México asumió este viernes, por un mes, la presidencia del Consejo de Seguridad de la ONU, un hecho que el gobierno de Vicente Fox considera un triunfo diplomático, pero que legisladores opositores y observadores locales desdeñan y consideran riesgoso.
El representante de México, Adolfo Aguilar, se hizo cargo de la presidencia del Consejo de Seguridad de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), un cuerpo ejecutivo de 15 miembros, de los cuales sólo China, Estados Unidos, Rusia, Francia y Gran Bretaña son permanentes.
Aguilar, a quien algunos parlamentarios mexicanos atribuyeron escasa experiencia diplomática, cuando fue confirmado como embajador en la ONU, anunció que su gestión estará orientada en apoyo de la paz, del desarrollo y de la democracia en el mundo, con especial atención a América Latina.
Observadores locales advirtieron que, al igual que los otros 10 miembros no permanentes del Consejo, México hará poco y estará sujeto a los dictados y al derecho de veto de los miembros permanentes.
México ocupa un escaño en el Consejo de Seguridad en representación del grupo de América Latina y el Caribe. Elegido para el periodo 2002-2003, el Consejo le asignó responsabilidad en asuntos vinculados con Timor Oriental, Iraq, Afganistán y varios países africanos.
«Hay la percepción de que los 10 miembros no permanentes son como el coro de una tragedia griega, cantando desde los lados, mientras que los cinco miembros permanentes toman todas las decisiones», ha dicho Jeff Laurenti, director de estudios políticos de la no gubernamental Asociación de Naciones Unidas de Estados Unidos.
Para políticos opositores al gobierno de Fox, haber buscado un sitio en el Consejo de Seguridad de la ONU fue un error, pues expone al país al riesgo de subordinación ante las potencias y podrían ser vulnerados los principios tradicionales de la diplomacia mexicana: la igualdad de las naciones y la autodeterminación de los pueblos.
Pero el canciller Jorge Castañeda aseguró que México tendrá en el Consejo un puesto «para participar de manera activa, directa, enérgica, imaginativa y audaz» en los asuntos internacionales y para promover sus intereses y principios.
México tiene hoy la opción de involucrarse en la definición de un nuevo orden internacional o mantenerse al margen y que sean otros los que decidan, explicó el canciller.
Agregó que su país pondrá especial empeño en apuntalar el combate contra el financiamiento de los grupos terroristas y en respaldar los programas para erradicar las minas antipersonal.
Castañeda, desde que asumió el cargo en diciembre de 2000, inició una agresiva campaña internacional para que México fuera aceptado en el Consejo de Seguridad de la ONU, lo cual se concretó en octubre, cuando logró superar en la votación del foro a la República Dominicana.
México se arriesga a enfrentarse a Estados Unidos y entrar en conflictos si realmente quiere tener un papel relevante en el Consejo, opinó Sergio Sarmiento, columnista del diario Reforma.
Por su parte, el experto Jeff Laurenti, sostuvo que el Consejo de Seguridad de la ONU no es un lugar donde se permitan golpes entre sus miembros y «Washington toma esto de una manera muy seria». «O vas con ellos y comprometes tu castidad o vas en su contra y te ganas su enemistad», apuntó.
En tanto, el Congreso mexicano pidió al gobierno de Fox informes detallados y continuos del papel de su representante en el Consejo para vigilar que no se violen los principios diplomáticos del país.
Aguilar se desempeñó como consejero de Seguridad Nacional de la Presidencia entes de ser nombrado representante ante la ONU.
Los gobiernos anteriores a Fox, luego de la última vez que México ocupara un puesto en el Consejo, en 1980-1981, prefirieron mantenerse alejados de ese organismo para no provocar fricciones con los demás miembros, en especial con Estados Unidos, su vecino y primer socio comercial.
No obstante, pidieron continuamente a la comunidad internacional buscar mecanismos para democratizar el Consejo de Seguridad de la ONU tras el principio de que todos los países tienen los mismos derechos.
Cada miembro del Consejo cuenta con derecho a un voto, pero aunque los cinco miembros permanentes son minoría, en cuestiones de fondo son ellos los que deciden finalmente si se acepta o veta cualquier propuesta.
La Carta de la ONU indica que todos sus miembros se comprometen a aceptar y cumplir las decisiones del Consejo de Seguridad, el único organismo de ese foro mundial cuyas decisiones deben ser cumplidas obligatoriamente, a diferencia del resto que sólo hace recomendaciones. (FIN/IPS/dc/dm/ip/02