Altos funcionarios de la Organización de las NAciones Unidas (ONU) expresaron indignación por el bombardeo de Israel sobre la ciudad palestina de Gaza, que causó numerosos daños a oficinas del foro mundial.
Entre las oficinas dañadas en ese ataque, que se realizó el domingo, estuvieron las del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y la de la Agencia de Socorros y Trabajos de las Naciones Unidas, así como una oficina del Banco Mundial.
El comisionado general de la Agencia de Socorros y Trabajos, Peter Hansen, expresó preocupación por el uso de armas pesadas muy cerca de oficinas donde trabajaban funcionarios de la ONU.
El coordinador especial del foro mundial para el Proceso de Paz de Medio Oriente, Terje Roed-Larsen, dijo a su vez que condenaba el ataque «en los términos más duros posibles».
«Israel no logrará su seguridad mediante ataques contra objetivos civiles ni la destrucción de la capacidad palestina para mantener el orden», señaló.
Cazas israelíes F-16 bombardearon el domingo objetivos civiles en la franja de Gaza con misiles aire a tierra, en represalia por un ataque palestino contra una base militar en Jerusalén.
Se supone que los bombardeos fueron dirigidos contra oficinas de seguridad del presidente de la Autoridad Nacional Palestina, pero también causaron daños sustanciales a la oficina de Roed- Larsen.
La ONU sólo puede hacer «usar la fuerza de la persuasión moral» para prevenir otros ataques similares, dijo el lunes a periodistas el portavoz de la organización, Fred Eckhard.
El foro mundial recordó a Israel que su gobierno debe ofrecer seguridad a los funcionarios internacionales, agregó.
Hansen informó que dos funcionarios de su oficina resultaron heridos en los ataques, que rompieron todas las ventanas blindadas del edificio.
La semana pasada, el ejército israelí vengó la muerte de cuatro de sus soldados mediante la demolición de decenas de viviendas en un campamento de refugiados de Gaza, la mayor represalia de ese tipo desde que comenzó en septiembre de 2000 la segunda insurrección palestina contra la ocupación israelí.
Las críticas internacionales incluyeron una protesta del Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos.
«Hemos sido claros sobre la necesidad de acción palestina contra la violencia y el terror (de grupos antiisraelíes). Sin embargo, no creemos que la demolición de propiedades y viviendas palestinas contribuya a restaurar la calma ni pongan fin a la violencia», declaró un portavoz del Departamento de Estado.
Las tácticas de Israel contra los palestinos también han causado protestas dentro del Ejército de ese país.
Más de 100 reservistas israelíes firmaron en enero una petición para que no se les enviara a Gaza y Cisjordania, y protestaron contra las políticas de Israel en esos territorios palestinos, que describieron como «la dominación, la expulsión, el hambre y la humillación de todo un pueblo».
«El precio de la ocupación es la pérdida de humanidad de las Fuerzas de Defensa de Israel y la corrupción de toda la sociedad israelí», sostuvieron.
Esa petición reflejó el creciente debate dentro de Israel sobre la legalidad y moralidad del uso de artillería pesada contra palestinos que arrojan piedras o para vengar atentados suicidas.
La Unión Europea (UE) manifestó enojo por la destrucción de infraestructura palestina, y en especial de edificios construidos con ayuda de ese bloque, el mayor donante a los palestinos, con 2.900 millones de dólares desde 1994.
Fuerzas israelíes destruyeron la sede de la emisora de radio Palestine Broadcasting Corporation, con equipos por valor de tres millones de dólares donados por Alemania, Francia, Dinamarca y otros países de la UE, así como el Hotel Intercontinental de Belén, financiado en parte por el Banco Europeo de Inversión.
La instalación más devastada por los ataques de mortero israelíes ha sido el aeropuerto de Gaza, con la intención de inhabilitarlo para impedir que Arafat pueda salir de los territorios ocupados.
El secretario general de la ONU, Kofi Annan, declaró la semana pasada que «el aislamiento y virtual arresto domiciliario de Arafat le hacen muy difícil gobernar».
«Se le pide detener la violencia», pero por otro lado «se le debilita al punto de la impotencia», señaló.
Annan «reitera su convicción de que no se encontrará la solución al conflicto palestino-israelí mediante violencia y represalias», declaró Eckhard. (FIN/IPS/tra-eng/td/mlm/ip/02