ESPAÑA: Cura gay levanta una rebelión en la Iglesia Católica

El sacerdote José Mantera provocó un vasto movimiento de apoyo a la libertad sexual en la Iglesia Católica española, al anunciar públicamente su homosexualidad. Mientras la alta jerarquía de la Iglesia lo condena, sus vecinos y organizaciones religiosas lo apoyan.

Mantera, de 39 años, tomó los hábitos a los 24 y mantuvo el celibato hasta los 31, cuando se enamoró de un hombre. El último viernes saltó a la fama, al publicar en una revista de homosexuales un artículo en el que reivindicó la homosexualidad como un derecho y se reconoció como «gay».

La «salida del armario» de Mantera, como se alude en este país al acto de descubrir la condición sexual que se mantenía oculta, se agrega a una larga lista de políticos, artistas y hasta militares que lo han hecho en los últimos meses.

En esa lista, entre otros, están los cantantes Miguel Bosé, Lluis Llach y Chavela Vargas, el coreógrafo y bailarín Nacho Duato, políticos centristas Jerónimo Saavedra y Francisco Javier Núñez, los escritores Eduardo Mendicutti, Terenci Moix, Lucía Etxebarria y Juan Goytisolo, el laureado director de cine Pedro Almodóvar y el teniente coronel en activo José María Sánchez Silva.

Mantera es el cura párroco de Valverde del Camino, una localidad de 12.000 habitantes de la provincia de Huelva, en el extremo suroeste de España. Allí, las reacciones han sido diversas.

Mientras los vecinos del pueblo y dos sacerdotes que comparten con él la labor eclesiástica en la parroquia lo comprenden y apoyan, el obispado de Huelva anunció el lunes que «previsiblemente» lo suspenderá «a divinis».

Para el obispado, Mantera debería haber sido «valiente» y abandonar la Iglesia Católica al confesar su condición de homosexual.

El portavoz de la Conferencia Episcopal, máximo órgano de gobierno de la Iglesia española, Juan José Asenjo, tildó la práctica homosexual de «pecado y desorden moral». Otro obispo, Gea Escolano, calificó al sacerdote de «enfermo» y comparó las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo con la sordera o la ceguera.

En sentido opuesto se pronunció Enrique Miret Magdalena, presidente de la Asociación de Teólogos Juan XXIII, quien entiende que la homosexualidad es una opción que merece respeto.

También salió en defensa de Mantera el Movimiento pro Celibato Opcional (Moceop), que reivindica «los mismos derechos para los homosexuales que para los heterosexuales dentro de la Iglesia». Agrupa a más de 5.000 religiosos españoles que se casaron y que por esa razón, los que pertenecían a la Iglesia Católica dejaron de ejercer su sacerdocio dentro de ella.

El Moceop afirma que se puede ser homosexual y al mismo tiempo, plenamente creyente, y cumplir con los deberes cristianos.

Por eso trabaja por un cambio abierto en la Iglesia a ese respecto, ya que, sostienen sus dirigentes, «nuestros obispos, dentro y fuera de España, no parecen capaces de pronunciar una palabra liberadora ni a propósito de la vida sexual y de las relaciones en general, ni de la homosexualidad».

José María González Ruiz, 84 años de edad, un teólogo que orientó a varias generaciones de católicos, sostiene que la Iglesia nunca debería condenar la homosexualidad, pues ésta «no es un vicio, sino una realidad, igual que ser rubio o moreno».

Asimismo, hay quienes creen ver hipocresía en la jerarquía católica. Carlos Alberto Biendicho, presidente de la Plataforma Popular Gay y militante del gobernante Partido Popular, amenazó el domingo con haber pública la homosexualidad de tres obispos si la Iglesia aplica represalias a Mantera.

Otro activista, Juan José Brosch, coordinador del Grupo Cristiano de Gays y Lesbianas de Valencia, señaló que «el mismo Jesús no hizo ninguna mención a la homosexualidad, lo que significa que para él no era ningún problema».

La actitud de Mantera, añadió Brosch, «es un primer paso para empezar a luchar contra la hipocresía y la doble moral de la iglesia».

Otros párrocos de diócesis vecinas se solidarizaron con Mantera, como Manuel Cirilo, de El Villar, quien dijo que respeta tanto la inclinación sexual del párroco de Valverde del Camino como su decisión, pues «la persona es un misterio y nadie tiene derecho a juzgar a nadie».

Mantera, en tanto, ha tenido que salir de su pueblo y refugiarse en el anonimato en un modesto hotel de Madrid, para huir de las decenas de periodistas que pretenden entrevistarlo.

Pero no eludió la situación y el lunes publicó un artículo en el matutino El Mundo en el que se pregunta «dónde estaban todos» cuando junto a otros denunció la explotación laboral de los trabajadores del sector del calzado en su parroquia y nadie se ocupó del tema.

La «España profunda», o sea la conservadora y tradicional, se rasga las vestiduras cuando un sacerdote se reconoce públicamente homosexual, pero no apoya las demandas laborales que éste formula.

Esa España, «es la que disculpa, tolera y perdona la injusticia subyacente a la economía sumergida», pero «siente un pánico atroz ante los aires sencillamente humanos, ante la tentación de alguien – de muchos, gracias a Dios- de vivir como saben o simplemente como les da la gana porque así lo sienten o lo estiman oportuno», agregó.

Este sacerdote, al dar la bendición nupcial, no usa la célebre frase que consagra «la unión del hombre y la mujer», sino que dice «la unión de la pareja humana».

Mantera también aclaró que los curas diocesanos, como él, «no hacemos voto de castidad, sino de celibato». Ese matiz diferencia entre abstenerse del acto sexual (ser castos) y no casarse (ser célibes).

Mantera tiene su propia página web (www.pepemantero.tuweb.net) y la decisión de no callar, ya que le enseñaron que la verdad hará libres a las personas.

«Esta es mi verdad. La Iglesia nos inculca el complejo de culpa por todo lo que nos proporcione placer. Quiero luchar contra eso», afirmó, mientras continúa ampliándose la lista de quienes lo apoyan. (FIN/IPS/td/ff/cr/02

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