el país, y observadores políticos piensan que eso se debe a la cercanía de las elecciones parlamentarias previstas para junio.

Una visita oficial al país del canciller (jefe de gobierno) alemán, Gerhard Schroeder, prevista para los días 24 y 25 de marzo, estuvo a punto de ser anulada debido a las declaraciones de Zeman, por las cuales Berlín pidió explicaciones formales a Praga.

En la actualidad, la Cámara de Diputados de Austria considera un pedido de legislación que rechace los decretos de Benes y reclame la restitución a los sudetes y sus descendientes de las propiedades confiscadas por Checoslovaquia en 1945.

En enero de 1997, la República Checa y Alemania firmaron una Declaración de Reconciliación, que incluyó el acuerdo de no volver a discutir cuestiones legales relacionadas con la Segunda Guerra Mundial, pero no hay un tratado similar entre Praga y Viena.

Lo que medios de comunicación checos llaman una pueril «guerra verbal» acerca de los decretos de Benes, entre Zeman y el ultraderechista primer ministro austríaco, Joerg Haider, amenaza las relaciones con Berlín y Viena, y envalentona a nacionalistas de derecha en los tres países, según los críticos.

El candidato a canciller alemán Edmund Stoiber, de la conservadora Unión Social Cristiana, dijo que la referencia de Zeman a los sudetes como quinta columna de Hitler era inaceptable para la Unión Europea (UE), que estudia el pedido de ingreso de la República Checa.

«El primer ministro checo tiene mucho que aprender si quiere llegar a Europa», añadió Stoiber, quien aseguró ser el único candidato en quien los sudetes pueden confiar para lograr sus reivindicaciones.

«Antes los austríacos no eran distinguidos de los alemanes, pero eso cambió. Desde 1990, las relaciones con Austria han pasado de cordiales a tensas, mientras las relaciones con Alemania mejoraron en forma constante, hasta congelarse en 2001», dijo a IPS Jaroslav Huk, de la empresa encuestadora checa STEM.

Ese congelamiento se produjo luego de que se presentara a Zeman una petición firmada por casi un millón de austríacos que había sido impulsada por Haider, por la clausura del reactor nuclear checo Temelin, ubicado a unos 60 kilómetros de la frontera entre ambos países.

Zeman dijo en enero al semanario austríaco Profil que esa petición no se dirigía «contra Temeril, sino contra el ingreso checo a la Unión Europea», y comparó la iniciativa con el referendo organizado en 1938 por los nazis para anexar Austria a Alemania.

«Sería bueno que (los austríacos) se deshicieran cuanto antes de Haider y de su partido post fascista. Creo en la amistad entre nuestros pueblos, pero aumentan las provocaciones provenientes de Austria, que no fue la primera víctima de Hitler sino su primer aliado», comentó.

Esas declaraciones no sólo irritaron a Viena, sino también a Berlín.

Según Huk, «los checos entienden que Haider actúa por intereses políticos domésticos, al igual que Zeman. Están de acuerdo con lo que dijo Zeman, pero muchos desaprueban la forma agresiva en que lo dijo».

El Parlamento Europeo pidió en 1999 la anulación de los decretos de Benes, y Praga está dispuesta a casi todo para ingresar a la UE, pero Zeman o cualquier otro gobernante que aceptara ese pedido cometería un «suicidio político», dijo a IPS el analista político checo Jiri Pehe.

Pehe era asesor del presidente checo Vaclav Havel cuando se firmó la Declaración de Reconciliación con Alemania.

Aquel acuerdo fue «un intento bastante poco elegante de ocultar la basura debajo de la alfombra», pero el malestar relacionado con los decretos de Benes persiste, y «los políticos checos no han asumido la necesidad de pedir perdón de algún modo», opinó.

«Por desgracia, cada vez que un político checo dice algo conciliador sobre el asunto, se hace vulnerable a acusaciones de traición. De 70 a 80 por ciento de los consultados en encuestas de opinión afirman que las deportaciones fueron correctas y que no hay que disculparse por ellas», explicó.

«Ni siquiera Havel llegó a pedir disculpas formales. Cuando trató de hacer eso, poco después de la caída del régimen comunista en 1990, fue acusado de inmediato de venderse a los alemanes», recordó.

Una asociación austríaca de desecendientes de los sudetes deportados pidió a Havel que impulse las restituciones o indemnizaciones que demandan, e invocó como precedente la anulación en Rusia de unos 7.000 fallos juiciales contra personas de origen étnico alemán acusadas de colaborar con los nazis.

El mismo grupo se propone presentar demandas ante tribunales checos para reclamar esas restituciones o indemnizaciones, pero es poco probable que tengan éxito, según el profesor Josef Blahoz, del Instituto de Estado y Leyes de la Academia Checa de Ciencias. (FIN/IPS/tra-eng/bk/sm/mp/ip pr/02

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